§ 006

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A las 5 de la mañana, el sonido insistente de mi teléfono me despertó de un sueño profundo. Contesté sin pensar demasiado, aún con los ojos medio cerrados.

—Zoe, prepárate. Ya eres parte del negocio—, dijo Alex, su voz baja y llena de emoción. —Vamos a robar un camión de gasolina. Te recojo en diez minutos—.

Salté de la cama, el corazón latiéndome con fuerza. Me vestí rápidamente, con ropa que sabía que me permitiría moverme con facilidad. Salté por la ventana, asegurándome de no hacer ruido para no despertar a mi padre. Tomé las llaves de mi carro, destapé a mi “bebé” – mi Nissan 350Z – y me puse en marcha.

En el punto de encuentro, vi a Alex junto a Malik y a otros dos chicos nuevos, los hermanos de México, Marco y Franco. Ambos tenían una actitud que desprendía confianza y buen humor, a pesar de la peligrosa misión que nos esperaba.

Nos dirigimos hacia el norte, siguiendo el sol naciente que nos guiaba con su luz dorada. El camión de gasolina estaba programado para pasar por una carretera solitaria, un lugar perfecto para nuestra operación.

Alex nos reunió a todos antes del robo para repasar el plan. Malik y yo nos adelantaríamos en nuestros carros, asegurándonos de que la carretera estuviera despejada. Marco y Franco, en su camioneta, se colocarían detrás del camión para forzarlo a reducir la velocidad, mientras Alex se acercaría por el costado en su auto.

Nos posicionamos según el plan. El camión apareció justo a tiempo, su gran figura llenando la carretera mientras el sol brillaba detrás de él. Malik y yo nos colocamos a la cabeza, disminuyendo la velocidad para obligarlo a frenar. Marco y Franco empezaron a acercarse por detrás, reduciendo el espacio para que el camión pudiera maniobrar.

Alex aceleró y se emparejó con el camión. Desde la ventana, con destreza, lanzó un gancho hacia la puerta del conductor. Mientras el conductor intentaba entender qué estaba pasando, Alex abrió la puerta y lo sacó del camión con un movimiento rápido, tomando control del volante.

Una vez que Alex tuvo el camión bajo control, Malik y yo nos aseguramos de bloquear el tráfico para que nadie nos siguiera. Marco y Franco hicieron una señal para que aceleráramos y nos desviamos hacia una salida, llevándonos el camión lejos de la vista de cualquier testigo.

El sol seguía ascendiendo mientras nos dirigíamos a un lugar seguro para descargar la gasolina. Habíamos logrado el robo sin ningún contratiempo, cada uno de nosotros desempeñando su papel a la perfección.

Mientras conducía, sentí una mezcla de adrenalina y satisfacción. Había superado una prueba importante, ganándome un lugar en el negocio junto a Alex y los demás.

Finalmente, llegamos al destino seguro, y al estacionar, sentí un fuerte alivio al saber que habíamos completado el trabajo sin problemas. Alex se acercó a mí, con una sonrisa que reflejaba el éxito de la operación.

—Bien hecho, Zoe—, me dijo, y su aprobación significaba más de lo que hubiera esperado. Había cruzado una línea hacia un nuevo mundo, y aunque estaba llena de incertidumbres, estaba lista para enfrentar lo que viniera.

Horas después.

La noche era vibrante en la reunión de los corredores, la atmósfera cargada de emoción y el olor a gasolina en el aire. Los chicos habían llegado con el tanque de gasolina y lo estaban vendiendo a los corredores, lo que creó un alboroto entre el público. De repente, Tom, con el ceño fruncido, se acercó a Alex, visiblemente molesto.

—¿Por qué te metes con mis cosas, Alex?— le reclamó Tom, sus palabras llenas de ira contenida. Alex, sin inmutarse, sonrió sarcásticamente y lo desafió a una carrera.

Amor Sobre Ruedas †★ TOM KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora