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El fin de semana ya había llegado y la felicidad llenó por completo a camila.

Había sobrevivido a sus primeros días en un lugar nuevo.

Y lo mejor de todo era que la habían invitado a su primera fiesta.

Jara nunca fue muy fiestera, pues en merlo no había fiestas tampoco. La fiesta más grande a la que alguna vez asistió tenía más vacas que invitados humanos. Recordar eso a veces le causaba escalofríos.

-Buen día hija  -saludó su madre cuando la vió salir de su habitación.

-Hola ma- sonrió- no sabés, me invitaron a una joda- dijo con un tono de entusiasmo.

-¿En serio?- preguntó andrea, contenta. Estaba feliz de que su hija se haya integrado bien. ¿Dónde?

-Me dijeron que es en la casa de una tal brisa, creo. Después les pregunto bien a mis amigos.

-¿Y Gian va a ir?- esa pregunta le tomó por sorpresa. No se lo había puesto a pensar pero porque tampoco le interesaba.

-No sé, ma -sonó desinteresada. Justo un mensaje llegó a su teléfono.

"¿Vas hoy a lo de brisa, jara?"

Camila rodó los ojos.

"Qué te importa"

"Sh, calmate chiquita"

¿En serio escribió "sh" por mensaje? pensó.

"Ajá. Sí voy a ir"

"Nos vemos ahí ;)"

-Sí va a ir-se corrigió de mala gana.

-Qué bueno- sonrió al menos va a haber alguien que te cuide.

-Ma, no lo conoces tanto- reprochó. Era sorprendente como andrea confiaba en ese chico tan ciegamente.

-Tengo un presentimiento de madre- se encogió de hombros. Camila no discutió más, no se puede contradecir al presentimiento de mamá.

Comenzó a pensar en qué se iba a poner para salir esa noche. Tenía algunos outfits en mente, pero ninguno le convencía, ya que bueno, su ropa era la misma hacia unos años y como en su 'pueblo' no había muchas tiendas, comprar indumentaria era un caso perdido.

Se puso frente a su madre y la miró con ojos de cachorra abandonada.

-¿Qué querés, camilita?- preguntó curiosa. Camila jamás fue una hija caprichosa, menos una que pedía muchas cosas cuando niña. Solo necesitaba sus juguetes y la comida, nada más.

-¿Podemos ir a comprar ropa?- dijo en modo 'hija tierna'. Ella suspiró.

-No tengo tiempo, me llamaron del trabajo para que vaya en un rato. ¿Te doy mi tarjeta y vas vos?- sonrió.

Camila se aterrorizó un poco por la propuesta, pues bueno...  La capital era mil veces más grande que merlo, había más calles, más gente y muchos medios de transporte. No entendía cuál colectivo iba a qué lado, lo mismo con los subtes, los taxis y ubers son bastante caros.

-¿Te olvidas de que esto no es merlo y no entiendo como ir?- preguntó con un tono divertido, pero un poco enojada al mismo tiempo.

-¿Por qué no le decís a gian que te lleve?- ¿está hablando en serio? pensó mientras la miraba con indignación.

-Él no me va a llevar- dijo intentando ser imponente.

-Entonces no vas...- se encogió de hombros. La mandíbula de camila casi toca el piso.

-¡Ma!- reprochó.

-Decile a gian que te lleve, maneja una moto, ¿no?- sonrió, inocente. Jamás imaginaria que su hija odia de cierta forma a ese estúpido castaño oscuro de ojos marrones

Jara rodó los ojos y reconsideró la idea. Necesitaba ropa, sí o sí, además, no necesitaría que Gianfranco la acompañe a ver tiendas, solo quería que la deje en algún centro comercial.

-Le voy a escribir- dijo completamente resignada. Su madre sonrió aún más.

"Che" Logró tipear.

"¿Qué pasa, chiquita?"

La próxima vez que me diga chiquita revoleo el celular por la ventana pensó.

"¿Tenés ganas de hacerme un favor?" Se sentía estúpidamente ridícula.

"Así que ahora necesitas de mí, ¿eh?" qué inmaduro.

"Necesito que me lleves a un lugar"

"¿A dónde?"

"A un shopping o algo así, tengo que comprar ropa"

"Te puedo llevar... ¿qué recibo yo a cambio?" ¿Esto es en serio?

"Me debés algo después de encerrarme una hora en rectoría" Buena jugada por parte de jara.

"Que hija de puta"

"Está bien, te llevo, ¿ahora?" Camila sonrió inconscientemente al celular.

"Sí, ahora" mandó el mensaje y fue directamente a cambiarse.

[...]

No pasó mucho tiempo cuando el ruido de la motocicleta se hizo escuchar.

-Creo que llegó tu carruaje- burló su madre.

-Sos re graciosa, ma- dijo haciéndose la ofendida.

-Cuidate, nos vemos después.

-Nos vemos- saludó y cerró la puerta del departamento. Suspiró pesado antes de bajar por las escaleras.

Al llegar a la entrada, por la puerta de vidrio, un Gianfranco vestía su característica chaqueta de cuero, unos pantalones de jean negro ajustados y, una camiseta azul con un sándwich estampado, que camila conocia muy bien.

-¿Tanto te gustó mi remera?- burló jara.

-No tenía otra cosa, subí, dale- indicó con una sonrisa divertida en sus labios.

-¿Al menos sabes a dónde ir?- preguntó mientras miraba el vehículo.

-Preguntás como si yo no viviera en la Ciudad, jara. Te voy a llevar al mejor shopping de Buenos Aires- habló en tono arrogante- agarrate bien fuerte.

Camila cerró los ojos cuando la motocicleta arrancó, luego de unos metros pudo abrirlos nuevamente. Ese día estaba soleado aunque el frío continuaba presente, la gente en la calle paseaba a sus perros o simplemente salían a caminar. Se dejó de fijar a su alrededor cuando el aroma de algún perfume caro inundó su nariz. Era exactamente el mismo aroma que sintió en la camiseta que Gianfranco había olvidado. Tan masculino, tan caro... en cierto punto le gustaba demasiado.

Luego le preguntaría al de ojos marrones cuál era esa exquisita fragancia que, de cierto modo, volvía loca a camila.

[...]

-Gracias por traerme- dijo una vez estaban en la puerta de aquel gran centro comercial.

-Esperá, voy a estacionar y entramos.

-Vos no vas a venir conmigo- Gianfranco lo miró confundido.

-¿Vos te pensas que te voy a dejar andar sola por ahí, jara? cualquiera te podría estafar, si hasta la cara de pueblerina tenés- bromeó.

Rodó los ojos- qué gracioso...- fingió una sonrisa

si tanto te preocupa, está bien- aceptó de mala gana.

Gianfranco sonrió con gracia, sería un día divertido sin dudas.

Luego de que el de ojos marrones estacione su motocicleta, se adentraron al shopping.

       Continuar a la siguiente parte

WTBA  ( giamila ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora