Al entrar en el comedor, me encontré con un mar de alumnos ocupando las mesas. Algunos conversaban animadamente. Tomé una bandeja y me serví algo de comer, observando a mi alrededor en busca de un lugar para sentarme.
Vi un grupo de chicas que parecían amigables a primera vista, así que decidí acercarme a ellas.
—Hola, ¿puedo sentarme aquí? —pregunté con una sonrisa, tratando de sonar lo más amigable posible.
Una de las chicas me miró de arriba abajo, luego intercambió miradas con sus amigas y soltó una risita sarcástica.
—¿Tú? No, ni lo pienses. —dijo con un tono despectivo y una sonrisa forzada.
—Sí, este sitio está reservado para nosotras. —añadió otra, haciendo un gesto con la mano como si estuviera espantando a una mosca.
Sentí una punzada de rechazo y rabia, pero no iba a dejar que me vieran afectada. Decidí que no me iba a quedar callada.
—¿Y cuál es vuestro problema? —dije, plantándome frente a ellas—. El comedor es para todos, no sólo para vosotras.
Las chicas se miraron entre sí, sorprendidas de que me atreviera a responderles.
—Mira, no es nuestro problema que no tengas donde sentarte. —dijo la primera chica, con una mueca de desdén—. Vete a buscar tu propio grupo.
— Mejor, prefiero sentarme sola que con personas tan egocéntricas —contesté, levantando la barbilla con orgullo.
Las chicas se quedaron en silencio, sorprendidas por mi respuesta. Sin esperar otra palabra, di media vuelta y busqué otro lugar.
Mientras buscaba desesperadamente un lugar libre en el abarrotado comedor, sentía la mirada de Jungkook y su grupo de amigos clavada en mí. Cada vez que levantaba la vista, parecía que alguno de ellos me observaba fijamente. Me sentí incómoda e insegura, preguntándome qué estarían pensando de mí. Aun así, decidí mantener la compostura y seguir buscando un sitio donde poder sentarme tranquilamente a comer.
Finalmente, encontré una mesa vacía en una esquina del comedor y me senté sola, observando a todos los alumnos en sus grupos. Mientras comía, volví a observar a Jungkook desde lejos, rodeado de sus amigos. Todos parecían disfrutar de su compañía. Su sonrisa era contagiosa, iluminando el ambiente a su alrededor. Me quedé mirándolo un momento, sintiendo una mezcla de curiosidad y envidia. Era evidente que Jungkook tenía una presencia magnética que atraía a todos hacia él, algo que no pude evitar notar mientras continuaba con mi comida en silencio.
Intenté apartar la mirada pero, algo atrajo mi atención. Una chica teñida de rubio con mechas rosas se acercó tímidamente a un grupo de chicas, esperando ser invitada a sentarse con ellas. Sin embargo, las chicas la miraron con rechazo y la echaron de ahí con comentarios sarcásticos. La chica frunció su ceño y comenzó a alejarse sin saber dónde ir.
Mis principios no me permitieron quedarme quieta. Me levanté de mi asiento y me acerqué a ella con determinación.
—¡Oye! —llamé su atención, haciendo que se volviera hacia mí con sorpresa—. Si quieres, puedes sentarte conmigo. Así no estás sola.
La chica me miró con sorpresa y una leve sonrisa se formó en su rostro.
—¿Estás segura? No quiero molestarte —respondió.
—Claro que estoy segura. Vamos —dije, guiándola hacia la mesa donde me había sentado antes.
Nos sentamos juntas y empecé a conversar con ella para romper el hielo. Mientras hablábamos, noté que algunos estudiantes observaban la escena con curiosidad. Era evidente que mi acción no pasaba desapercibida, pero me sentí bien sabiendo que había hecho lo correcto.
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Atados Rebeldes » Jeon Jungkook
Hayran KurguArin, una chica rebelde de 17 años, es enviada a un internado mixto para corregir su comportamiento y, aunque al principio se enfrenta a Jungkook, el chico más travieso del centro, su perspectiva cambia al descubrir una conexión inesperada. Juntos v...