Estúpido

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A las tres estaba tan distante como siempre.   

Joder, sí la había cagado...  

Llevaban patrullando una hora completamente en silencio, pero el ambiente era demasiado tenso. 

¿Porqué debía ser tan imbécil? Todo el pequeño avance que había hecho a la mismísima mierda...

Así que se adelantó un poco y la encaró, ya harto de toda la tensión

—No quería decir eso

Pero Ochako lo esquivó

—Sabes que se me da como la mierda decir lo que pienso y estaba cabreado

Continuó caminando sin mirarlo y empezó a correr hacia lo que parecía ser un villano a la fuga

Bakugo apretó los dientes y detonó para alcanzarla, pero se había quitado la gravedad y ya estaba prácticamente a la otra punta de la calle 

Ochako detuvo a los atracadores y continuó desplazándose así, solo hablando con su propia mente

Aunque en realidad tenía poco que reflexionar, solo tenía claro que no volvería a esperar la bondad de nadie, que solo podía confiar en ella misma. Pero en realidad sabía que eso no era así, solo que aún no estaba preparada para volver a quitarse la coraza que ahora mismo la estaba protegiendo

De repente algo tiró de sus cables, haciéndola girar hasta que chocó con el pecho de Bakugo con tanta fuerza que el dolor del golpe le subió hasta la frente. 

—No puedes estar ignorándome toda la maldita tarde— dijo levantando su brazo con los cables— ni mañana ni cuando te plazca, a no ser que quieras que hagamos un trabajo de mierda y, no se tú, pero yo no pienso hacerlo

Ochako lo miró a los ojos, fieros aunque acuosos por el golpe 

—¡Es lo que te mereces!

Bakugo tiró de los cables sin darse cuenta— ¡¿Pero cuantas veces me tengo que disculpar, joder?!

Y ella también tiró, haciendo que sus cabezas chocaran, solo que esta vez Ochako la había endurecido con la gravedad aposta para devolverle el golpe, haciendo que Bakugo se echara hacia atrás y la soltara

—¡Las veces que hagan falta! ¡No la cagues y no tendrás que disculparte! ¡Y ahora si me disculpas tú a mi, me voy a hacer mi trabajo! ¡¿O quieres algo más?!

Bakugo la miró por unos segundos; tenía la nariz roja, la respiración irregular y parecía que se iba a romper en cualquier momento

—¡Solo quiero que me dejes en paz! ¡Joder! ¡¿Tan complicado es?! ¡No te he pedido nada! ¡No quiero nada! ¡Sólo déjame trabajar y ya está!— y explotó, volviéndose roja y yéndose de un solo salto, dejándolo solo en la calle

Bakugo bufó y se revolvió el pelo, frustrado, hasta que se dio cuenta de que la gente los había escuchado y estaban todos mirándolo, algunos incluso grabándolo

—¡¿Se puede saber que miráis!?— bramó y todos los civiles se dispersaron tan rápido como pudieron

Genial, lo que le faltaba, que ahora salieran titulares de que habían discutido por la calle

Detonó y se elevó para encontrarla, porque aunque estuviera enfadada había una amenaza muy real y no pensaba dejarla sola... Aunque también era porque se sentía culpable

Realmente nunca la había visto tan rota, ni después de la guerra, y supuso que era porque ahora se sentía demasiado sola, así que enfocó un poco más los ojos y se dio más prisa para encontrarla 

Una nueva etapaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora