13 - La tregua

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Jungkook me obligó a salir de allí, bajé esas escaleras refunfuñando, aún sintiendo la adrenalina corriendo por mis venas. Al abrir la puerta, me limité a caminar rápido, ignorando el hecho de que estábamos fuera del cuarto y podíamos ser descubiertos en cualquier momento. Estaba tan enfadada que no quería ni mirarlo. Lo escuché detrás de mí, acelerando el paso para alcanzarme, y antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano firme rodeando mi brazo. En un movimiento rápido, me giró y me pegó contra su pecho.

—¿Eres tonta? Nos van a pillar —murmuró, su aliento cálido rozando mi rostro. Con un movimiento decidido, me empujó suavemente contra la pared del pasillo, su cuerpo bloqueando cualquier posibilidad de escapar—. ¿Qué haces siguiéndome? ¿Te quieres meter en problemas o qué?

Sus ojos se clavaron en los míos y me sentí intimidada por su mirada. La tenue luz del pasillo apenas permitía distinguir nuestras expresiones, pero su voz baja y controlada dejaba claro su molestia.

—Te escuché salir, quería saber dónde ibas. Muy interesante, por cierto —respondí, tratando de mantener mi tono desafiante a pesar de la situación.

—Estás loca. No sabes dónde te estás metiendo, y encima querías quedarte allí —replicó—. Han estado a punto de cortarte el pelo, y no has sido capaz de defenderte. No me quiero imaginar qué hubiese pasado si te dejaba allí jugando. En ese lugar no hay normas, y tú eres una novata. A los novatos no se les tiene piedad.

—Qué interesante —dije, con una sonrisa.

—Escucha —dijo con seriedad—, vete a tu cuarto y no vuelvas a seguirme. Aquí tú no pintas nada.

—Yo solo quiero divertirme, Jungkook. No voy a quedarme en el cuarto cuando puedo estar justo aquí. Yo no sirvo para acatar normas —le respondí, mirándolo directamente a los ojos. Por un momento, pareció quedarse pensando.

—¿Te quieres divertir? —preguntó finalmente, su mirada aún fija en la mía, como si estuviera considerando algo muy serio.

Asentí con la cabeza, esperando su reacción. Me preguntaba qué pasaba por su mente mientras observaba mis ojos.

De repente, una luz intensa de una linterna nos cegó, interrumpiendo el momento. Me quedé congelada, sabiendo que habíamos sido descubiertos. ¿Qué haríamos ahora?

—¡HEY! —gritó el guardia.

—Mierda... —murmuró Jungkook. Parecía que su confianza en conocer los horarios y los lugares donde moverse sin ser atrapado no había sido suficiente esta vez.

Antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano tomando la mía con fuerza. Sin una palabra más, me tiró de la mano y comenzamos a correr juntos por el pasillo, nuestros pasos resonando en el silencio mientras tratábamos de escapar del guardia que nos había descubierto.

Jungkook abrió una puerta y nos encontramos con las escaleras de emergencia, eran nuestra única vía de escape. Bajábamos a toda velocidad, tratando de alejarnos del guardia.

—Estamos jodidos, Arin —me advirtió mientras descendíamos sin detenernos.

Pero en lugar de sentir miedo, lo único que salió de mí fue una risa. La situación era tan absurda, tan fuera de lo común, que me llenaba de adrenalina. Me hacía sentir viva de una manera que no había sentido en mucho tiempo. El peligro, la emoción de ser atrapados, todo me hacía sentirme increíble.

Jungkook me miró, sorprendido por mi reacción, y no pudo evitar soltar una risa corta.

—¿A dónde vamos? —le pregunté quedándome sin aire, apenas pudiendo contener mi curiosidad cuando estaba a punto de abrir la siguiente puerta.

Atados Rebeldes » Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora