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Kakashi y Yamato estaban en el auto, con el cuerpo del hombre inconsciente en el maletero. Kakashi conducía hacia la casa de Yamato, en silencio, cuando Yamato decidió romper la tensión con una pregunta.

—¿Quién era el chico de la florería? —preguntó Yamato, sin apartar la vista del camino.

Kakashi sintió un nudo en el estómago y respondió, tratando de sonar despreocupado.

—Solo un amigo.

Yamato no era tonto. Sabía leer entre líneas y conocía bien a Kakashi.

—Sé que sientes algo por él, pero si me permite decirle, Kakashi-sempai, recuerde que somos asesinos. Solo nos dedicamos a eso. Sabe que puede poner en peligro a Iruka.

Kakashi se enojó un poco porque lo que Yamato decía tenía razón. No dijo nada y solo asintió, sumido en sus pensamientos. Llegaron a la casa de Yamato y dejaron el cuerpo en una habitación oscura y segura. Antes de irse, Kakashi le dijo a Yamato que averiguara quién era el hombre y que luego se lo pasara por códigos.

—Cuida de esto —dijo Kakashi, dirigiéndose hacia la puerta.

—Lo haré. Cuídate, sempai —respondió Yamato, con una mirada seria.

De vuelta en su casa, Kakashi intentó dejar de pensar en Iruka por un rato. Se sentó en su escritorio y sacó los papeles que Yamato le había dado el día anterior. Eran los detalles de la misión que tenía que llevar a cabo en el casino "Koni Koni". Revisó cada detalle meticulosamente, planeando su ataque.

—Acabemos con esto —se dijo a sí mismo, decidido a completar la misión esa misma noche.

La misión consistía en eliminar a los cinco dueños del casino, todos ellos importantes figuras en el mundo del crimen organizado. Sabía que sería un trabajo difícil y peligroso, pero estaba decidido a hacerlo. Se preparó cuidadosamente, asegurándose de tener todo lo necesario.

Al caer la noche, Kakashi se dirigió al casino. El lugar estaba lleno de luces brillantes y el bullicio de la gente, lo que facilitaba su entrada sin ser detectado. Se movió entre las sombras, acercándose a su primer objetivo.

La primera eliminación fue rápida y silenciosa. Usó una hoja oculta para acabar con el dueño mientras estaba en su oficina, revisando algunos documentos. Kakashi movió el cuerpo para que pareciera un accidente y continuó su camino.

El segundo objetivo estaba en la sala VIP del casino. Kakashi tuvo que hacerse pasar por un cliente para acercarse lo suficiente. Usó un veneno rápido y mortal, administrado a través de un apretón de manos aparentemente inofensivo. El hombre cayó muerto en cuestión de minutos.

El tercer y cuarto objetivo estaban en la zona de juegos. Kakashi logró atraer a uno de ellos a un rincón apartado y lo eliminó con una precisión letal. El otro, al darse cuenta de que algo andaba mal, intentó huir, pero Kakashi lo interceptó antes de que pudiera llegar a la salida.

Finalmente, el quinto objetivo estaba en el piso superior, en una reunión con otros líderes criminales. Este último objetivo era el más peligroso y difícil. Kakashi tuvo que esperar el momento adecuado, infiltrándose en la reunión sin ser visto. Cuando todos los asistentes estaban distraídos, hizo su movimiento.

La habitación estaba llena de humo de cigarro y el sonido de risas y conversaciones animadas. Kakashi, escondido en las sombras, observó atentamente a su objetivo: un hombre corpulento con una cicatriz en la mejilla, rodeado de guardaespaldas armados. Cada segundo que pasaba aumentaba la tensión.

Esperó hasta que uno de los guardaespaldas se alejó para hacer una llamada, y en ese instante, Kakashi avanzó con sigilo. Usó una distracción, derribando un florero para desviar la atención de los otros guardias. En el caos que siguió, lanzó una daga directamente al cuello del objetivo, eliminándolo al instante.

Sin embargo, los guardaespaldas reaccionaron rápido. Uno de ellos logró disparar, alcanzando a Kakashi en el brazo. El dolor era intenso, pero Kakashi no podía permitirse detenerse. Se lanzó a través de una puerta lateral, corriendo por los pasillos mientras los disparos resonaban a su alrededor.

Herido y sangrando, luchó para salir del casino. La seguridad estaba en alerta máxima, y tuvo que enfrentarse a varios guardias en su camino hacia la salida. Cada paso era un esfuerzo, pero finalmente logró escapar, desapareciendo en la noche.

De vuelta en su casa, Kakashi apenas podía mantenerse de pie. Se dirigió al baño, donde intentó limpiar y vendar su herida. La sangre no dejaba de fluir, y cada movimiento le causaba un dolor agudo. Con las manos temblorosas, logró detener el sangrado y aplicarse un vendaje improvisado antes de desplomarse en el suelo.

Al darse cuenta de que la bala seguía en su brazo, Kakashi supo que tenía que sacarla. Con una mezcla de determinación y dolor, usó unas pinzas para extraer la bala, gruñendo mientras lo hacía. La bala salió finalmente, y el alivio fue inmediato aunque el dolor persistía. Con un kit de costura que siempre tenía a mano, comenzó a coser su propia herida. Cada puntada era una tortura, pero Kakashi era un profesional y sabía que tenía que hacerlo bien.

No durmió en toda la noche. El dolor y la adrenalina lo mantenían despierto. Al amanecer, se alistó para sus clases de karate, decidido a actuar con normalidad a pesar de todo.

Cuando llegó al dojo, se esforzó por mostrarse entusiasta. Durante la clase, Sakura, sin querer, le dio una patada en el brazo herido. El dolor fue intenso, pero Kakashi lo disimuló lo mejor que pudo, manteniendo una sonrisa tranquila.

Al terminar la clase, Kakashi vio a Iruka venir a recoger a Naruto. Su corazón dio un vuelco y no dudó en ir a saludar.

—¡Hola, Iruka! —dijo Kakashi, tratando de sonar casual.

Iruka le devolvió la sonrisa, aunque con una ligera preocupación en su mirada.

—Hola, Kakashi-sensei. ¿Cómo estás? —preguntó Iruka.

—Bien, bien. Solo un poco cansado. ¿Y tú?

Iruka asintió.

—Todo bien, solo ocupado con el trabajo. Naruto me contó sobre la clase. Parece que lo está disfrutando mucho.

Kakashi sonrió, pero el dolor en su brazo no le permitía relajarse completamente.

—Es un buen chico. Tiene mucho potencial.

Naruto se acercó corriendo, interrumpiendo la conversación.

—¡Iruka-sensei! ¡Kakashi-sensei es increíble! ¡Me está enseñando técnicas geniales!

Iruka rio, pero su mirada se dirigió nuevamente a Kakashi.

—Me alegra oír eso. Kakashi, cuídate. Pareces un poco... agotado.

Kakashi asintió, agradecido por la preocupación de Iruka.

—Lo haré. Gracias, Iruka.

Mientras se despedían, Kakashi no podía dejar de pensar en lo complicado que se estaba volviendo su vida. La misión, la herida, y ahora sus sentimientos por Iruka. Pero por ahora, tenía que seguir adelante, enfrentar cada día con la misma determinación que siempre lo había caracterizado.

Aromas del Destino - KakairuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora