Damián se despertó con un sobresalto, el corazón latiéndole con fuerza. La imagen de Anya curándole las heridas en el baño seguía grabada en su mente, como un sueño que se resistía a desvanecerse. La había visto allí, con su cabello rosado como una cascada de seda, sus ojos verdes brillando con una intensidad que lo cautivaba. Su piel, bajo la tenue luz del baño, era como un lienzo de alabastro, suave y cálida al tacto. Él, sentado en la tina, con el torso desnudo, se sentía vulnerable, expuesto a su mirada.
Sus manos se habían rozado cuando ella le aplicaba la crema en el hombro, y Damián había sentido un escalofrío recorrer su cuerpo. Era como si una corriente eléctrica se hubiera disparado entre ellos, creando una conexión invisible, pero poderosa. La piel de Anya era tan suave, tan delicada... y él no podía evitar sentir una atracción irresistible hacia ella.
Recordó la forma en que sus labios casi se habían encontrado, la sensación de su aliento caliente en su rostro. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si el mundo se hubiera reducido a esos centímetros que los separaban. Damián había fantaseado con besar esos labios rosados y pomposos de Anya, con sentir su sabor, su textura. La imagen de su boca abierta, vulnerable, lo había dejado completamente cautivado.
En ese momento, Damián escuchó risas provenientes de la sala de estar. Decidió acercarse para ver qué sucedía. Al asomarse, vio a Anya, Loid y Yor en la cocina. La escena era como un cuadro de armonía: Loid, con su rostro serio pero con un brillo de complicidad en los ojos, estaba preparando el desayuno, moviéndose con una destreza que contrastaba con su usual rigidez. Anya, con su sonrisa radiante, ayudaba con las tortillas, sus manos ágiles y su risa contagiosa llenando el espacio. Yor, con su sonrisa cálida y maternal, limpiaba la mesa, su mirada llena de amor y satisfacción.
Damián se quedó paralizado, observando la escena con una mezcla de envidia y melancolía. Nunca había visto a una familia tan feliz, tan unidos. Su familia, los Desmond, eran asquerosamente ricos, pero también eran fríos y distantes. Él, como segundo hijo, siempre había sido ignorado, relegado a un segundo plano. Su padre, un hombre de negocios despiadado, solo se preocupaba por los números y el éxito, mientras que su madre, una mujer hermosa pero distante, se dedicaba a las fiestas y las compras, ajena a las necesidades emocionales de sus hijos.
La imagen de la familia Forger, tan llena de vida y amor, le produjo una punzada de dolor. Él anhelaba tener una familia así, una familia que lo aceptara, que lo amara sin condiciones.
Damián se sintió solo, con un vacío en el corazón que se extendía como una sombra oscura sobre su alma. Se dio cuenta de que la riqueza material no podía comprar la felicidad, la conexión humana, el amor.
En ese momento, Damián se preguntó si Anya, con su sonrisa radiante y su corazón tan abierto, podría comprender la profunda soledad que lo consumía.
-Segundo ¿Estás bien? -dijo Anya notando la mirada perdida del ojimiel.
-Si... solo que nunca vi a una familia..tan feliz -dijo con una sonrisa melancolíca
-No te preocupes..nosotros podríamos ser familia algún día -dijo Anya con una sonrisa dulce
Damián se sonrojó intensamente, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso que le llegaba hasta el cuello. Sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba hablar, pero las palabras se le atragantan en la garganta. "¿Quiere que seamos una familia?" La idea lleno de calidez todo su cuerpo "que dulce no sería mala idea...no para mi" Pero una punzada de inseguridad le recorrió la mente "Si ella no siente lo mismo por mi? Por que pienso esto si ni siquiera somos pareja... soy un idiota"

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Luces Del Pasado
Hayran KurguAl finalizar la operación Strix, Damian hijo del gran Partidario Donovan Desmond se ve afectado por que los alumnos de la escuela Edén lo ven con un gran desprecio por ser hijo de los Desmond, Anya Forger nota esto y se acerca a Damian para darle su...