Código de acceso a tu corazón | MoonSun

Capítulo I: Nuevo día.

Narrador de Moon Byul.

—Ven aquí Bear, que te voy a reventar con cincuenta bombas —habló Minhyuk.

—Atrápame si puedes —respondió Seulgi

A los pocos instantes se escucha el clásico sonido de la bomba explotando y el marcador de la cantidad de vidas de Seulgi se redujo a dos.

—¡Ahh! Idiota, ¡Hámster! Ayúdame con Ninja —gritó.

—¿Se les olvida que tenemos que combatir contra los monstruos y no entre nosotros? —respondí con una sonrisa burlona.

—Bear se está robando mis monstruos —respondió Minhyuk.

—Llorón, hay más, ¿por qué no vas por ellos? —espetó Seulgi.

—Rápido, tenemos que terminar esto antes de las doce, sino nos pagarán menos.

Seulgi y Minhyuk asintieron y seguimos jugando nuestro juego de Bomberman modificado.

Teníamos diferentes tácticas de hackeo, una de ellas era éste videojuego exclusivo para cuando teníamos que robar dinero de una cuenta de banco; en segundo plano se ejecutaba el código y los puntos marcados en la pantalla eran la cantidad de dinero que estábamos robando; los monstruos representaban el sistema de defensa del dispositivo atacado y en la pantalla del ordenador de ese dispositivo aparecía nuestra partida en vivo de bomberman sin poderse quitar.
También habíamos optado por usar nombres clave, muy tontos, pero qué más podíamos inventar, teníamos catorce años cuando iniciamos con esto.

—Llevamos medio millón y tenemos que completar el millón —insistí.

—Eso lo puedo solucionar rápido —dijo Minhyuk—. ¡Súper bomba atómica!

Minhyuk corrió al centro del mapa, plantando una bomba que al estallar se dispersó por todo el mapa, matándonos a todos. Rápidamente las palabras Game Over aparecieron en la pantalla.

—Idiota, nos mataste a todos —respondió Seulgi.

—Pero completamos el millón —dijo Minhyuk con una sonrisa, recargándose en su silla.

—Ahora a esperar a que nos llegue nuestra paga —dije, pero tan pronto como terminé de hablar, llegó una notificación de un depósito a nuestra cuenta—. Fue un placer trabajar con ustedes —leí la descripción que tenía la notificación—. Ya nos pagaron.

—¡Sí! Maldita sea —exclamó Minhyuk.

—Eso fue rápido —dijo Seulgi—, ¿qué hora es?

—Casi las doce, y mañana regresamos a la universidad —respondí, dando vueltas en mi silla.

—Dios... ¿tan rápido pasó un mes? —se quejó Minhyuk y pasó sus manos por su cara.

—Yo no me quejo, mañana volveré a ver a Irene —habló Seulgi con una sonrisa.

—Se fue a Estados Unidos de vacaciones con su familia, ¿no? —pregunté.

—Sí, llegó hoy por la tarde, pero no pude ir a visitarla por éste... estúpido trabajo —azotó el mouse contra su escritorio.

—Oigan, ¿nos dedicaremos a esto toda la vida? —preguntó Minhyuk.

La videollamada se quedó en silencio, los tres nos mirábamos los unos a los otros en busca de una respuesta.
Una diferente a la que ya conocíamos.

—Pues firmamos nuestra sentencia de muerte al... entrar a este mundo, así que... —Seulgi se encogió de hombros.

—Es un laberinto sin salida —respondí.