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El sonido de mis pasos descendiendo por las escaleras resonaba en la casa, pero la incomodidad en mi pecho ahogaba cualquier intento de distraerme con pensamientos banales. Lo que pasó en la habitación con Tom aún rondaba mi mente, envolviéndome en una mezcla de confusión y una extraña anticipación. Intenté apartar esos pensamientos mientras me dirigía al comedor, pero la sombra de ese momento seguía pesando en mí, como si un velo oscuro se hubiera instalado sobre mi mente.

Al entrar al comedor, vi a todos sentados alrededor de la mesa. Tom estaba concentrado en su teléfono, su expresión era inescrutable, mientras Bill servía café con una calma que contrastaba con la tensión que yo sentía en el aire. Donovan, sin embargo, estaba de pie, con el rostro serio y las manos en los bolsillos de su chaqueta, como si estuviera esperando el momento adecuado para hablar.

—Buenos días —dije, intentando sonar lo más normal posible mientras tomaba asiento.

Donovan alzó la vista y me miró por un segundo antes de soltar un suspiro, como si lo que estuviera a punto de decirle pesara más de lo que podía soportar.

—Zoe, chicos, hay algo que deben saber —comenzó Donovan, su tono grave e inusualmente tenso. No era común verlo tan serio, lo que hizo que mi corazón comenzara a latir más rápido. Todos en la mesa lo miraron con atención, la expectación colgando en el aire—. Hiroshi Tanaka… murió.

La habitación se quedó en silencio. Las palabras de Donovan cayeron como una losa sobre todos nosotros. Sentí como si me hubieran arrojado un balde de agua fría; el impacto me dejó sin aliento por un momento. Miré a Donovan, esperando que dijera que todo era un malentendido, pero su expresión me confirmó que no era así.

—¿Cómo? —fue lo único que pude preguntar, mi voz apenas un susurro.

—Un accidente de auto —respondió Donovan, su voz firme, pero con un deje de tristeza—. Chocó contra otro coche. No se sabe quién era el otro conductor; su identidad aún no ha sido confirmada.

El aire en la habitación se volvió denso, casi irrespirable. Hiroshi… muerto. Era difícil procesar lo que eso significaba, lo que realmente implicaba. Hiroshi, que había estado en mi vida como una sombra persistente, siempre presente en el borde de mis pensamientos, ahora se había ido de forma tan abrupta y definitiva.

Miré a Tom, esperando ver alguna reacción en su rostro, pero sus ojos seguían fijos en su teléfono, su expresión no daba pistas sobre lo que estaba pensando. Bill, por otro lado, frunció el ceño y dejó su taza de café en la mesa, sus manos temblando ligeramente.

—¿Un accidente? —Bill repitió las palabras de Donovan como si intentara asimilarlas, su voz llena de incredulidad.

—Sí, eso es lo que la policía ha informado —respondió Donovan—. Pero hay algo extraño. El otro coche… no hay mucha información sobre el conductor. Es como si hubiera desaparecido.

La incomodidad en mi estómago creció, y una oleada de sospecha comenzó a formarse en mi mente. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Era solo un accidente, o había algo más detrás de todo esto? La desaparición del otro conductor me parecía demasiado conveniente.

Tom finalmente levantó la vista de su teléfono y miró a Donovan con una ceja levantada, como si compartiera mis sospechas.

—¿Estás seguro de que fue un accidente? —preguntó Tom, su voz fría y calculadora, casi como si ya supiera la respuesta.

—Eso es lo que se ha dicho, pero hay muchas preguntas sin respuesta —admitió Donovan, claramente incómodo con la situación.

Mi mente comenzó a divagar, conectando puntos que no estaban claros. Si había algo más detrás de la muerte de Hiroshi, si esto era más que un simple accidente, ¿qué significaba para nosotros? ¿Y quién era el otro conductor? Una sensación de peligro inminente comenzó a asentarse en mi pecho.

Amor Sobre Ruedas †★ TOM KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora