08 - Encerrado

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Me despertó la música que salía por los altavoces, esa música era el himno de la escuela, una melodía clásica con un toque alegre y entusiasta. La peor manera de despertarse, la verdad. Intenté taparme los oídos con la almohada, pero fue inútil. La melodía insistente se colaba por cada rincón de la habitación, obligándome a levantarme y enfrentarme al nuevo día.

Vi a Jungkook gruñir en su cama, destapándose de las sabanas y dejando a la vista su pecho trabajado. Me incorporé al mismo tiempo quedándonos cara a cara sentados en el filo de nuestras camas.

No existió ni un buenos días de ninguna de las partes. Porque, aunque la melodía seguía sonando fuerte fuera del cuarto, de repente un silencio nos envolvió mientras nuestras miradas se volvían cada vez más intensas. Sabía lo que estaba pensando.

—¡Ni lo pienses! —exclamé, justo cuando él se levantó de un salto.

Corrimos al mismo tiempo, chocándonos entre nosotros mientras gritábamos.

—¡Yo primero!

—¡No!

Me empujó con fuerza hacia la pared, pero rápidamente me recuperé y lo seguí de cerca. Él lanzó un brazo hacia atrás para mantenerme a raya, pero yo lo esquivé y me adelanté, sintiendo su aliento en mi nuca.

—¡Fuera de mi camino! —gruñó, intentando pasarme, pero bloqueé su avance con un empujón. La puerta del baño estaba a solo unos pasos y cada uno de nosotros estaba decidido a ganarse el primer lugar.

En el último momento, Jungkook hizo un movimiento inesperado, deslizando su pie para hacerme tropezar. Casi perdí el equilibrio, pero me mantuve de pie. Aún así, él aprovechó la distracción y con un último empujón se lanzó hacia la puerta del baño, alcanzándola justo antes que yo.

—¡Tramposo! —grité, golpeando la puerta con frustración mientras él la cerraba de un portazo.

—El baño es mío —dijo con voz triunfante desde el otro lado—. Aprende a perder, novata.

—Esto no se queda así, Jungkook —amenacé, golpeando la puerta nuevamente, mientras escuchaba su risa victoriosa desde dentro. Mi frustración aumentaba con cada segundo. Sabía que él haría todo lo posible por prolongar su tiempo en el baño solo para fastidiarme más.

—Tendrás que madrugar más si quieres ganarme —respondió con tono burlón, y yo solo pude suspirar—. Ya sabes que siempre puedes ir a la primera planta, ahí hay baños.

Entonces, una idea me iluminó.

—Sí, no te preocupes. Puedes estar todo el tiempo que tú quieras. Iré a otro baño —dije con una vocecilla inocente mientras cogía una de las sillas del escritorio y la posicionaba cuidadosamente debajo de la manilla de la puerta.

Me senté en la silla con una sonrisa de satisfacción, segura de que mi pequeña trampa iba a dar resultados. Ahora Jungkook no podría salir de ahí hasta que yo decidiera desbloquear la puerta.

—A ver quién es el más gracioso ahora —murmuré para mí misma, sintiendo una mezcla de diversión y triunfo mientras me acomodaba en la silla con un libro en la mano, lista para esperar. La idea de que Jungkook tuviera que lidiar con esta pequeña venganza me llenaba de satisfacción.

Pasados unos largos minutos de ducha y de estar ahí dentro, escuché como intentaba abrir la puerta y entonces, se daba cuenta que estaba bloqueada.

—¿Arin? ¿Qué diablos estás haciendo? —preguntó Jungkook desde el otro lado.

Me contuve para no reír demasiado fuerte, aunque no pude evitar una risita que se escapó.

—¡Abre la puerta ahora mismo! —exigió, golpeando la puerta con más fuerza.

Atados Rebeldes » Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora