Capítulo XI. Perdido

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Tal vez, había sido un poco inocente.

No, tal vez. Había sido cegado por sus sentimientos.

Y no es que Tin jamás se haya fijado en nadie más aparte de Can, pero lo que ese chico le hizo sentir fue tan magnético que sintió como iba caminando casi en automático hacía él. Quizás, si hubiera sido más atento, se habría fijado primero que ese chico, le era tan indiferente como cuando vas camiando por la calle y no volteas a ningún lugar.

Can era así, a sus ojos. Ese chico era diferente, un poco altanero, un poco grosero cuando le provocaban pero sobre todo, lleno de seguridad al hablar. Le encantaba verle hablar, verle reír o quedarse serio cuando ya estaba aburriendose. Si, Can era muy diferente a los demás.

En el fondo, sabía que no compartían el mismo sentimiento, que Can, hasta podía apostar que apenas y le toleraba, pero se esforzó, pensando que con paciencia y buenos modos, iba a lograr enamorarle poco a poco.

Y no lo logró....

Niega para si mismo y limpia su cara, ¿Había sido tan idiota? ¿No se fijó que Can al final era igual que todos? Porque si, para Tin ahora, ese chico solo había visto lo que había detrás de él y no en su persona. Tanto haberse cuidado, queriendo pasar desapercibido para que a lo último, Can lo supiera de todas formas y tal vez por eso, quizás había permitido aquellos besos.

No sirvió nada, ni lo lindo, ni lo atento, al final, debió presentarse con su apellido de frente.

Baja del auto, suspira al tomar sus cosas y cierra la puerta. No quería venir a clases pero eran casi las últimas y no debía perderselas. No tenía ganas de nada, quería quedarse en su cama y mirar a la nada por muchas horas, así como ayer, cuando pasó todo aquello y lo único que hizo fue meterse a la cama y mirar al techo hasta la madrugada. Tal vez lloró un poco pero no lo aceptaría.

Siente como se estacionan a su lado, hace un mueca pero decide esperar a que baje su amigo de ahí. Cuando lo hace, Pete le mira y se acerca un poco.

-- ¿Y ahora? -- le ve -- ¿Te mandaron a otro país o por qué esa cara?

-- Al contrario... -- empieza a caminar -- esa sería la buena noticia.

Pete le ve irse tan serio que le sigue, mirándole de reojo, suspira y baja la vista, ¿Ya le había roto el corazón? ¿Le dijo que no ayer?, en su defensa, el le dijo que esperara un poco más pero Tin había dicho que estaba seguro, que iba a arriesgarse y a lo mejor, había fallado.

-- ¿Te dijo que no? -- ve al frente

Suspira, toma su cabello un tanto y niega.

-- Se me olvidó... -- hace una mueca -- se debió haber quedado todo encendido en casa de mi abuela... todo se debió echar a perder...

-- ¿No le gustó tu propuesta? Te dije que esperaras más.

-- Tenías razón. -- le dice antes de todo -- Can solo quería dinero. -- medio sonríe -- Deberías de predecir el futuro eres bueno.

-- Tin... -- hace una mueca -- ¿Estás bien?

-- Si...

Le mira, parpadeando un poco, no va a negar que quiere llorar pero se rehúsa.

-- Lo siento.. -- su amigo le mira

-- Ya da igual. -- niega -- apurate que no quiero llegar tarde.

Avanza más rápido y su amigo le mira, yendo tras de él pero ni siquiera le espera, ¿Qué había pasado? Se preguntó ese chico alto pero solo bajó la vista y cuando llegaron al salón de clases se sentaron juntos como siempre, Tin dejó sus cosas sobre la mesa, miró al frente y se quedó ahí, en silencio, Pete le volteó a ver pero se negaba a preguntar.

A QUE NO ME DEJAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora