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ADELAIDE

Las cosas con Theodore iban bien, delante de la gente hacíamos que no nos soportábamos y evitábamos hablar.

Fingíamos estar en paz.

—¿Quién ha alzado la bandera blanca? —preguntó Enzo el miércoles al vernos tan callados, sin maldecir al otro.

Yo señalé al italiano.

—Interesante —murmuró Enzo con una sonrisa disimulada.

—Echaba de menos la serenidad de la vida —se burló Matteo pasando un brazo por el hombro de Theodore y otro en el mío.

—Créeme, sigo sin soportarla —musitó el italiano.

—Solo por el bien de mi salud mental no lo insulto.

Y nos veíamos a escondidas entre clases cuando nadie estaba alrededor.

—¿Por qué no me dices dónde será la cita? Necesito saber qué ponerme —no paré de preguntarle, mis manos en su cuello y las suyas sujetando mis caderas.

—Vas guapa con lo que sea que te pongas, principessa —dijo antes de besarme.

Era divertido verlo insultándome y que luego viniera a disculparse, aunque ya sabía que solo lo hacía para que no nos descubrieran. No se lo había contado a nadie, ni a Pansy y menos a Draco, y él no se lo había contado ni a Matteo ni a nadie. Nadie sospechaba y eso era suficiente, suficiente tenía con los rumores de que Adrian y yo habíamos roto porque uno de nosotros se puso los cuernos y que hubieran murmullos cada vez que vieran a Harry o a mí, insinuando cosas indecentes y asquerosas.

—He oído que Pucey rompió con ella porque encontró a alguien mejor —escuché detrás de mí cuando iba en dirección a Herbología, eran dos alumnas de octavo año.

—Yo he oído que Potter y ella estuvieron en una relación antes de Hogwarts y que rompieron porque Malfoy le puso los cuernos —le susurró, no lo suficiente bajo, a su amiga.

Ugh, jamás saldría con Harry y no le pondría los cuernos a nadie.

—Y yo he oído que erais una bocazas, pensé que era falso pero acabo de ver que estaba equivocada, ¿vuestros nombres? —me giré para confrontar a las dos.

—Amparo y Dolores —me reí y me miraron mal.

—Ah, con razón tenéis esos nombres tan desafortunados, parece que el destino ya os había condenado a la mediocridad. Adivino también que en Adivinación la profesora Trelawey os ha tenido que echar por las malas vibras y pésimas connotaciones de vuestros nombres.

—Malfoy, eres una...

—¿Qué me vais a decir? —se quedaron calladas—. Qué pena que, con tanto empeño en difundir rumores, no os quede tiempo para preocuparos de vuestra miserable existencia. Pero claro, para eso hace falta más que una lengua suelta, hace falta cerebro, cosa que dudo que tengáis en la inmensa cabeza hueca que tenéis. Si queréis os compro una vida, un cerebro y un poco de autoestima a cada una, me sobra el dinero.

Fui directa al invernadero mientras miraba los últimos posts de la gente, en especial la cuenta de Hogwarts Gossip.

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𝐒𝐨 𝐇𝐢𝐠𝐡 𝐒𝐜𝐡𝐨𝐨𝐥| ᵗʰᵉᵒᵈᵒʳᵉ ⁿᵒᵗᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora