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Habían pasado dos meses desde que Kakashi e Iruka comenzaron a conocerse mejor. En ese tiempo, Kakashi había tenido varias misiones peligrosas, y hoy no era la excepción. Estaba en pleno tiroteo contra unos mafiosos, moviéndose con una agilidad y precisión letales. Cada bala que disparaba encontraba su objetivo, eliminando a los enemigos uno por uno. Su concentración era absoluta hasta que una notificación llegó a su celular. Era de Iruka, y decía: "Okay, te espero". Hoy era el gran día en el que Kakashi finalmente se animó a invitarlo a su primera cita.

Vestido de manera decente con unos baggy jeans, una chaqueta, y, esta vez, sin su máscara, Kakashi estaba yendo a recoger a Iruka. Sin embargo, unos maleantes vinieron a cobrar venganza. Mientras seguía en el tiroteo, aprovechó para esconderse detrás de su auto y respondió a Iruka: "No tardaré mucho". Un mafioso intentó dispararle, pero Kakashi fue más rápido y le dio una bala directo al cráneo.

—Esta gente ya no respeta cuando uno está escribiendo un mensaje —murmuró para sí mismo, sabiendo que ya nadie lo escucharía porque todos estaban muertos.

Se subió al carro y condujo felizmente hasta la casa de Iruka. Llegó, estacionó y llamó a Iruka, quien contestó al instante.

—Iruka, ya estoy afuera —dijo Kakashi, tratando de mantener la calma en su voz, aunque su corazón latía con fuerza.

—Mmm, sí, ya salgo —respondió Iruka, nervioso pero con una sonrisa en su voz.

Mientras esperaba, Kakashi se miró en el retrovisor, se echó un poco más de perfume y esperó. Pasaron unos minutos que se sintieron eternos, y entonces, Iruka bajó. Se veía hermoso, como siempre, pero esta vez lo cautivó más porque llevaba el cabello suelto, no amarrado como siempre. Iruka abrió la puerta del carro y saludó. Kakashi tuvo que obligarse a salir de la ensoñación y lo saludó con un beso en la mejilla, lo cual sonrojó a Iruka.

Iruka comenzó la conversación.

—Bien, ¿a dónde vamos? —preguntó, su curiosidad brillando en sus ojos.

—Es una sorpresa, pero sé que te encantará —respondió Kakashi con una sonrisa confiada.

Antes de arrancar, Kakashi se percató de algo. Extendió su brazo hasta la parte de atrás y sacó una pequeña caja plateada envuelta con un lazo blanco.

—Un regalo para ti —dijo, ofreciéndoselo con una mezcla de nervios y emoción.

La emoción de Iruka era evidente. Sus ojos brillaban con anticipación mientras aceptaba la caja con una sonrisa temblorosa.

—Gracias, es un gesto muy bonito —dijo Iruka, abriendo el regalo con cuidado.

Dentro, encontró un brazalete de plata con la inicial "I" y algunas gemas blancas. La delicadeza del brazalete y el detalle personal hicieron que Iruka se sonrojara aún más, mirando a Kakashi con ojos llenos de aprecio.

—Es... es muy bonito, Kakashi.

En ese momento, Kakashi se relajó. Había pensado mucho en ese regalo. Finalmente, arrancaron para la cita.

Llegaron a un lugar que Iruka no reconocía. Era un edificio de cristal enorme. Kakashi le abrió la puerta para que bajara. Entraron y vieron una mesa con dos sillas y comida recién hecha, como se podía ver por el vapor que salía. Había muchas plantas y árboles, y de repente, Iruka vio una mariposa.

—¡Es un mariposario! —dijo con mucha emoción, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría.

Kakashi se felicitaba internamente por hacer sonreír a Iruka. Se sentaron y comenzó su cita, al principio algo tímida, pero luego no pudieron dejar de hablar. Todo eran risas y algunos coqueteos que Kakashi lanzaba. Todo era perfecto; estaban en una burbuja en la cual no deseaban salir.

Finalmente, terminaron de comer y empezaron a caminar por todo el mariposario, el cual estaba reservado solo para ellos dos.

—Oye, no tenías que molestarte en hacer todo esto. Es muy lindo de tu parte —dijo Iruka, sonrojado, su voz llena de gratitud.

—Es lo que te mereces, Iruka —respondió Kakashi, riendo suavemente.

Siguieron hablando y caminando, disfrutando de la compañía mutua. Ya era tarde y Kakashi quería darle una última sorpresa. Lo guió al segundo piso y entraron en un balcón donde se podía ver la luna, una luna hermosa. Pero eso no era todo. En ese momento, comenzó una lluvia de estrellas. Iruka estaba más que cautivado. Sus ojos seguían cada estrella fugaz con asombro y felicidad. Se quedaron en un silencio cómodo, y Kakashi se arriesgó, poniendo su brazo alrededor de Iruka. Al ver que este no rechazó la cercanía, se felicitó a sí mismo. Iruka posó su cabeza en el hombro del peliblanco.

Ya siendo las 2 de la mañana, regresaron a la casa de Iruka. Kakashi le abrió la puerta del auto e Iruka, nuevamente, le agradeció.

—La pasé muy bien hoy contigo —dijo Iruka, su voz llena de sinceridad.

Kakashi no pudo evitar sonrojarse. Felizmente, casi ni se notaba por la máscara. Para despedirse, Iruka abrazó a Kakashi, quien recibió el abrazo gustoso, posando sus manos en la cintura del menor. Podía escuchar cómo sus corazones latían rápido y cómo les gustaba esa cercanía. Iruka le dio un beso en la mejilla a Kakashi.

—Nos vemos pronto —sonrió Iruka y entró tranquilo a su casa.

Kakashi se quedó afuera un tiempo más, con la mano en el pecho. Nunca se había sentido así, tan enamorado. Sentía que su corazón se le iba a salir del pecho, como si estuviera a punto de explotar de felicidad. La calidez del abrazo de Iruka aún permanecía en su piel, haciendo que un escalofrío de placer recorriera su cuerpo. Finalmente, entró a su auto y condujo, encontrándose con la iglesia Paz de nuevo, la cual estaba de luto, y ustedes ya saben la razón.

Aromas del Destino - KakairuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora