No podía creerlo. Después de hora y media, finalmente tenía todo: la llave de mi nueva habitación. La verdad es que no me gustaba la idea de compartir cuarto ya que jamás había compartido un espacio tan privado como una habitación. Ni siquiera dejaba que mis padres entraran en ella sin mi permiso. Me molestaba mucho no tener mi intimidad y que invadieran mi espacio personal.
Además de las llaves, también me entregaron un detallado conjunto de normas del internado. Eran muy estrictos; incluso vigilaban estrechamente las relaciones entre chicos y chicas, dado que el internado era mixto. La idea de saltarme esa normal me hizo sonreír. Seguramente me lo pasaría bien conociendo a otros chicos. Que sea mixto, puede pasar muchas cosas aquí. Sobre todo, divertidas y pícaras.
Finalmente, me dirigí hacia mi cuarto, que se encontraba en la otra punta del internado. Y que, después de dar mil vueltas, logré encontrarlo. Me había adentrado en una zona donde solo había chicos y estos me miraban con curiosidad mientras yo intentaba mantener la compostura, aunque me sentía fuera de lugar. Al abrir la puerta, entré sin hacer ruido; al parecer, mi compañera ya había llegado. Sobre la cama vi las maletas, dos separadas por una mesita de noche, dos armarios empotrados, dos escritorios y una ventana que daba a la salida del gran campus. Mi compañera había dejado todas sus pertenencias en la cama junto a la ventana.
No escuché ningún ruido. ¿Estaba sola? Tal vez mi compañera había salido. Esperaba que nos lleváramos bien en este nuevo entorno...
Dejé mis cosas en mi cama y decidí explorar el baño, que aún no había visto. Cuando intenté abrir la puerta, esta se abrió hacia mí, golpeándome de nuevo en la nariz.
— ¿¡Qué haces aquí!? — gritó él. Abrí los ojos con esfuerzo y me encontré de nuevo con el chico de antes, que me miraba sorprendido y confuso. Aunque para confusa, yo, porque vaya mascarilla tan ridícula que llevaba puesta.
— Eso debería preguntarme yo — respondí, intentando mantener el ánimo a pesar del dolor punzante en mi nariz. Solo esperaba que no volviera a sangrar.
— ¿Te has equivocado de habitación? — preguntó nervioso mientras salía apresuradamente. Lo seguí con la mirada mientras se alejaba, envuelto en un batín que indicaba que acababa de salir de la ducha. El baño olía a humedad y a jabón recién usado.
— No, no me he equivocado. Si no mira en los papeles, me han dado esta habitación — respondí con firmeza.
Él habló nervioso, revisando todos los papeles. — Debe tratarse de un error. Debe tratarse de un error — repitió ansioso tirándomelos de vuelta.
— Eso espero — murmuré para mí misma.
— Pues ve y que te cambien de habitación, aquí tú no puedes estar — dijo exaltado.
— ¿Y por qué no vas tú? — repliqué, desafiante.
— Porque obviamente el error eres TÚ, estás en la zona de chicos — contestó con tono enfático.
— Ah.
Fue todo lo que pude decir antes de cerrar la boca. Nos quedamos en silencio, observándonos mutuamente, hasta que finalmente suspiré y me resigné.
— Bien, ahora vuelvo, voy a solucionar esto. ¿Puedo dejar mis cosas? Estoy muy cansada de llevarlo — pregunté, exhausta por haber arrastrado mis maletas por casi todo el internado.
Él me miró con frialdad. — No puedes dejar las cosas aquí. Llévatelas y ve directamente a tu cuarto — dijo con brusquedad.
— Está bien, pero no hace falta que seas tan borde, imbécil de mierda—respondí con firmeza, mostrando mi descontento mientras tomaba mis cosas y salía de la habitación dando un portazo.
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Atados Rebeldes » Jeon Jungkook
FanfictionArin, una chica rebelde de 17 años, es enviada a un internado mixto para corregir su comportamiento y, aunque al principio se enfrenta a Jungkook, el chico más travieso del centro, su perspectiva cambia al descubrir una conexión inesperada. Juntos v...