6. Hermanas

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Alessandra salió del consultorio de su terapeuta camino al departamento de Vanya. Las cosas no habían cambiado, al menos en el término profesional. Siguieron como si nada, y Alessandra se lo agradeció en silencio.

Tenía que hablar con Vanya y arreglar las cosas. Luego, tal vez iría con Allison. Eso si la superestrella tenía tiempo en su apretada agenda, porque la última vez le había dicho que sacará cita. ¿¡Cómo se le ocurre!?

Tocó la puerta y esperó. Sonrió con nerviosismo cuando Vanya le abrió la puerta y le dejó pasar.

—Lindas flores —dijo Alessandra, tomando la tarjeta al borde del florero— “Me gustas y no me disculpo” ¿De quién es?

—Es Leonard. Un amigo.

—Amigo —repitió, sonriendo—. Me alegra que tengas amigos.

—¿Pasó algo?

—No sé si sabrás, pero estoy viendo a un terapeuta —soltó, mientras ambas se sentaban en el sillón—, y su recomendación para... Sanar, fue hablar con mis hermanos.

—¿Lo haces solo porque ella te lo dijo?

—No mal entiendas. Yo siempre quise estar bien con todos, pero algunos lo ponen más difícil que otros... —carraspeó, y bajó la mirada—. Vanya, quiero disculparme. No siempre te traté bien.

—Tú siempre me trataste bien —dijo Vanya, algo confundida—. Digo, no hablábamos tanto, pero eras... lo más cercano que tenía a una amiga.

—Se suponía que debía ser tu hermana. —Alessandra tomó valor para mirar a Vanya a los ojos—. Ahora quiero ser eso. Quiero... Que podamos ser hermanas.

Vanya sonrió.

—Eso sería lindo.

«—»

Pasaron unas cunas horas hablando. Vanya le contó de sus recitales, y Alessandra escuchó. Escuchó a Vanya por horas. Nunca se imaginó que su hermana pudiera hablar por tanto tiempo. Tanto, que se hizo de noche, y Alessandra se quedó dormida en el sofá de Vanya.

—Buenos días —dijo al ver a Vanya caminar hacia todos lados.

—Buenos días.

—¿Causé problemas?

—Para nada. Fue lindo tener compañía.

Se escucharon golpes en la puerta, y para sorpresa de Alessandra, fue Allison quien entró.

—Hola —saludó Vanya.

—Linda bufanda —Allison le entregó un café a Alessandra, quien lo tomó gustosa.

—Creo que hasta se maquilló —aportó Alessandra—. ¿Cómo sabías que debías traer tres cafés?

—Vanya me dijo que te habías quedado a dormir.

Un murmuro de Vanya llamó la atención de las demás.

—¿Qué pasa? —preguntaron ambas.

—Me quedé sin mis pastillas ayer —Eso le recordó a Alessandra que ni había tomado sus pastillas, así que sacó una y la tragó lo más rápido que pudo para que no guna se diera cuenta—. Suelo tener más en el mantequillero, pero ahora solo hay mantequilla, así que...

—Les traje una sorpresa —Allison le lanzó una bolsa de papel a Alessandra y le extendió otra a Vania—. De la pastelería. Cómo cuando éramos niñas.

Alessandra sonrió mientras sacaba el pan de la bolsa. El mejor pan de la ciudad, al menos para ella.

—Eres muy dulce, pero lo guardaré para más tarde —Solo tomó el café—. Voy a desayunar con Leonard.

La ocho de los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora