36. Where are you?

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-Oh Harry – suspiró largando todo el aire retenido con alivio – Harry... Bebé... Cariño. ¿Dónde estás? Cariño... Oh por Dios

-Louis – susurró Harry con el dolor notándose en su voz – Louis – volvió a decir por lo bajo – Te amo

Louis no sintió las lágrimas hasta que una delineó su labio superior: -Cariño... Yo también. Mi amor. Harry... Bebé. ¿Dónde estás? Dime por favor. Harry. Bebé –

-No lo sé – fue su respuesta – Te amo

-Yo también. Te amo. Te amo. Te amo. Te necesito. Te encontraré. ¿Sí? Volverás conmigo. Volveré a verte. Te daré tanto amor que te abrumaras y me dejaras. Te encontraré. Lo juro. Te amo. Harry, te amo

-Te amo

-Harry... Por favor. Arnaud podría volver en cualquier minuto y no me puede ver aquí – dijo la voz de una chica y Louis casi quiso llorar. Alguien lo estaba ayudando –

-Louis... Por favor – de seguro había algo más que decir, pero podía sentir todo el dolor de Harry en su propio cuerpo – te amo

Antes de que contestara la llamada terminó: -Yo también – susurró con más lágrimas muriendo en su mandíbula.

Se giro a Electra y ella le sonrió con amor. Ese amor inocente y dulce: -Papá me ama – le dijo –

-A mí también – le dijo él riendo y cayó en sus rodillas abriendo los brazos para acunarla en un fuerte abrazo – a mi también... – susurró para si mismo –

Electra se soltó divertida y corrió hasta la habitación que ella usaba como suya. Louis no había querido salir del hotel en ningún momento para buscar una casa en la que vivir con Harry y Electra. No había tenido el corazón para buscar un hogar en el que vivir si él no estaba ahí. Ni siquiera había tenido las fuerzas para buscar una nueva escuela para su hija, pues aún faltaba poco para que la escuela empezara otra vez y ella necesitaba ir como todos los demás niños de su edad. Pero ahora, ahora que sabía que Harry estaba a salvo, tenía una esperanza. Pero debía hablar con el detective LeBrun, luego con el Scotland Yard de Londres y por último con los Styles. ¡HABÍA ESPERANZA!

Miro por la ventana y notó que el sol recién estaba por esconderse. Se sonrió a sí mismo y gritó a su hija para que se arreglara. La dejaría con Anne y luego se encargaría de aquello. Así que se puso en marcha y se dirigió a su propio closet. Tomó sus jeans negros no tan ajustados, una remera azul de manga corta con un barquito de papel como dibujo pintado en el pecho, y sus bastante usadas Vans. Para ser un padre, Louis aún seguía vistiéndose como quería, y no con tanto estilo o seriedad como Harry, pero no le importaba. A ninguno de ellos les importaba, especialmente a Harry. Él tenía esa regla de dejar a todos vestirse como quisieran sin importar la edad, el sexo, o religión. Así que realmente no importaba.

Alcanzó una campera fina con dibujos extraños y salió de su habitación notando a Electra sentada en el sillón de la sala: la niña estaba casi igual que él. Unos jeans azules, sus zapatillas Convers negras, una remera de manga corta roja y una campera de jean que él sabía que no le daba calor. Incluso se había hecho ella misma dos coletas a cada lado de la cabeza. Rió, pues no estaban a la misma altura y mechones de pelo colgaban sueltos. Pero ¿No decían que lo que valía era el intento? Él podía recordar la primera vez que se había encargado del peinado de su hermana Charlotte. Había sido un desastre y la chica había salido corriendo con lágrimas en los ojos en busca de su mamá. Tampoco podía culparla, era un niño y en ese momento no le importaba cómo peinar a una niña. Aprendió por necesidad y no porque le gustase. Su pelo no era excesivamente largo.

Shake a Leg and Model. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora