- Se supone que Helena se había enamorado del príncipe troyano, París, estando casada con Menelao -apunte a la escultura y Jenna la miro con atención pero sin dejar de mirarme de reojo- Se dice que Afrodita, la Diosa del amor, le había prometido la mujer más bella de la tierra si ganaba el juicio de parís, bueno... él gano y huyo junto a Helena pero provocaron que se desatara la guerra de Troya, incluso provocando el incendio que terminó por destruirla
- ¿Y que paso luego? ¿Vivieron felices? -la mire unos segundos negando y ella no dejo de mirarme de esa manera que provocaba en mi querer olvidar todo y besarla-
- No, Helena volvió con Menelao a reinar en Esparta -los labios de Jenna se entreabrieron y reí asintiendo- Bueno, a mi valoración personal, eso representa la infidelidad y en como la belleza femenina puede desatar la furia entre los hombres porque ella era considerada la mujer más bella
- No puedo creerlo -caminamos hasta el fondo del pasillo dando por terminado nuestro tour por el museo, había sido bellísimo, si bien amaba venir sola, la compañía de Jenna había sido tan acertada, que ahora no podía imaginarme venir sin ella de nuevo- Me gusta escucharte hablar, de hecho, si hubiera venido sola, me habría limitado a solo mirar todo y salir, ahora se muchas cosas
- Esa es la idea, venir a museos va mucho mas allá de apreciar el arte, también podemos sacar una enseñanza
- Es increíble, en serio, ¿Cuando me dijiste que es la otra función?
- Dentro de un mes -caminamos lento disfrutando las últimas horas de sol y ella asintió-
- Es una cita entonces -sonreí mirándola y no pude evitar acercarme y dejar un beso en la comisura de sus labios-
No dijo nada, solo sonrío bajando su mano y entrelazándola con la mía, mire la unión y empece a caminar hasta una plaza sin soltarla.
- Cuéntame algo de ti que nadie sepa -Jenna pronunció y pensé unos segundos mirando al cielo-
- Gane un concurso de belleza a los 12 años -los ojos de Jenna se entreabrieron y solté una carcajada asintiendo- A mi abuela le gustan mucho ese tipo de cosas y yo adoraba pasar tiempo con ella
- No me sorprende en todo caso -fruncí el ceño mirándola- Que ganaras, no me sorprende
- Bueno, a mi si me sorprendió, no esperaba ganar -balanceamos nuestras manos y no podía evitar mirar lo bien que se sentía- Cuéntame algo tú
- Bueno, cuando era pequeña solía robar las revistas de la tienda de la esquina para pegar las páginas en las casitas de los perritos callejeros, deje de hacerlo cuando me descubrieron
- Aww, eso es lindo
- No fue gracioso para mi madre -asentí- ¿Quieres un helado?
No respondí porque ella ya me había arrastrado hacia allá, los compró y volvió a tomar mi mano de inmediato. Los rayos leves de sol impactaban directamente en su cara y no pude evitar dejar otro beso en su mejilla, me encantaba, me encantaban sus pestañas, sus pequeñas pecas y sus labios redondos. Ella no necesitaba ni siquiera maquillaje.
- Me agrada mucho tu madre -ella me miró-
- Tú también le agradas a ella, está loca porque vayas a comer un día, prometió hacerte tu comida favorita -sonreí con emoción a sus palabras pero no pude evitar borrar mis sentimientos unos segundos después, ¿así se sentía ser querida por una madre?- ¿Estás bien?
- Si, no es importante -dije sonriendo falsamente y los pies de Jenna se frenaron en el suelo dejando de caminar para mirarme-
- Puedes decirme, Abi
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En esta y en mil vidas.
Teen FictionSi el odio de Jenna por Abigail Scott era tan fuerte... ¿Por qué no podía dejar de mirarla? ¿Que tenía esa odiosa que era tan atrapante ante sus ojos? ¿Acaso eran sus ojos azules? ¿Su cabello rubio? ¿Las hermosas pecas que adornaban su rostro o simp...