12 - Oasis

59 8 9
                                    

Salí descalza, con mi camiseta negra de tirantes y unos pantalones cortos del mismo color. Ni siquiera pensé en que podría estar metiéndome en un grave problema si me pillaban, pero la curiosidad me superaba. Al salir, noté que el pasillo estaba vacío, ni un alma a la vista, solo una tenue iluminación que creaba sombras en la oscuridad. Visualicé a Jungkook, con su camiseta negra y pantalones de chándal, caminando con calma en la penumbra. Lo seguí pegada a la pared, observando cómo se dirigía a la salida de la zona de habitaciones. Luego se dirigió hacia las escaleras.

Esperé un poco para darle ventaja y no llamar su atención, luego subí las escaleras en silencio, con cuidado de no tropezar y hacer ruido. Jungkook giró a la derecha, llevándome hacia una zona del edificio que no reconocía. Pensé que quizá se dirigía a encontrarse con alguna chica para pasar el rato, pero estábamos en el ala de las aulas, lo cual no tenía mucho sentido.

Lo sorprendente era que no había nadie vigilando estas zonas, a pesar de que se suponía que el internado estaba completamente supervisado. 

La idea de que pudiera escaparme sin ser vista me emocionaba.

Jungkook continuó su camino hasta detenerse frente a una puerta. Lo observé desde la esquina del pasillo, preguntándome qué estaba haciendo. Para mi sorpresa, abrió la puerta y se metió dentro. Me acerqué rápidamente, sintiendo mi corazón acelerarse con la posibilidad de ser descubierta. Me detuve frente a la puerta del cuarto de limpieza.

Si alguien hubiera visto mi rostro, habría notado la confusión total en él, un enorme interrogante plasmado en ella. No entendía qué hacía Jungkook ahí. Coloqué mi oreja contra la puerta, pero no escuché absolutamente nada. 

Y con la mano en la manilla, solté el aire que había estado conteniendo y entonces, decidí abrir la puerta.

Me encontré de frente una estantería abarrotada de trapos, plumeros, lejías, y un caos de artículos de limpieza, lo típico que esperarías encontrar en un cuarto tan pequeño de este tipo. 

Pero... ¿y Jungkook? No entendía absolutamente nada. Había desaparecido sin dejar rastro.

Algo llamó mi atención: una escalera hecha de hierros incrustados en la pared, subiendo hacia un pequeño hueco en el techo, lo suficientemente grande como para que una persona pudiera pasar por él.

¿Qué cojones era eso?

No sabía cómo sentirme en ese momento. Estaba entre emocionada y sorprendida con lo que estaba descubriendo. Este lugar guardaba más secretos de lo que imaginaba.

Ni un solo pensamiento de echarme atrás pasó por mi mente. No iba a regresar a mi cama sin descubrir qué había ahí arriba. Con la misma facilidad con la que solía escaparme de casa por la ventana, subí la escalera de hierro. A medida que me acercaba al hueco, empecé a escuchar risas y voces, todas desconocidas para mí. La curiosidad se apoderó de mí por completo, y mi corazón latía con más fuerza mientras me preguntaba qué encontraría.

El lugar que había descubierto era como un refugio secreto, una zona abandonada de la escuela que, por lo visto, había sido invadida y transformada por el grupo de amigos de Jungkook. Parecía que esta área, que probablemente se usaba para almacenar sobrantes de obras y productos, se había convertido en un pequeño oasis de libertad.

La decoración era sorprendente. Guirnaldas caían por las paredes inclinadas, y la luz tenue producida por lámparas, creaba un ambiente casi mágico en contraste con el hormigón imperfecto del suelo, cubierto por alfombras que le daban un toque más acogedor. Me escondí detrás de unas cajas agachada, observando a detalle. Había alrededor de diez personas en la habitación. Podía escuchar música que se reproducía a través de un teléfono móvil que alguien controlaba. Creía que todos los teléfonos estaban confiscados.

Atados Rebeldes » Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora