20. Ben

67 8 1
                                    

—No puedo creer que esté muerto —murmuró Luther con pesar.

—Era un buen tipo —concordó Diego—. Merecía algo mejor que esto... Tal vez se acercó mucho a la verdad. ¿Serían los federales?

—Diego, ¿qué dices? —se sorprendió Alessandra, cruzando sus brazos— Si hubieran sido ellos se lo habrían llevado para hacerle un interrogatorio, no... esto. Esto lo hizo alguien enfermo.

Öga för öga —Diego repitió la frase escrita en el suelo— ¿Será un nombre?

—La buscaré —asintió Luther, llendo al directorio. Luego de hojear unas páginas, soltó un suspiro de sorpresa—. La encontré.

—Llama a esa perra —se apresuró Diego, y Luther así lo hizo.

De fondo, Alessandra escuchó unas pisadas. Al voltear, se encontró a Cinco, quien descubría a Eliot para verlo.

—¿Cinco? —Llamó Alessandra, pero fue ignorada. Entonces, escuchó como Diego amenazaba a la mujer que habían llamado— ¡Diego! ¿No dijo Luther que era una anciana? ¡Piensa un momento!

—Es Öga för öga, idiotas —Cinco se hizo presente, sorprendiendo a sus hermanos— “Ojo por ojo” en sueco. Los suecos mataron a Eliot.

—Número equivocado, que tenga buen día —sonrió Diego, para luego colgar.

—Cinco, ¿por qué estás manchado de sangre? —preguntó Alessandra algo preocupada, viendo como Cinco se quitaba el chaleco de su uniforme.

—Cinco, ¿en qué te has metido? —insistió Luther.

Luego de limpiarse y cambiarse, Cinco al fin habló:

—Descubrí como ir a casa.

—¿¡De verdad!? —Los ojos de Alessandra se iluminaron. Estaba sentada, dándole la espalda a sus hermanos mientras se terminaban de cambiar— ¿Cómo?

—Los detalles son irrelevantes, pero hice un trato para volver a nuestro tiempo.

—¿Y el apocalipsis? —dudó Diego.

—No pasará.

—¿Y el de 2019?

—Todo volverá a la normalidad, ¿entendido? No más preguntas. Hay que irse... Y tenemos que encontrar a los demás. Luther, trae a Allison —El nombrado asintió ante eso—. Diego a Klaus.

—Voy con él —dijo Alessandra—. Tengo algo que hablar con Klaus.

—Bien. Yo iré por Vanya. Nos vemos en el callejón en setenta y siete minutos —Tomó unos relojes y se los dió a sus hermanos—. Están sincronizados.

—Bien. Hay que hacerlo —aceptó Luther.

—Espera, espera —interrumpió Diego—. Llegas bañado en sangre y ¿esperas creamos que todo volverá a la normalidad si regresamos ahora?

—Eliot fue asesinado por nuestra culpa.

—¿Qué hay de papá, y de J.F.K?

—Diego, es la oportunidad perfecta de regresar y arreglarlo todo. No lo dudes.

Pero Diego dudó.

—Tengo que despedirme de Lila.

—¡A Lila no le importas una mierda, Diego! Siempre fue así. Es una de ellos. Es miembro de La comisión.

—No lo creo... —Diego negó repetidas veces con su cabeza— No es posible.

—Solo estaba te estaba usando para llegar a mi. Eres el Oswal de esta historia, hermano. El chivo expiatorio.

La ocho de los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora