El primer día se me hacía eterno; sentía que todo esto era demasiado para mí. Los profesores nos trataban con si de militares nos tratásemos. No había lugar para el humor ni para un ambiente amigable. Me llamaban la atención por cualquier cosa: que si no podía sentarme así, que si contestaba en clase... Un montón de cosas que me estaban haciendo perder la paciencia siendo apenas el primer día.
Finalmente, llegamos a la última clase del día: Educación Física. En los vestuarios, me cambié el uniforme por el chándal oficial de la escuela. Estaba rodeada de todas las chicas de la clase, y se notaba que ya había grupillos formados y que ni siquiera se llevaban bien entre ellas. Uno de esos grupos me observaba mientras me cambiaba, y pude escuchar cómo chismeaban entre ellas. No dudé en intervenir.
— ¿Qué es lo que tanto os llama la atención? — pregunté seria, creando un silencio incómodo en el vestuario y captando todas las miradas sorprendidas.
Me miraron con las cejas fruncidas, asombradas de que yo les hubiera llamado la atención.
— Esos tatuajes, los que llevas en el brazo. Creo que tus padres deberían haberte metido en un reformatorio, no aquí. Se han equivocado de lugar. — respondió una de ellas, y las otras se rieron con su comentario.
— ¿Perdona? — pregunté mientras seguían riéndose, y sin ponerme la camiseta me acerqué a ellas de forma amenazante — ¿Puedes repetir lo que has dicho?
— Por supuesto — parecía que no se dejaba intimidar — Que tú, una cualquiera, no deberías estar aquí. Tu sitio es un reformatorio, ahí donde te enseñan a comportarte.
— ¿Y quién te crees que eres para decirme eso? — dije, acercándome más a ella. — No tienes ni idea de quién soy ni de lo que he pasado.
— Lo único que veo es a alguien que no encaja aquí. — respondió, cruzándose de brazos y manteniéndose firme.— Las quinquis como tú no cambian en un colegio tan prestigioso como este.
— ¿Ah, sí? Pues, te estas equivocando, guapa. — repliqué, con la voz llena de rabia contenida. — No soy yo la que no encaja, eres tú, con tu actitud de mierda.
— ¡Chicas, basta! — intervino una compañera de clase, intentando calmar los ánimos. — No tiene sentido pelearse por esto.
— Exacto, no tiene sentido. — añadí, dando un paso atrás. — Así que mejor que te mantengas fuera de mi camino y que tus sucios comentarios nunca los llegue a escuchar. Por tu bien.
El ambiente en el vestuario se tensó aún más. Podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas mientras me enfrentaba a esas chicas. No iba a permitir que me intimidaran.
Antes de que pudiera volver a callarla, una voz firme y autoritaria resonó en el vestuario.
— ¿Qué está pasando aquí? — era la profesora de Educación Física, que había entrado justo a tiempo para evitar que la situación escalara.
— Nada, profe, solo una pequeña discusión. — respondió ella, intentando mantener la calma mientras su mirada seguía fija con la mía.
— Pues más os vale que no vuelva a repetirse. — dijo la profesora, mirándonos a todas con severidad. — Ahora, terminad de cambiaros y salid de aquí. No quiero más problemas.
Me alejé de las chicas y me puse la camiseta del chándal, sintiendo la mirada de la profesora sobre mí. Sabía que ya me iba a tener especial fijación.
— Lee Arin, quédate un momento. — dijo la profesora en tono serio, cruzando los brazos mientras me esperaba junto a la puerta.
Cuando me acerqué, ella me miró fijamente.
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Atados Rebeldes » Jeon Jungkook
FanfictionArin, una chica rebelde de 17 años, es enviada a un internado mixto para corregir su comportamiento y, aunque al principio se enfrenta a Jungkook, el chico más travieso del centro, su perspectiva cambia al descubrir una conexión inesperada. Juntos v...