9. Oscuridad

113 15 0
                                    

Alessandra y Allison peleaban entre ellas. Entrenamiento le llamaba su madre. Ninguna debería usar su poder, pero eso no fue impedimento para Allison, quien inmovilizo a Alessandra, se acercó a su oído y susurró:

—Escuché el rumor...

—¡No!

—... de que te rendiste.

Alessandra escuchó las palabras e intentó resistirse, pero se terminó rindiendo. Luego, gritó que Allison había usado su poder. Su padre no le creyó, Luther salió a su defensa, y Allison se salió con la suya.

Luego, Allison tuvo que pelear con Ben, quien apenas escuchó el inicio de la frase de Allison, le dió un golpe en el pecho, sacándole el aire. Él lo había visto, y se había enojado.

—¡Allison! —Luther corrió hacia la morena. Al ver su estado, miró a Ben con enojo— ¿¡Por qué hiciste eso!?

—¡Número uno! —llamó su padre, sosteniendo su libreta luego de anotar algunas cosas— No debes interferir en el entrenamiento de tus hermanos. Fuera. Ahora.

—¡Pero...!

—He dicho, fuera.

Luther se alejó. Allison se recompuso y se alejó del lugar de entrenamiento, pues Ben debía pelear contra Diego.

—¿Feliz? —Allison casi gruñó.

—¿De que? —Alessandra no la miró, estaba más concentrada en ver la pelea de sus hermanos.

Allison la miró mal.

—¿Por qué no aceptaste tu derrota?

—Papá dijo que no debíamos usar poderes. Tú hiciste trampa. No merecías ganar.

Allison no dijo nada más. Casi nunca peleaba con Alessandra, y ella siempre le ganaba. ¿Qué de malo había en querer ganar una vez?

Años después, cuando Allison había escuchado la noticia de la casi muerte de Alessandra, no pudo evitar recordar ese presido momento. ¿Por qué? Porque Alessandra era la única persona que, por más cruel que fuera, siempre le decía la verdad, cuando un vestido no le quedaba bien, ella lo decía aunque todos los demás le dijeran lo contrario, cuando quemaba la comida o si le quedaba muy salda, ella lo decía. Alessandra había sido sincera con ella a pesar de todo. ¿Y ella? Ella la había despreciado por eso.

El día que fue a visitarla para disculparse y hablar, Alessandra la había ignorado. Apenas había puesto un pie en la habitación había notado lo cansada y abrumada que estaba su hermana. Ni siquiera le había dirigido la mirada.

—No quiero que vuelvas —había murmurando Alessandra cuando Allison se despidió.

Esa fue la primer mentira que Allison escuchó de Alessandra.

Y aún sabiendo eso, ella cumplió, y nunca volvió.

Ni siquiera cuando Alessandra había salido. Allison nunca la llamó ni buscó donde estaba.

¿Qué podía hacer? Estaba acostumbrada a tenerlo todo, con o sin si poder, siempre lograba convencerlos a todos. Todos, menos a Alessandra. Y eso siempre le molestaba.

«—»

Alessandra se acomodó en el asiento del copiloto y se tomó sus pastillas. Allison estaba preocupada, pero no preguntó.

—Alisson, ¿recuerdas la vez que, según papá, invoque la oscuridad?

—¿Por qué lo preguntas?

Allison esperaba poder hablar con Alessandra. Esperaba poder arreglar las cosas.

La ocho de los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora