Tenía días buenos... días malos, como todas las personas pero cada vez que tenía un día malo, sentía que mis ojos veían todo mucho más oscuro, como si los colores bajaran su tono y todo se oscureciera, por consecuencia, claro que eso afectaba mi ánimo.
Había tenido un mes horrible, había visto a mi mamá super poco pero cada vez que la veía terminábamos peleando y me terminaba diciendo lo decepcionada que estaba de mi, la verdad es que ya no dolía, su violencia verbal no era nada comparado a cuando me golpeaba, me odiaba, siempre lo había sabido pero muy en el fondo de mi, deseaba que no fuera así.
Este mes, había tenido una visita de mi padre, salimos a una cafetería y estaba todo bien, hasta que recibió una llamada de su hijastra y se largó, sin una disculpa, sin nada, solo me dijo que la chica estaba en problemas y debía irse, le reste importancia pero al llegar a casa lloré. Era mi padre, y él estaba encantado con su nueva familia pero ¿que había de mi? ¿acaso su amor y cariño no alcanzaba para su hija de sangre? El tema de mi padre me había afectado mucho más de lo que esperaba y había pasado 2 días sin poder moverme de la cama maquinando en que había de malo en mi. ¿Yo era una persona tan detestable para que mi familia no me quisiera? Mamá me lo había dicho muchas veces, siempre decía que nadie me iba a querer y yo lo creía, las relaciones que había tenido en mi vida siempre habían terminado por mi culpa, siempre el problema era yo, nadie más que yo y era una mochila que debía cargar siempre.
Y la mochila que cargaba era gigante, cada día trataba de solucionar mi vida, el haber crecido sin una familia presente me había destrozado, las constantes peleas, las palabras afiladas de mi madre reprochándome que por mi culpa no había podido ser mejor en su carrera me desgarraban el alma. Me odiaba, me odiaba tanto que cada día pensaba en que todos serían muchos mas felices si yo no existiera pero dentro de mi sentía que había algo bueno para mi pero siendo sincera, no estaba segura si debía esperarlo, quizás terminara siendo una decepción como todo lo que pasaba en mi vida.
Me lave la cara con pereza y me mire al espejo unos minutos, unos largos minutos... mi piel estaba mucho mas pálida y mis ojeras, Dios, mis ojeras estaban horribles, me veía asquerosa, era asquerosa. Desconozco el tiempo que estuve frente al espejo, cada segundo que pasaba me encontraba más defectos y es que, ¿en que momento había llegado a esto? Era delgada, pero ahora parecía un saco de huesos... me veía... horrible.
Como estaba acostumbrada, trague mis ganas de llorar y puse un poco de maquillaje en mi rostro, no tenía ganas de maquillarme pero tenía que hacerlo si no quería espantar a media secundaria, aunque si algo nunca cambiaba en mi, era mi vestimenta, coloque una falda burdeo con un top del mismo color, amaba combinar lo que tenía y puse en mi unas botas rojas junto a un chaleco corto de lana fina, peine mi cabello un poco y adorne con un cintillo que dejaba mi cara un poco más descubierta pero al mirarme por última vez, seguía pensando en que no era suficiente pero debía llegar a mi clase.
Sali de casa sintiendo mi estómago rugir, lo único que había comido era el desayuno del día anterior, tome el autobús mirando la hora y dándome cuenta de que llegaría atrasada, o eso es lo que quería evitar porque no estaba en mi la velocidad con la que avanzaba el chofer. Gracias a mi desgraciada suerte, decidió hacer su recorrido rápido y me baje caminando de inmediato a mi sala porque solo tenía 3 minutos, claramente lo logre, aunque casi caigo un par de veces por el camino pero nada fuera de lo normal. Jessica me saludo y abrió la puerta para mi pero negué dejando que ella pasara primero cosa que hizo. Nunca he entendido porque todos te miran como bicho raro cuando llegas tarde pero a diferencia de otras veces, ahora no me importo porque mis ojos solo miraron a una persona desde que entre, el profesor nos apuro a sentarnos y camine a los últimos puestos rogando para que Jessica no se sentara con Jenna o de lo contrario, tendría que sentarme con George y odiaba a ese chico, gracias al universo no fue así, porque Jessica paso de largo al ver que Jenna no quito la mochila de la mesa del puesto vacío.
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En esta y en mil vidas.
Teen FictionSi el odio de Jenna por Abigail Scott era tan fuerte... ¿Por qué no podía dejar de mirarla? ¿Que tenía esa odiosa que era tan atrapante ante sus ojos? ¿Acaso eran sus ojos azules? ¿Su cabello rubio? ¿Las hermosas pecas que adornaban su rostro o simp...