UN NUEVO CAMBIO

CAPÍTULO 47

Todos los países se dirigían a su destino a gran velocidad, hacia el departamento de Ica... podían ver a través de las ventanas el desierto de la región, así como pequeños pueblos, que estaban muy bien desarrollados por supuesto.

México: Y pensar que la gente aquí sabe sobrevivir en un desierto... - el mexicano veía asombrado todo el lugar.

Rusia: Ni que lo creas... hay muchas áreas verdes en los pueblos y pequeñas ciudades, imagínate la capital, apuesto a que tendrá más árboles... - habló el ruso, viendo a detalle cada pequeña cosa a través de la ventana.

México: Increíble... - susurró, los países se acercaban a la gran capital, todos veían los enormes edificios y se podía escuchar la música hasta donde estaban, parecía que había una fiesta.

El tren paró lentamente, habían llegado a la estación flotante, una vez que bajaron por el ascensor fueron recibidos por un joven, quien mantenía una suave sonrisa en su rostro.

Ica: ¡Bienvenidos a la grandiosa capital de mis tierras! Se encuentran ahora en la Ciudad de Ica, soy su anfitrión, representante de estas tierras... - dio una leve reverencia - Ica, a sus servicios... - volvió a su postura erguida y orgullosa para sonreírles con emoción.

ONU: Es grato estar aquí, ¡la ciudad es muy bonita! - habló la organización, correspondiendo su amable gesto, generando risitas en el iqueño.

Ica: Vengan, es hora de iniciar el recorrido y se hospedarán fuera de la capital, les encantará el lugar a donde irán, ¡pero primero! Recorramos las calles de esta bulliciosa y alegre ciudad, llena de música y buena bebida, ¡les encantará probar nuestro vino! ¡Y que decir de nuestra bebida por excelencia! - su tono se escuchaba orgulloso, de alguna forma, alegraba a los países.

Pasaron toda la mañana visitando los atractivos de la ciudad, como los museos y parques, probaron la comida de los muchos restaurantes que habían y disfrutaron de algunos bailes que la gente del lugar daba en plena plaza o en pequeño parques, así también al casi haberse emborrachado con el vino y el buen pisco. Lamentablemente era hora de ir al hotel, antes de que Ica les dijera que irían fuera de la capital, pensaban que el hotel Country estaría en la ciudad principal. Ahora, se trasladaban en los carros especiales para la arena, les sorprendía un poco la velocidad en la que iban.

C. del Vaticano: ¿Se puede saber porque te sientes nervioso? - preguntó viendo a un atento iqueño, mirando con nervios a sus alrededores.

Ica: Ya verá por qué... - respondió, dejando asustados a los países de ese carro, prácticamente el iqueño iba fuera de este, equipado para hacer sandboarding, casco, lentes protectores, la inigualable tabla y unos guantes, para sujetar el arco que llevaba entre las manos, y por supuesto, las flechas, guardadas en su estuche y que colgaban de su hombro, bien acomodado para que no se cayera, todo su equipo combinaba el amarillo y el verde.

Sorprendentemente, no solo era él quien llevaba todo eso, también algunos humanos estaban equipados, pero tenían colores diferentes, unos cuantos eran de amarillo y otros de verde, con arcos más pequeños que la representación.

La tranquilidad del viaje fue interrumpida por un estruendo, que se escuchaba bajo tierra - ¡Ahí vienen! - gritó uno de los hombres armados.

Ica: ¡ACELEREN DE UNA MALDITA VEZ! ¡TOMEN POSICIONES Y PREPARÉNSE PARA ATACAR! - gritó, comandando a todo su equipo, el joven peruano se alejó del carro.

Burundi: ¡¿Qué está pasando?! - veía asustado como los humanos se alejaban de los carros y se alistaban para atacar, además, los temblores ponían más nerviosos a los visitantes y por supuesto, la velocidad a la que iban.

De un momento a otro todos los temblores se detuvieron, los países miraban a sus alrededores mientras los carros seguían avanzando, los defensores mantenían el ceño fruncido, teniendo listos los arcos y las flechas, sin que nadie se lo espere... una enorme mano salió de la arena y si no fuera por la agilidad de uno de los choferes, habrían acabado aplastados, entonces los gritos de horror empezaron al ver como enormes hombres salían de la arena, bastante furiosos.