X Capitulo 15 X

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—y  y y, y eso fue lo que dijo, pero esta mintiendo, yo se que esta mintiendo ¿verdad que esta mintiendo Kurapika? —él nombrado no hizo más que asentir ante las palabras desesperadas de la niña junto a él —yo no soy grosera —Hinata miro al rubio con ojos de cachorro, buscando una confirmación extra en lo que dijo.

Kurapika suspiro enternecido por su mirada de borrego. Había algo en ella que lo volvía vulnerable, débil, sumamente complaciente, y no sabía la razón.

—no, tienes razón. No eres grosera, sin embargo —él rubio hizo una pausa, tomando un pañuelo de seda de su tribal para limpiar el rostro manchado en lágrimas de Hinata —no todas las personas pueden ver eso. No todos son capaces de diferenciar una grosería o clasificar las aptitudes de las personas y simplemente las colocan todas bajo una misma clasificación —explicó el kurta terminando de limpiar el rostro femenino —por eso siempre debes medir el tono de voz, las palabras, he incluso en la mayoría de los casos los gestos que haces con tu rostro al hablar —él le sonrió.

Hinata lo miró con cortesía, lo miró de la misma forma en la que miraría a Sabo cuando le contaba historias de alguna misión, y su corazón se calentó. Kurapika mordió la cara interna de su mejilla ante la mirada de ella, tierno, demasiado tierno.

—tal vez... Mi tono hacia Killua no a sido el mejor de todos —Hinata enfocó su atención, ya no en Kurapika, si no en un delicioso flan de chocolate qué él rubio había obtenido para ella —Kurapika tiene razón —

—aaa ¿la tengo? —pregunto con sorpresa, siendo honesto, esperaba que ella tuviese otra reacción.

— ujum... Killua es un buen niño, solo es algo caprichoso —ella sonrió recordando al joven albino y sus ganas de explorar toda la nave. Su atención volvió a enfocarse en él rubio, era tan suave y cálido, y Hinata se sentía feliz junto a él —nee Kurapika —

—¿si..? —

—gracias, gracias en verdad —expreso con sinceridad, acercándose a Kurapika y abrazándolo por su pecho, restregando su rostro y cabello en él, grabandose los latidos freneticos de su corazón y su aroma —yo... Realmente me siento feliz contigo... Me recuerdas a mi querido Aniki... ¿Puedo llamarte Aniki también? —

—... Por supuesto —con los sentidos adormecidos, Kurapika tomo un mechon de cabello largo y sedoso y lo coloco con suavidad detrás de su oreja —estaré feliz de ser tu Aniki —respondió finamente con una sonrisa suave.

Hinata sonrió de nuevo, con esas sonrisas de luz de sol que podrían llegar a conquistar países enteros, y Kurapika supo que estaba perdido.

—¡qué bien! ¡Eso me hace tan feliz! —rápido y con energía, como si nunca hubiese llegado llorando, Hinata se levantó de la mesa y tomo el flan de chocolate entre sus manos, con un nuevo objetivo —neee Kura-Aniki, iré a buscar a Killua para disculparme con el, no me tardo~~ —

sin esperar una respuesta por parte del rubio, Hinata, se alejo dando pequeños saltos alegres hasta desaparecer de la vista del kurta. Él por su parte, en cuanto dejó de ver a la de ojos exóticos, llevo una mano a su rostro con la necesidad de ocultar el sonrojo inmenso de su cara. Respirando de manera entrecortada. Kurapika estaba casi seguro de que sus ojos habían adquirido aquel tono escarlata tan llamativo que pertenecía a su clan.

—oye Kurapika ¿estas bien? —pregunto un recien llegado Leorio viendo al rubio al borde del colapso.

—ahora soy... Kura-Aniki —aun con la cara tapada, Kurapika balbuceaba palabra tras palabra preocupando al mayor.

(...)

El goteo constante de la sangre ajena llenaba el pasillo del dirigíble de un sonido un tanto particular del que Hinata no era ajena, tampoco a aquel extraño frío que siempre quedaba ante la aparición del ángel de la muerte o del olor a muerte misma. Hinata lo conocía, no era ajena al asesinato pero, eso no la preparo para ver al chico albino matar a dos pobres diablos.

Guíame a la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora