- Abi, ya estamos aquí -moví su brazo con delicadeza y despertó algo asustada hasta que me vio-
- Está bien, vamos -estiro sus brazos bostezando y soltó un ruidito al estirar su cuerpo- Si quieres puedes entrar el auto a la cochera
Asentí y ella apretó con dificultad uno de los botones de sus llaves y en segundos, la cochera comenzó a abrirse, se acaricio a si misma susurrando que tenía frío y entre con cuidado, era bastante amplia pero no parecía que alguien hubiera guardado un auto aquí desde hace mucho tiempo pero no le di mayor importancia porque baje caminando de inmediato a su puerta para ayudarla.
- Es por aquí -asentí sin decir nada y tome su brazo indicándole que había un par de escalones, no quería que tropezara de nuevo pero luego recordé que era su casa, la conocía mejor que nadie-
La solté en cuando prendió un par de luces y trate de ocultar mi impresión, su casa era hermosa, y muy blanca, es decir, todo era blanco aquí, me daba hasta miedo pisar las cerámicas porque tenía miedo de ensuciarlas pero al parecer a Abigail no le importaba porque se quito la chaqueta tirándola al suelo y empezó a caminar a la cocina así que la seguí sin poder dejar pasar que no había nada en las paredes, no habían cuadros de su familia, nada. Solo la blanca y prolija pintura.
- ¿Quieres algo de comer? -negué pero ella frunció el ceño- Quiero que comas conmigo
No había manera de negarme así que solo me senté en una de las sillas mientras ella sacaba un pastel y me servia un plato.
- ¿No está tu mamá? -mencione en cuando se sentó a mi lado y ella me miro unos segundos antes de llevarse una cucharada de crema a la boca-
- Está trabajando -eleve las cejas y ella se encogió de hombros- La mayoría de los días la verdad, no pasa mucho en casa
- Entiendo, mi mamá también trabaja mucho -dije estirando mi mano y quitando un poco de crema de la comisura de su labio y ella sonrió-
- Me agrada mucho tu mamá -sonreí también para ella pero vi como su sonrisa se había desvanecido un poco perdiéndose en sus pensamientos- Pero tu mamá ama volver a casa contigo, ¿verdad? -asentí mirándola con tristeza- La mía no, de hecho, no me sorprendería que ahora este en algún hotel, ella no tiene razones para volver a casa
- ¿Tú no eres razón suficiente? -deje mi plato a un lado y ella hizo lo mismo-
- Nunca lo he sido -se levanto tomando ambos platos y los dejo en la encimera - ¿Vamos? -Corto en seco cuando iba a preguntarle a que se refería y estiro su mano-
Camine a su lado no sin antes apagar las luces porque claramente Abigail lo había olvidado y subimos las gigantes escaleras, el segundo piso de su casa era interminable, pasamos un par de habitaciones y al fondo del pasillo estaba la suya. Era gigante, al igual que toda su mansión. Y era preciosa, había un gran ventanal que dejaba ver las luces lejanas, su cama era mucho mas amplia de lo normal y como era de esperarse, era blanca también, no tenía muchos muebles y al mirar con más detalle, comprendí que había otro pequeño pasillo donde estaba su closet y una puerta a su lado que de seguro era el baño.
- Puedes usar esta ropa para dormir -dijo luego de unos minutos y asentí- Y en el baño hay cepillos de dientes, en el mueble blanco, solo iré a sacar el mío
- Está bien, ¿no necesitas ayuda en nada antes de irme? -negó quitando sus tacones y camine hasta el baño con ella, encendí la luz entreabriendo un poco los ojos, a diferencia del resto de la casa, el baño de Abigail tenía baldosas negras pero sus paredes seguían siendo blancas, su ducha era solo de cristales- Increíble -susurre viéndola salir y quitándome la ropa rápidamente porque el frio que estaba haciendo estos días no era normal-
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En esta y en mil vidas.
Teen FictionSi el odio de Jenna por Abigail Scott era tan fuerte... ¿Por qué no podía dejar de mirarla? ¿Que tenía esa odiosa que era tan atrapante ante sus ojos? ¿Acaso eran sus ojos azules? ¿Su cabello rubio? ¿Las hermosas pecas que adornaban su rostro o simp...