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-Entonces... ¿puedo ir? - luego de una semana, habían estado aún más pegados el uno al otro, por no decir que Camila prácticamente vivió con Gianfranco todos los días.

En ese momento, estaba pidiendo permiso para ir a lo que Odoguardi le había propuesto; un fin de semana largo en la localidad del morocho, Banfield. La familia Odoguardi tenía una casa que nadie utilizaba, dentro de un country/barrio privado.

- cami... estuviste toda la semana afuera- su madre dudaba en dejarla ir. Amaba que esté haciendo nuevos amigos -si es que Gianfranco podía llamarse amigo-, pero tenerlo mucho tiempo fuera de casa comenzaba a angustiarla.

Suspiró, meditando sobre qué hacer. Sabía que podía confiarle prácticamente la vida de su hija al de ojos marrones, pero le preocupaba que a Odoguardi de repente le comenzara a molestar la presencia de Camila. Ingenua, no tenía idea de que eso jamás pasaría.

-¿En serio querés ir?- dijo resignada. Los ojos de la morocha mostraron felicidad. Asintió entusiasmada. -Está bien, pero cuando vuelvas te quiero haciendo todo lo de la casa eh- advirtió con una sonrisa. Camila se abalanzó para abrazarla.

-¡Gracias ma! te prometo que voy a limpiar toda la casa cuando vuelva, ¡te amo! - gritó antes de ir corriendo a su cuarto.

Debía organizar qué iba a llevar para pasar el fin de semana. Mudas de ropa, traje de baño por si las dudas, protector solar, lentes de sol, sus lentes de contacto y su termo junto al mate. Dejó listo el bolso con sus cosas.

Estaba realmente entusiasmada por conocer la localidad donde Gianfranco creció, le pareció un lindo detalle de su parte invitarla.

Llamó al morocho para avisarle que tenía todo listo.

-¿Entonces si te dejó?- preguntó desde el otro lado de la línea.

-Sí- afirmó entusiasmada- nos vemos mañana.

-Te paso a buscar a las ocho, hasta mañana chiquita-cortó luego de lanzarle un beso a la distancia.

Camila tenía mucha emoción encima, tanto que no sabía si podría dormir.

[...]

Dos horas de sueño fueron suficientes para la peli negra. Saltó de su cama cuando la alarma sonó a las siete y media de la mañana.

Corrió a lavarse los dientes y pegarse una rápida ducha. Chuni, su perra, observaba como camila iba de un lado a otro, sintiendo como la iba a abandonar por unos días.

-¿Ya te vas, cami?- apareció su madre en la puerta.

-A las ocho viene gian a buscarme-contó mientras se ponía las zapatillas.

-Cuidate, no te drogues, volvé viva, y cualquier cosa me llamás, ¿está bien?

-Sí- la abrazó- gracias.- Justo el sonido de la motocicleta se hizo escuchar fuera, y una notificación cayó en su teléfono.

-Llegó tu corcel- burló andrea- pasala lindo, hija besó su frente y camila volvió a abrazarla. Estaba agradecida de tener una madre tan buena.

Una vez que se separó de su mamá, corrió con su bolso por las escaleras, casi tropezandose en el proceso.

-Hola bebé- la abrazó por la cintura y la besó.

-Hola gianni- sonrió.

-¿Vamos? Camila asintió- agarrate bien fuerte porque es un viaje largo.

Arrancó a toda velocidad por la calle vacía. Jara disfrutaba de la suave brisa que corría, no hacía tanto frío como de costumbre.

Jara observaba las vistas desde la autopista con los ojos bien abiertos. Estaban recorriendo toda la ciudad encima de la ruta.

-Qué locura- dijo para sí mismo.

[...]

Luego de dos horas de viaje, llegaron a un hermoso barrio privado en las lejanias del centro de Banfield.

Gianfranco, mientras se sacaba el casco, habló;- dejemos las cosas y te llevo a conocer el centro- le robó un beso y sacó las llaves de la casa.

Si había algo que Odoguardi amaba era besar los pomposos y rosados labios de camila.

-Wow- la casa era inmensa, todo parecía ser tan lujoso que a la peli negra le daba miedo tocar cualquier cosa y que se rompa. El piso era brillante y de una madera blanca, las decoraciones estaban preciosamente limpias. -Esto es increíble, amigo dijo inconscientemente. Gianfranco lo miró confundido, pues eran algo más que amigos, pero ninguno había puesto un título oficialmente.

-¿Amigo?- rió y lo tomó por la cintura, pegando sus cuerpos- vos sos de todo menos mi amiga- la besó apasionadamente en el medio de la sala. Luego de unos segundos, la falta de aire se hizo notar.

Jara no se atrevió a preguntar -¿qué somos entonces?- pues no sabía si estaba lista para la respuesta, simplemente sonrió.

-Arriba está la habitación, vení- el morocho tomó de la mano a camila y ambos subieron las escaleras. Se encontraron con varias puertas en un pasillo, y abrieron la última de todas.

El cuarto era prácticamente del tamaño de un monoambiente, la cama enorme, un baño privado, y una puerta que al abrirse descubrías el armario.

La peli negra estaba sin palabras, jamás había visto algo así en su vida. -¿Acá vamos a dormir?- Gianfranco asintió.

-Dejá tu ropa en el armario y vamos- salió de la habitación para darle espacio a la peli negra.

Jara hizo lo que le ordenaron y dejó sus cosas dentro del guardarropas. Luego volvió a bajar, y ahí estaba Gianfranco esperándolo con una chaqueta nueva, al parecer se había comprado otra.

-Me gusta tu campera- halagó- ¿es nueva?

-¿Esto?- señaló -ah sí, me la regaló una amigo. Contó y salió por la puerta. Camila se quedó un poco de tiempo recalculando su respuesta. - ¿Amigo? qué amigo- pensó mientras seguía al de ojos marrones. No quería parecer celoso así que no le dijo nada.

Continuar a la siguiente parte

EL SIGUIENTE CAPITULO LA GRAN FINAL

WTBA  ( giamila ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora