Capítulo Dieciséis

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—Buenos días, dormilona —la saludó Sofía, con cara soñolienta—. Anoche te perdiste la cena. Te aconsejo que, si no quieres perderte el desayuno también, muevas el culo y te levantes ya. —Con una muda limpia en una mano y un neceser rojo en la otra, la chica pelirroja y pecosa se metió en el cuarto de baño del que disponía la habitación.

Claudia, desorientada, con la ropa que había vestido el día anterior y el pelo apelmazado, ya que no se había duchado tras la sesión en el SPA, frunció el ceño mientras se incorporaba en la cama, quedando sentada. Luego tomó el móvil de la mesita de noche y, al encenderlo, se encontró con que tenía dos wasaps de contactos diferentes, además de dos llamadas perdidas.

Se puso a trastear el teléfono y comprobó que una de las llamadas correspondía al número de su casa y la otra pertenecía al de su amiga Marina. Nada más comprobar esos datos, Claudia se echó una de las manos a la frente, golpeándosela suavemente.

«¡Mierda! Con tanto trajín el de ayer, se me olvidó llamarlos. ¡Seré despistada!», se reprendió mentalmente.

Sin mirar los wasaps, procedió a llamar a casa. Habló con su madrastra, quien descolgó al segundo timbre. La mujer estaba ya levantada, aunque apenas eran las ocho de la mañana en Murcia, ya que como buena esposa estaba lista para hacerle el desayuno a su marido antes de que este se fuera a trabajar.

Durante la llamada, que duró menos de cinco minutos, le contó que todo había ido bien en el viaje, omitiendo lo del mal trago en el avión, pues no quería preocuparla, y que le encantaba el hotel en el que estaban hospedados. Aprovechó para pedirle que le dijera a su padre que lo echaba de menos y que se lo estaba pasando bien. Quedó en llamar por la noche para hablar directamente con él.

Tras colgar y despedirse con un beso, y viendo que todavía Sofía no dejaba el baño libre, se dispuso a leer los wasaps. No llamó a su amiga porque a esas horas era muy probable que estuviera todavía acostada. Pensó en llamarla por la tarde.

Como esperaba, uno de ellos pertenecía a V, que fue enviado al minuto de haberle respondido ella.

"Lo único que debe importarte es la orden que te he dado: no te reúnas a solas con Daniel en su habitación".

Y nada más, ni una explicación, una amenaza, por ejemplo, nada. «Mira por dónde, don mandón "paso de ti, pero aun así quiero controlarte" se salió con la suya, ya que al quedarme dormida, me perdí la cita», pensó Claudia molesta. Molesta porque él, Víctor, se saliera con la suya, no por haberse perdido el encuentro con Daniel, y eso la dejaba descolocada. Tanto que había deseado estar con él por lo atraída que se sentía hacia su persona, y ahora le era indiferente el haberse perdido un encuentro con él...

«¡¿Qué mierda pasa conmigo?! ¡No sé lo que quiero! ¡Estoy hecha un lío! Y la culpa la tiene esa que aparece por ahí...», se dijo, sin perder de vista a la recién llegada a la habitación —que acababa de salir del baño—, que fue quien le insinuó que el profesor no era de fiar.

—Todo tuyo —fue lo único que dijo Sofía, refiriéndose al baño. Luego se sentó delante del tocador para maquillarse un poco y arreglarse el pelo.

Claudia la ignoró y procedió a leerse el otro wasap que tenía pendiente de un número desconocido.

"Estoy preocupado. Son ya las tres y no apareces. Tampoco te he visto cenando en el restaurante. ¿Estás enferma, te ocurre algo?".

No indicaba quién lo había mandado, pero a Claudia no le hizo falta saberlo. Era obvio que el mensaje pertenecía a Daniel. Sin perder el tiempo, procedió a responderle:

"Lamento el plantón de anoche. Estaba tan reventada del viaje que me quedé dormida y, hasta ahora, no me he despertado. Lo siento...".

Le dio a enviar y, sin esperar a que el hombre le respondiera —si es que lo hacía—, se puso en pie, lista para prepararse una muda de ropa cómoda, para posteriormente darse una rápida ducha. Tras la misma, ya aseada y refrescada, regresó al dormitorio, encontrándose con que Sofía ya se había largado. Ocupó el lugar que previamente esta había ocupado y procedió a maquillarse ella también un poco. Se puso una base de maquillaje que a su vez era protección solar y luego se hizo la raya de los ojos con lápiz negro. Tras ponerse un poco de brillo de labios, se recogió el pelo en una cola alta de caballo.

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