Capítulo 5: Arreglada.

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Llegué a su casa después de unos minutos caminando, estaba realmente nerviosa pero deseaba verle.

Estaba cada vez más cerca de la dirección, empecé a mirar todos los números de las casas, esperando encontrar una casa...Humilde, supongo. Sin embargo, no era especialmente una casa humilde lo que encontré. Revisé varias veces que estaba en la calle correcta y en el número correcto y después observé un poco desde lo lejos su casa, era una casa moderna.

Muy moderna diría yo. Era una casa de color blanco, con grandes ventanales y tenía un tamaño bastante decente.

Arreglé mi pelo rápidamente y me aseguré de pasar mi mano por el largo del vestido, intentando disimular cualquier pequeña arruga que hubiera en él, por fin, toqué el timbre, nadie respondió hasta unos minutos más tarde cuando alguien me abrió la puerta.

Habían sido los dos minutos más largos de la historia, la paciencia no es mi cualidad e incluso en tan poco tiempo ya me había replanteado volver a llamar por si no lo había escuchado, por supuesto que lo había escuchado.

El chico abrió la puerta sin mirar primero quien era y al verme sonrió, era Kay.

—¡Bienvenida!— dijo él con una sonrisa.

—Hola, hola, mira, lo que he traído.— Estaba muy nerviosa, no sabía qué decir así que hablé del pastel y lo levanté un poco para que lo viera.

—Oh, que buena pinta tiene, vamos, pasa, hace mucho calor aquí fuera, los bombones se derriten al sol.— Se apartó al lado de la puerta para permitirme entrar, me había costado bastante entender aquella broma de los bombones, de hecho, no la entendí hasta volver a mi propia casa. Yo estaba en lo cierto, la casa tenía un patio delantero, había también un coche aparcado en el camino hacia el garaje,

Aunque por supuesto que no me fijé en nada de eso, solo podía mirar a su sonrisa, ¿me había llamado indirectamente bombón o era solo mi imaginación? Definitivamente iba a derretirme.

Asentí con la cabeza mientras sonreía y pasé dentro, fue ahí cuando me fijé un poco en su casa.

¿Vivía él solo? Era una casa muy grande para ser así.

Me giré para mirarle, estaba cerrando la puerta, pero no tardó mucho más en volver a mi lado, era un chico bastante alto comparado a mí, cosa que tampoco era muy complicada con mi altura. Cuando se acercó tuve que mirar ligeramente hacia arriba.

Su sonrisa disminuyó unos segundos al verme pero volvió igual de deprisa. Aquello me dejó algo desconcertada pero sus palabras no me dejaron pensar demasiado en ello.

—Déjame, yo llevaré esto, vamos. — Agarró el pastel y subió primero, había varios escalones para subir a su casa.

—Wow, tienes una casa preciosa, ¿la has decorado tú?— Pregunté mientras, de forma un poco descarada, observaba su casa, tenía un decorado minimalista, colores neutros y suelo de madera, en general se veía muy acogedora a pesar de su simplicidad.

—Sí, digamos que lo he decorado yo, algo así. ¿Qué te parece si vamos a la cocina y partimos esto?— Me volvió a mostrar por enésima quinta vez aquellas perlas que tenía como sonrisa y se dirigió a la cocina. —Siéntete como en casa— Dijo para finalizar.

—Me parece la mejor idea. —Volvimos a mantener el silencio mientras caminábamos, fue un camino muy corto como para que llegara a ser incómodo.

La cocina era una de las cocinas más bonitas que había visto, seguía la misma temática que las demás de las estancias, colores neutros, suelo de madera. Armarios de colores oscuros y la encimera de un mármol blanco impecable.

Efímero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora