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Estaba aún en la videollamada con Et cuando escuché un suave golpeteo en la puerta. Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió y Tom entró, trayendo una bandeja con mi cena. Su expresión era cerrada, sus ojos se estrecharon al ver a Et en la pantalla, lanzándole una mirada cargada de desdén.

—Tu cena,— dijo en voz baja, su tono algo brusco mientras colocaba la bandeja en mi escritorio. Sentí la tensión en el aire, como si algo invisible estuviera presionando contra mi pecho.

—Gracias, Tom,— murmuré, tratando de no dejar que su actitud me afectara demasiado.

Tom no respondió. En lugar de eso, me lanzó una última mirada, una mezcla de frustración y algo más que no pude identificar del todo, antes de salir de la habitación con pasos rápidos y pesados. Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana justo a tiempo para verlo bajar apresuradamente las escaleras de la entrada, subirse a su carro, y arrancar sin mirar atrás.

—¿Está bien?— preguntó Et desde la pantalla, su voz suave y preocupada.

Asentí, aún mirando por el balcón cómo las luces traseras del carro de Tom se desvanecían en la distancia. —Sí, solo... él a veces se pone así.—

Et suspiró al otro lado de la llamada. —Tiene los ojos de un demonio cuando se enoja, ¿te diste cuenta?—

Me giré hacia el teléfono, una sonrisa triste apareciendo en mis labios. —Sí, lo noté.— Era difícil ignorar esa mirada, la forma en que parecía quemar todo a su paso. Me senté en mi escritorio, tomando los cubiertos y empezando a comer, mientras Et se recostaba contra una lámpara en su habitación, observándome a través de la pantalla.

El silencio se instaló entre nosotros, pero no era incómodo. Era un silencio de comprensión, de saber que a pesar de la distancia y los problemas, aún podíamos encontrar consuelo en la compañía del otro, incluso a través de una pantalla.







La noche siguiente llegó más rápido de lo que esperaba. Donovan, Han, Malik y Bill se estaban preparando para salir a una carrera, pero cuando me invitaron, simplemente negué con la cabeza. No tenía ganas de salir, y ellos lo aceptaron sin insistir. Justo antes de irse, Han se acercó a mí y con una sonrisa preocupada me dijo:

—Espera a Tom, ¿sí? No ha vuelto desde anoche, y sería bueno que estuvieras aquí cuando lo haga.

Asentí, aunque en el fondo no estaba segura de querer enfrentarme a Tom otra vez, no después de cómo había salido disparado la noche anterior. —Está bien, lo esperaré.

Subí a mi habitación mientras ellos se iban. El silencio de la casa me envolvió, y por un momento me sentí extrañamente sola. Pero justo cuando empezaba a sumergirme en ese pensamiento, mi teléfono vibró en la mesita de noche. Era una videollamada de Et.

—¡Zoe! ¿Cómo estás?— dijo con una sonrisa cuando contesté.

—Bien, un poco aburrida en realidad,— respondí, recostándome en la cama. —De hecho, necesito tu ayuda.

—¿Para qué?— preguntó, alzando una ceja con curiosidad.

—Me invitaron a una fiesta y... no sé qué ponerme. Quiero algo sexy, pero no demasiado... ya sabes.

Et sonrió ampliamente. —¡Claro! Muéstrame lo que tienes y te ayudaré a elegir.

Caminé hacia mi armario, y comencé a sacar varias opciones, mostrándoselas a Et una por una. —Este... no, demasiado casual. ¿Y este otro?

Et frunció el ceño, pensando. —No está mal, pero... ¿tienes algo más ajustado? Algo que realmente destaque tus curvas.

Después de buscar un poco más, finalmente encontré un conjunto que parecía perfecto: una falda negra ajustada que llegaba justo por encima de la rodilla y un top de tirantes del mismo color, con un escote sutil pero que dejaba lo suficiente a la imaginación.

Amor Sobre Ruedas †★ TOM KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora