Capítulo XIII. La guerra

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Era la guerra.

O era el fin. Cualquiera de las dos sonaba horrible, suspira cansado, come de su helado y solo camina sin ver a su alrededor, Ae viene a su lado, molesto por lo que le estaba contando ahora en persona y solo avanza enojado al verle. ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿Se creía con ese derecho?

Si, Can había hecho cosas que no veía bien. Pero su amigo, era incapaz de hacer aquello que le pedía.

-- Debería de patearlo. -- le ve su amigo -- está loco ¿o qué? ¿Qué le pasa?

-- Está arruinandome... -- niega -- yo te juro. -- le mira -- que jamás e hecho algo así a cambio de dinero...

Le mira con sus ojitos acuosos, Ae niega y asiente.

-- Lo se... pero te dije Can, que un día ibas a tener problemas.

-- Me diste mala suerte. -- le mira -- ¿Vez? Estoy en la decadencia... me gasté lo último que tenía en este helado y rezaré en la noche porque mamá me de lo de siempre para el autobús, si no... tendré que madrugar y caminar. lo bueno que solo es esta semana...

-- Calmate, Can... -- niega -- todo estará bien...

-- No creo. -- suspira -- esa solicitud de empleo que dejé en esa heladería... dudo que me hablen

-- Te hablaran. -- le anima

-- Ya no iré a clases. -- voltea a verlo -- No puedo pagarle a Blue, no tengo ese dinero. Está arruinandome, Ae, ahora. Ahora me sigue, ayer le miré al salir de clases y se quedo viéndome hasta que desaparecí por los edificios. Luego me manda un mensaje y me dice que el lunes irá a buscarme para pagarle. Está loco.

-- Ya se... -- asiente -- vas a pagarle ese dinero. Y no quiero que vuelvas a meterte en problemas.

Sacando el dinero de la bolsa de su pantalón, Can le mira y niega al ver ese dinero frente a él. Ae estaba de broma.

-- No puedo. ¿Como voy a pagarte? Úsalo tu. Lo mejor es que no vuelva.

-- No puedes esconderte. -- le da de nuevo el dinero -- dáselo a Blue y que te deje en paz.

-- Estoy tan arruinado que me doy hasta pena... -- mira su helado, ya llegando lo derretido a su mano -- estoy... deja de hablarme, no vaya a ser que te pegue la mala suerte.

-- Ya cálmate. -- le pasa un brazo alrededor -- todo estará mejor.

Poniendo el dinero en la bolsa de su pantalón, Can medio sonríe y promete pagarlo. Era su mejor amigo, no había duda, sin él, jamás se habría animado a hacer lo que tanto le gusta y ahora, estuviera aprendiendo a dar analgésicos o suturar una pechuga de pollo. No era lo suyo, admiraba esa profesión, pero lo de él siempre ha sido coser esa pechuga y con verduras.

Avanzan por el centro comercial, dispuestos a irse a casa y tomar el autobús que todavía su amigo, iba a pagarle. Se termina su helado casi derretido, mira al frente y Ae recibió un golpe tan fuerte en el hombro que se quejó al instante.

-- ¡Ahí viene el idiota ese! -- le señala -- Me cae tan mal...

-- ¿Quién..?

-- Ahí, en las escaleras..

Ambos voltean. Ae mira al chico que señala y sonríe, haciendo lo mismo aquel chico, Can abrió los labios y le miró.

-- ¿Y por qué le sonríes? -- le reclama

-- Tropezamos el otro día en las copiadoras. -- se ríe

-- Que gracia te da. -- cruza los brazos -- pues es el amigo de Tin, el metido.

A QUE NO ME DEJAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora