El viento susurraba entre las hojas de los árboles que rodeaban el pequeño pueblo de Kaios, una localidad tan escondida que parecía haber sido olvidada por el tiempo. Las casas de ladrillo rojo y tejados oscuros se alineaban a lo largo de las calles adoquinadas, como si estuvieran atrapadas en un pasado eterno. Kaios era un lugar donde nada emocionante ocurría, hasta aquel día.
Evans se levantó al amanecer, como cada mañana, para ayudar a su madre y a sus hermanos en la panadería de la familia. El aroma del pan recién horneado se mezclaba con el del café fuerte, llenando el pequeño local. A sus 19 años, Evans estaba acostumbrado a la rutina tranquila y sin sobresaltos de Kaios. Con su cuerpo bien formado y músculos marcados, producto de cargar sacos de harina y amasar el pan diariamente, Nazareno era conocido por ser trabajador y dedicado, aunque en su corazón albergaba un deseo secreto de que algo más allá de la monotonía cotidiana sucediera en su vida.
Ese día, después de la larga jornada en la panadería, decidió dar un paseo por los alrededores del pueblo. El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Mientras caminaba por el sendero que bordeaba el bosque, algo llamó su atención. A lo lejos, vio a un joven que parecía desorientado, casi perdido. Estaba sentado en el borde de un pequeño charco, con la mirada fija en el suelo.
Evans frunció el ceño. El extraño no parecía ser de Kaios; su ropa desgarrada y sucia no le era familiar, y había algo en su postura que irradiaba una profunda sensación de confusión y desamparo. Sin dudarlo, decidió acercarse.
-¿Estás bien? -preguntó Evans, inclinándose ligeramente para no asustarlo.
El joven alzó la vista, y Evans se sorprendió al ver sus ojos marrones, oscuros y profundos, como si ocultaran un secreto que ni siquiera él conocía. Su cabello, negro y alborotado, estaba lleno de hojas y tierra, como si hubiera pasado por una tormenta. Era de estatura media, con una complexión que revelaba fuerza y juventud, pero también una fragilidad inesperada.
-No lo sé -respondió finalmente, con una voz que apenas era un susurro-. No sé dónde estoy... ni quién soy.
Evans sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. El chico frente a él parecía completamente perdido, no solo en el espacio, sino en sí mismo.
-Mi nombre es Evans. -Sonrió suavemente, esperando que eso pudiera tranquilizar al extraño-. ¿Y el tuyo?
El joven se quedó en silencio por un momento, como si tratara de recordar algo que estaba justo fuera de su alcance.
-Exekias -dijo finalmente-. Creo que me llamo Exekias.
-¿De dónde vienes, Exekias? -preguntó Evans, sentándose a su lado, tratando de mantener la calma y no abrumarlo con demasiadas preguntas.
Exekias negó con la cabeza, su expresión se tornó desesperada.-No lo sé... No recuerdo nada, excepto mi nombre. Es como si... como si todo lo demás hubiera sido arrancado de mí.
Evans sintió una punzada de compasión. No podía imaginar cómo debía sentirse no recordar nada de su propia vida. Pero algo en la forma en que Exekias lo miraba, en la vulnerabilidad de su postura, despertó en él un impulso protector.
-Vamos, ven conmigo -dijo Evans, ofreciéndole una mano-. Te llevaré a mi casa. Quizás un poco de comida y descanso te ayuden a recordar algo.
Exekias lo miró con una mezcla de desconfianza y esperanza antes de tomar su mano. Evans sintió un pequeño escalofrío al contacto, como si una corriente eléctrica hubiera pasado entre ellos, pero lo atribuyó al cansancio del día. Lo ayudó a ponerse de pie y lo guió de vuelta al pueblo.
Mientras caminaban, Exekias miraba a su alrededor como si viera el mundo por primera vez. Los árboles, las piedras, el cielo... todo le parecía nuevo y extraño. Pero lo que más lo inquietaba era la sensación de que algo importante, algo vital, estaba perdido dentro de él.
La caminata de regreso a Kaios fue silenciosa, pero no incómoda. Evans podía sentir la tensión en el aire, la incertidumbre que Exekias cargaba como una sombra que no podía sacudirse. Cuando finalmente llegaron a la panadería, la madre de Evans, una mujer cálida y con una sonrisa amable, les dio la bienvenida.
-¿Y este joven? -preguntó su madre, observando a Exekias con una mirada preocupada.
-Lo encontré en el bosque, parece estar desorientado -explicó Evans-. No recuerda nada, ni siquiera de dónde viene.
Sin hacer más preguntas, la madre de Evans los llevó a la cocina y sirvió a Exekias un plato de sopa caliente, acompañado de una hogaza de pan recién horneado. Exekias comió en silencio, con la cabeza baja, mientras Evans lo observaba, preguntándose quién era realmente este extraño.
-Puedes quedarte aquí esta noche -dijo Evans cuando terminaron de comer-. Mañana veremos si podemos averiguar algo más sobre ti.
Exekias asintió, agradecido. Evans lo condujo a una pequeña habitación en la parte trasera de la casa, donde había una cama sencilla pero cómoda. La habitación, aunque modesta, irradiaba una calidez que hizo que Exekias se sintiera un poco más seguro.
-Gracias -murmuró Exekias antes de acostarse. Sus ojos se cerraron casi de inmediato, agotado tanto física como emocionalmente.
Evans lo observó durante un momento, sintiendo una extraña mezcla de curiosidad y empatía. No sabía por qué, pero sentía que ayudar a Exekias era lo correcto, como si estuviera destinado a hacerlo.
Al apagar la luz y salir de la habitación, Evans no podía dejar de pensar en lo misterioso que era todo aquello. ¿Cómo era posible que alguien apareciera en Kaios, sin recordar nada de sí mismo? ¿Y por qué sentía que la llegada de Exekias no era una simple coincidencia?
Evans decidió que al día siguiente intentaría hablar más con Exekias, entender su historia y, tal vez, ayudarlo a recuperar sus recuerdos. Pero mientras cerraba la puerta suavemente, un pensamiento inesperado cruzó su mente: ¿Y si Exekias no quería recordar?
Con ese pensamiento, Evans se retiró a su propia habitación, mientras el viento afuera seguía susurrando secretos que ninguno de los dos podía escuchar.
Hola buenas, mi nombre es vynz. Esta será una mini historia! Sobre amor y fantasía Jajs. Espero le den mucho amor♡, Gracias por leer
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El Legado Del Silencio Mágico
Random*Mini historia* En el tranquilo pueblo de Kaios, Evans, un joven panadero, encuentra a un misterioso forastero sin memoria en el borde del bosque. Lo que comienza como un simple acto de bondad, se transforma en un viaje lleno de magia, peligro y sen...