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De repente, la puerta se abrió de golpe y entró Malik, claramente agitado. Se dirigió directamente a mí.

—¿Dónde está Donovan? —preguntó con urgencia.

—Está en su cuarto —le respondí rápidamente.

Malik asintió.

Después de que Malik se fue, me quedé mirando por la ventana, sumida en mis pensamientos.

—Zoe —dijo suavemente, levantándose del piso donde había estado sentado.

Me giré para mirarlo, sintiendo una punzada en el corazón.

—¿Qué pasa, Et?

—Voy a regresar a Francia con mi familia —anunció, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y resolución.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras. Finalmente, asentí, aunque me costaba aceptar la realidad.

—¿Cuándo te vas? —pregunté, mi voz apenas un susurro.

—Esta misma tarde —respondió, tomando mis manos entre las suyas—. Quería despedirme de ti antes de irme.

Sentí que las lágrimas amenazaban con salir, pero las contuve. Le di una sonrisa triste.

—Gracias por todo, Et. Por estar ahí cuando más lo necesitaba.

Et me abrazó, apretándome contra su pecho.

—Siempre estaré aquí para ti, Zoe, no importa dónde esté. Cuídate mucho.

Nos separamos y lo vi salir por la puerta, con el corazón pesado. A veces, las despedidas son inevitables, pero eso no las hace menos dolorosas.

Mientras el carro atravesaba los paisajes cada vez más familiares de Alemania, un nudo comenzó a formarse en mi estómago. El cielo gris sobre nosotros parecía presagiar algo oscuro, algo que no quería enfrentar. Reconocí las calles, los edificios, los colores apagados del lugar, y una sensación de pánico empezó a crecer en mi pecho. No era solo el hecho de estar de vuelta en Alemania, era lo que este lugar representaba: el pasado del que había intentado escapar.

Mis pensamientos comenzaron a girar en torno a Leo, uno de mis exnovios, un mafioso que había dejado una marca profunda en mí. Él no solo era peligroso, sino que me había atormentado durante todo el tiempo que estuve aquí. Las cosas que me hizo pasar, los días oscuros y las noches aún peores, todo volvió a mi mente como un torrente incontrolable. Había trabajado tan duro para salir de su sombra, para dejar atrás ese infierno que me había hecho vivir, y ahora, estábamos volviendo justo a su territorio.

—No... no puedo hacer esto —murmuré, sintiendo que mi respiración se aceleraba.

—¿Qué dijiste, Zoe? —preguntó Bill, girando su cabeza para mirarme desde el asiento delantero. El tono de su voz estaba cargado de preocupación.

—No puedo ir a Alemania —dije, más fuerte esta vez, mis palabras salieron apresuradas y llenas de ansiedad. —Leo... él está aquí.

Al decir su nombre, sentí una punzada de terror. La mención de Leo hizo que el ambiente en el carro se volviera aún más tenso, como si su nombre fuera capaz de invocar la oscuridad que siempre había traído a mi vida.

Donovan apretó las manos sobre el volante, su expresión se endureció mientras procesaba lo que acababa de decir.

—Zoe, todo estará bien —dijo en un intento de calmarme, pero sus palabras no lograron ahuyentar el miedo que se había instalado en mi pecho. —Te protegeremos, no tienes que preocuparte por Leo.

Amor Sobre Ruedas †★ TOM KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora