18. Five letters. Two words. One feeling.

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El timbre sonó y lo único que Harry pudo hacer fue correr hacia la puerta del edificio por los pasillos, esperando a que la salvación llegase. Allí, frente a la puerta, se encontraba la artillería pesada, con sonrisas simpáticas solamente para él: Dos niños, cuatro adolescentes y dos adultos; Los Deakin y las Tomlinson. La familia de Louis, que había sido avisada por Harry que él se encontraba sano y salvo en su departamento, no se preocupó más que por saber cómo mejoraba, pero en cuento recibió una llamada de ayuda del chico que lo cuidaba, empacaron las cosas necesarias y partieron casi sin rechistar a Londres y de allí pagaron un boleto para cada uno en tercera clase para llegar a Paris.

Louis no lo había hecho mucho mejor en el hospital. No podía casi juntar palabras en una frase que no fueran llamadas a Harry o decirle lo mucho que lo amaba y necesitaba. Se la pasaba mirando la televisión con los ojos llenos de un vacío perceptible para todos allí. Ni siquiera se preocupaba cuando alguien lo venía a revisar, y lloraba por las noches abrazado a sus sabanas. Lo único que parecía reconfortarlo eran los toques que Harry le daba cuando lo bañaba en el baño de la habitación privada que habían adquirido para él; Era la forma en la que pasaba sus manos por su cabello para sacar de allí toda la mugre, con gran cariño y delicadeza. También era la forma en la que ni siquiera se inmutaba al encontrar nuevas cicatrices o moretones por su cuerpo mientras que con esponjas limpiaba el sudor que se le acumulaba en su cuerpo al estar tanto tiempo acostado en una cama. Era la forma llena de amor y devoción mientras lo limpiaba, que hacía de Louis un pequeño niño otra vez, dejándose mimar y amar por otra persona que no fuera su madre.

Pero todavía existía un problema mayor. A pesar de haberle dado el alta, los doctores habían preferido resguardarse las cosas que el cuerpo de Louis había sufrido mientras Harry no estaba en Francia. Y éste se estaba volviendo loco por siquiera sacar algún indicio de lo que había pasado durante casi un mes. Por eso era que había llamado a Jay. Por eso era que había hecho que ella venga con todos sus hijos hasta Francia. Ella ni siquiera tuvo que preocuparse en donde quedarse. Él pagaría por un hotel cerca del departamento, y toda la estadía en la que estuviera allí. Incluso, se había ofrecido a darle el dinero que perdería si no trabajaba... Jay tuvo que rechazar de inmediato cuando Harry quiso comprarle los boletos para la ida a Francia. Ella se justificó explicándole que ya estaba haciendo demasiado al cuidar de su hijo y a la vez pagar todo por ellos. No pudo combatir contra la mujer, pues tenía un punto bastante sincero y además estaba bastante desesperado como para siquiera pelear con su ¿Suegra?

Jay lo miro con una sonrisa apenas entró a la casa. Sus hijas lo miraban bastante soñadoras aún, pero había preocupación en sus ojos y le parecía obvia la razón.

Así que luego de ofrecer algo para comer o tomar, Harry se dirigió a su cuarto donde Louis descansaba aún. Tenía los ojos cerrados y las manos a cada costado de su cuerpo. Una manta lo tapaba hasta la mitad de su pecho y era bastante notable que no traía una remera siquiera, puesto que los moretones casi amarillos y sus tatuajes eran notables a distancia. La televisión aún estaba encendida y por allí se escuchaba algún documental sobre alguna banda vieja que seguramente le gustaba desde joven.

-Louis... Bebé... - susurró Harry, acariciando el brazo descubierto de Louis -

El aludido simplemente se zafó del toque, sin siquiera pensar que provenía de Harry.

No podía siquiera pensar en el toque humano que no fuera el de su modelo, pero él no tenía en cuenta que los recuerdos se escurrirían como viles arañas, profanando sus sueños y volviéndolos pesadillas. Y era por eso que dormía solo, porque se movía, gritaba y golpeaba a quien estuviera cerca... Como ahora mismo.

Al abrir los ojos, notó a Harry sentado en el piso sobándose el pecho y mirándolo con un poco de pena. Pena de la que estaba harto pues no quería verlo con esa mirada. Quería notar su amor, y cariño por él. Quería ver las formas en la que sus pensamientos recorrían su mente, y cómo llegaba la comprensión o apreciación a aquellos orbes esmeraldas.

Shake a Leg and Model. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora