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Los ojos de camila brillaron por la cantidad de tiendas que había, todo parecía ser tan llamativo.

-¿Tenés idea de dónde querés ver ropa?- preguntó Gianfranco. El de ojos marrones no quería admitirlo pero le dió ternura como la peli negra se quedó paralizada ante el centro comercial.

-Quiero ver todo- dijo sin más. Aún no podía creer que hubieran tantas tiendas dentro de ese lugar, es decir, obviamente, era un shopping, pero en merlo lo más parecido a un centro comercial era la granja con todas las variedades de animales. (*)

Comenzaron a caminar, había una cantidad considerable de gente. Camila observaba las vidrieras con suma emoción, buscando algo que le Ilame la atención.

-A ver acá- entró finalmente a un local.

-Buenas, ¿los puedo ayudar en algo?- preguntó una amable empleada que se les acercó.

-Estamos viendo, pero cualquier cosa te decimos- esta vez habló Gianfranco, porque se dió cuenta que la de lentes no sabía que decir.

-Está bien, estoy acá si me necesitas- la -bastante atrevida- empleada guiñó un ojo y fue a atender a otro cliente.

-Que asco- exclamó camila.

-¿Que cosa?

-Literalmente está pidiéndote que te la cojas acá mismo-rodó los ojos.

-Soy irresistible, jara. Vos deberías saberlo, chiquita.

-Ajá-se cruzó de brazos -no debería hacerlo si está trabajando.

-Qué pasa, ¿celosa?- rió.

-¿Celosa de qué? andá a cagar- rodó sus ojos.

Siguió viendo las prendas del perchero, le gustó una de las remeras y se la mostró al de ojos marrones;-¿qué te parece?

-¿Te interesa mi opinión? qué tierno, chiquita - sonrió burlón.

-Haceme acordar nunca más venir con vos, me la voy a probar- tomó la prenda y se dirigió a los probadores.

Gianfranco esperó afuera de la zona de probadores, cruzado de brazos -y atento a ver si camila lo necesitaba-. Sentía la mirada de no solo un par de empleadas, sino unas señoras que iban acompañando a sus hijos, se sintió extraño pero igualmente se sentía halagado.

Jara se miraba al espejo con su remera de corte boxy color beige. Abrió la cortina del pequeño probador para buscar la mirada de Odoguardi y tener una segunda opinión, no es que le importase si a Gianfranco le gustaba o no, pero capaz le servía para saber si se la llevaba.

-¿Opinión?- dijo cuando finalmente llamo la atención del de ojos marrones.

Gianfranco la miró de pies a cabeza con ojos de hombre hambriento, pues con unos simples movimientos de brazos la camiseta dejaba ver un poco de la cintura de jara 

Relamió su labio sin intenciones de hacerlo notorio, pero sus pupilas dilatadas y el simple hecho de que no le podía sacar los ojos de encima, lo delataban bastante. Aún así la de lentes era demasiado distraída como para notarlo.

-Banco- dijo sin más. Cómo para sonar desinteresado.

La peli negra volvió al probador para pegarle una segunda mirada a su prenda, a ver si le convencía del todo. Luego de unos minutos, decidió por Ilevarla.

Se acercó a una empleada y preguntó;-¿cuánto sale esta?-señalando la prenda que tenía en mano. +

La chica se fijó si la etiqueta tenía precio y como no era así, se dirigió a la zona de cajas para verificar su valor.

Camila rezaba para que la remera no sea tan cara, sino su madre lo mataría.

-Treinta mil pesos- sonrió. La hija de puta sonrió. Cómo si esa cantidad de dinero fuese poca. La peli negra se le abrieron los ojos ante el precio dicho, y reflexionó consigo misma que iba a hacer.

-Gracias... pero no- fue interrumpido por Gianfranco ;-Dejala en la caja, ahora vamos a pagar.

-Bueno, les separo esto- volvió a sonreír y se fue. Camila miró al de ojos marrones sorprendida, no entendía por qué había hecho eso.

-No puedo pagar eso, la puta que te parió- renegó un poco por lo bajo para no llamar la atención.

-Yo te la compro- dijo con una sonrisa en la cara.

-¡No! no, no y no. ¿Por qué? No te lo voy a poder pagar.

-Es un regalo de bienvenida, jara. Bienvenida a la capital - con una divertida cara se dirigió a la zona donde podían pagar el producto. Camila no sabía cómo reaccionar, pues la remera era demasiado cara y se sentía culpable.

Gianfranco era prácticamente millonario gracias a sus padres, quienes a pesar de que su hijo era un rebelde y vago, lo malcriaban demasiado. Treinta mil pesos eran como un vuelto para él.

-¡Gracias por su compra!- agradeció la chica
entregándole la bolsa a la de lentes.

-No puedo creerlo, gracias... en serio no te lo voy a poder devolver- volvió a ser interrumpido, Gianfranco puso su dedo índice en los labios de camila indicándole silencio.

-No hace falta que me lo devuelvas, chiquita- dijo acercándose al rostro ajeno, el cual por alguna razón ahora estaba extremadamente caliente.

-Bueno, sigamos- dijo desviando la mirada y siguiendo su camino. Gianfranco rió un poco burlón detrás de ella.

[...]

Luego de comprar un par de cosas más -y que Gianfranco pague algunos accesorios- se retiraron del centro comercial.

Subieron a la motocicleta mientras reían de un chiste que camila había dicho. Realmente se sentían cómodos el uno con el otro y eso a la de lentes se le hacía raro, pues ya no lo odiaba tanto.

El viaje de vuelta fue un poco más largo, el tránsito se hizo notar en las calles de la ciudad.

Jara estaba aferrada a la cintura ajena y olía el masculino aroma;-¿cuál es el perfume que usas?- aprovechó el semáforo en rojo para preguntar.

-Es mi secreto, chiquita. ¿Te gusta?

-Sí... osea, me gustaría tenerlo.

-Bueno, un día podés venir a casa y usarlo-se ganó un suave golpe de parte de camila.

-Ya quisieras, pelotudo.

Gianfranco rió antes de volver a acelerar una vez que el semáforo cambió a verde.

[...]

Abrió la puerta de su casa con una gran sonrisa en la cara, había sido un día extrañamente divertido y pensar que todavía no había terminado le alegraba.

Su casa estaba sola, excepto por chuni, obviamente. Abrió casa una de las bolsas para terminar de decidir el conjunto que iba a usar, pero una cosa estaba segura, la remera que Gianfranco le regaló iba a ser estrenada ese día.

Probablemente con alguna pollera marrón o blanco que ella tenía.

Comenzó a cocinarse para comer algo antes de la fiesta...

Había acordado con Gianfranco (prácticamente el de ojos marrones la obligó) que la pasaría a buscar a las nueve. Así que aún tenía tiempo.


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WTBA  ( giamila ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora