15. El video

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Corrieron hasta un callejón, dónde Diego bajó ropa de un tendedero para poderse cambiar.

—Oye, agradecemos tu ayuda —dijo Diego a Lila, mientras se cambiaban—, pero es hora de separarnos. Nos van a buscar juntos. Tendremos más éxito por separado.

—Me necesitan. Somos un gran equipo.

—A mí no me molesta llevarla —sonrió Alessandra.

—No. Demasiado peligroso. Ya sabes cómo es esto, Ale.

Sabía que Diego tenía razón. Pero aún así, Alessandra quería llevarla y, sabía que en el fondo Diego también.

Escucharon la sirena de una patrulla y se escondieron dónde pudieron. Alessandra tras un contenedor de basura y Diego y Lila tras una barra de metal, demasiado juntos.

—Vamos —dijo Lila cuando pasó la patrulla—. Aquí está mi auto —Tomó una roca y rompió el cristal. Pronto lo hizo arrancar— ¿Qué? ¿No les gusta el color?

—No me importa —Alessandra subió al asiento trasero—. Vamos Diego. Sé que quieres.

Diego suspiró y dió la vuelta para subirse del otro lado. Alessandra aplaudió con emoción.

«—»

Ahí estaban, esperando a que Oswald saliera del trabajo para, según el plan de Diego, inmovilizarlo y cortarle el dedo indice para decirle que tiene 24 horas para irse.

—Mejor hay que matarlo —sugirió Lila—. Si crees que va a matar al presidente dale una bala en la frente.

—No mataré a alguien que aún no comete un crimen.

—Que estupidez. En realidad, todo el plan es estúpido. ¿Eso de cortarle el dedo a un tipo?

—No es cualquier dedo, es el índice. Es imposible disparar sin él.

—¿Y si alguien más lo hace? —dijo Alessandra— Tal vez sea algún evento que deba pasar si o si, un evento que pasa en todas las líneas temporales.

—¿Lo dices en cerio? —bufó Diego.

—El doctor lo dijo, el complejo de héroe es real. —comentó Lila—. Quieres demostrarle a tu padre que eres un hombre exitoso.

—No sabes nada sobre nuestro padre —interrumpió Alessandra, algo molesta por sacar ese tema.

—Yo sé todo lo que hay que saber. Diego es un libro abierto para niños muy lentos, y Alessandra es... —La nombrada alzó una caja, como si advirtiera que sus siguientes palabras tenían que ser muy cuidadosas— Un libro para niños de secundaria.

—Sutil.

—Lo sé.

—No estoy tratando de ser un héroe —negó Diego.

—¿Entonces por qué lo haces? —insistió Lila.

En eso, Cinco apareció a lado de Alessandra, quien le dió un golpe en el hombro, haciendo que Cinco se quejara. Luego, lo abrazó

—Porque es un idiota —dijo Cinco, respondiendo la pregunta de Lila y aún siendo abrazado por Alessandra—. Ale, ya suéltame.

—¿Quien rayos eres? —se sorprendió Lila.

—Soy su amado hermano —Alessandra soltó a Cinco y lo volvió a golpear.

—Por dejarnos encerrados.

—Dejen a la desquiciada y vengan conmigo. Tenemos un asunto importante.

—No iré a ninguna parte contigo.

La ocho de los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora