Casa II

93 20 2
                                    

Estoy en el salón, en nuestro salón, temblando, llorando. 

Acabamos de tener nuestra discusión más fuerte

Él me mira des del otro lado también temblando. Inhala una vez, dos, y abre la boca

—No quería decir eso

Arrugo la nariz y aparto la cara para que no pueda verme, algo realmente inútil

—H-has dicho que no me necesitan más

—Y-yo... No quería decir eso

Me encojo y aprieto los brazos intentando mantener la distancia que nos separa

—En el fondo es eso, ¿Verdad? No soy lo bastante fuerte, ya no confías en mi—susurro y pasan unos minutos hasta que me contesta

—No es eso

—¿Entonces porqué no me dejas ayudarte? ¿Porqué dices que es más seguro que no vaya a trabajar?— intento levantar la voz pero se me quiebra— ¿Sabes como me miran los de la agencia?— dudo, pero lo digo— ¿Acaso ya no somos un equipo?

—N-no, ¡No es eso!— dice estallando en llanto y echándose el pelo hacia atrás con las dos manos— no te lo puedo explicar, yo... Lo siento Ochako

Y se va, dejándome sola en medio del salón, llorando

Me despierto de un sobresalto. Solo ha sido un sueño, un maldito sueño, pero no puedo evitar acurrucarme y romperme.

¿Porqué tenía que soñar con nuestra última discusión antes de dejarlo? ¿Porqué tenía que recordar eso? 

No me muevo hasta que siento todas mis extremidades entumecidas y me alegro aún menos de existir cuando me doy cuenta de que tengo que salir a comprar

Resoplo, me acomodo mi sudadera más grande y voy cojeando hacia la puerta. 

—¿A donde vas?

Me giro y quedo iluminada por la perfección de un Bakugo recién levantado para ir a correr. Lo que me faltaba

No contesto, tampoco me muevo, así que no puede evitar lanzarme una mala mirada

—¿Y la silla de ruedas?

—No la necesito— sentencio y empiezo a cojear hasta el rellano. Conociéndolo no le importará mucho y me dejará en paz

—Tu cojera dice lo contrario— pero parece que hoy no es para nada mi día

—Mi cojera es mi problema

—Y que Mina se entere es el mío 

Lo fulmino y él me devuelve la mala mirada. ¿En serio?

—¿Si me acompañas me dejas en paz? No pienso ir con la silla

Él rueda los ojos y me toma por el codo, un agarre brusco pero que puedo utilizar para apoyarme un poco en él

La verdad es que la semana se ha hecho eterna, aunque las riñas con Bakugo me han entretenido mucho. El martes lo abordé con una retahíla de preguntas sobre el libro y gané porque me lo acabó tirando a la cara para que me lo leyera y lo dejara en paz, así que me entretuve unas horas más, porque si, eso fue lo que me duró leerlo. 

También me he estado entreteniendo haciéndole una pequeña sorpresa a Mina, así que, pensándolo mejor, tampoco ha sido una semana tan mala, aunque sería mucho mejor si no tuviera que curarme la maldita herida. Me escuece y aún no consigo apoyar todo mi peso, pero por lo menos he podido dejar la silla ya. 

Una nueva etapaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora