A QUE NO ME DEJAS

Capítulo XIV. Descansa

Decir que tenía vergüenza era poco.

No le agradaba para nada estar ahí, sentado en el suelo, con ganas de volver a acostarse porque simplemente le duele todo con tan solo sentarse, no puede ponerse de pie lo ha intentado varías veces pero siempre se acuesta de nuevo.

Le había dolido mucho, se esperaba encontrarse a Blue tal y como le dijo, pero esperarle hasta esas horas había sido el colmo, Can se había quedado en la cocina haciendo algunas cosas y se le hizo tarde, cuando fue a tomar el último autobús, iba corriendo porque estaba a nada de pasar, casi al llegar a la parada, se detuvo cuando vio a Blue y su primo, ambos ahí, de pronto el autobus pasó a toda prisa y suspiró. No era su noche.

Se acercó para darles lo que claramente querían, sacó de su mochila aquel dinero y miró a Yeon con todo el enojo. Lo recibió de igual manera, no si antes un par de insultos que Can le contestó y cuando esté iba a irse caminando para llegar a casa, no supo quien de los dos había sido pero le habían tirado al suelo, luego vio a Blue y sintió tan fuerte aquel golpe en su cara que hizo una mueca, cuando pensó que se habían ido, quiso levantarse pero uno de los dos se había regresado y le peteo tanto, que jura que dejó de respirar unos segundos.

Niega al rehúsarse a llorar, baja la vista pero Tin estaba ahí, de rodillas viendole mientras el está sentado en la banca y no se puede ni siquiera mover para irse de una vez. ¿De donde había salido? No es que le molestara tenerle ahí pero tenía ahora tanta pena, que no quería ni verlo.

-- Can... -- le mira -- ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Te asaltaron o algo así?

-- Nada...

-- ¿Qué haces tan tarde? No deberías quedarte tanto, es muy tarde, no hay nadie aquí...

-- Ya... -- niega -- déjame, yo me voy en unos minutos..

-- ¿En unos minutos? -- abre los ojos -- ¿Estás esperando a alguien?

Can no le responde, Tin le mira pero asiente, tal vez y seguía metiéndose en asuntos que jamás debió meterse. Se puso de pié, miró a todos lados y le habló de nuevo.

-- Te vez mal. -- le ve -- pero si alguien vendrá por ti está bien. Esperaré hasta que te vayas.

Can cierra los ojos, mira a su lado y recuerda su mochila, la cual está tirada cerca de donde lo dejaron y trata de levantarse. Fue mala idea porque no pudo siquiera levantarse un centímetro.

-- Tin... -- hace una mueca -- ¿Me podrías pasar mi mochila?

El chico ve a su alrededor, busca con la mirada aquello y cuando lo encuentra, le trae de regreso su mochila, haciendo que Can busque su teléfono y cuando le encuentra, casi se pone a llorar de verdad. ¿Quién fue el imbecil que pisoteo su teléfono?

-- Esta... roto. -- Tin le mira -- ¿Quieres llamar a alguien?

-- No... -- solloza -- a nadie...

-- ¿Me dirás que pasó?

-- No.. -- talla sus ojos -- ya vete, déjame

-- ¿Seguro?

-- Te estás tardando...

Sorbe su nariz y le ve, con sus ojitos llenos y su cara golpeada, Tin le mira a los ojos y jura que jamás había visto algo tan vulnerable de frente.

-- Dime. -- le pide -- ¿Qué te pasó?

-- Quiero ir a casa.. -- niega

-- ¿Quieres que te lleve? ¿O van a venir por ti? Dime la verdad, o dime algo.

-- Yo.. -- llora -- es que... no, no me puedo siquiera poner de pie...-- solloza -- me duele mucho, Tin...

Haciendo que ese chico se le acerque rápidamente, mirándole con toda la preocupación del mundo le ayuda al ponerse de pie. Mirando como se queja, como gime ante el dolor pero le ayuda, se pone su mochila al hombro, le carga con todo el miedo de lastimarle más pero le sube al auto, sube por igual, ve como se acomoda en el asiento con dificultad y vuelve a ayudarle hasta que queda cómodo, o al menos mejor.