El amanecer en Kaios trajo consigo una bruma suave que cubría el pueblo con un manto de tranquilidad. Evans se despertó temprano, como de costumbre, con los primeros rayos de sol filtrándose a través de las cortinas de su habitación. Mientras se vestía, no podía dejar de pensar en el misterioso joven que había acogido la noche anterior. Exekias. Aún sonaba extraño en su mente, como un nombre de otra época o lugar.
Al salir de su habitación, Evans caminó con cuidado hacia la pequeña habitación en la que había dejado a Exekias. Quería asegurarse de que el joven estaba bien antes de comenzar su día en la panadería. La puerta estaba entreabierta, y al asomarse, vio a Exekias durmiendo profundamente, acurrucado bajo las mantas, como si necesitara protegerse incluso en su sueño. Evans sintió una oleada de ternura y preocupación por él.
Después de asegurarse de que Exekias estaba cómodo, bajó a la cocina donde su madre ya estaba ocupada amasando pan. El aroma cálido y familiar de la masa en fermentación llenaba el aire.
—¿Cómo está el joven que trajiste anoche? —preguntó su madre sin levantar la vista de la masa.
—Sigue durmiendo —respondió Evans mientras se ataba el delantal—. Parece que realmente lo necesitaba. No sé por qué, pero siento que cuidar de él es importante. Algo en él… es diferente.
Su madre lo miró con una expresión comprensiva.
—A veces, las personas entran en nuestras vidas por razones que no entendemos de inmediato. Si sientes que debes ayudarlo, entonces sigue tu instinto.
Evans asintió, agradecido por las palabras de su madre. Mientras comenzaba a trabajar, sus pensamientos volvían una y otra vez a Exekias. Había algo en él, en su forma de estar perdido, que no solo despertaba su compasión, sino también su curiosidad. ¿Quién era realmente Exekias? ¿Y qué secretos escondía ese nombre tan peculiar?
A medida que el sol ascendía en el cielo, las primeras personas comenzaron a llegar a la panadería. Evans y su madre atendían a los clientes con sonrisas y palabras amables, pero en su mente, Evans seguía pensando en Exekias. Finalmente, cuando el flujo de clientes disminuyó, decidió subir a ver si su invitado ya estaba despierto.
Subió las escaleras rápidamente y se detuvo frente a la puerta entreabierta de la habitación. Escuchó un suave murmullo proveniente del interior. Empujó la puerta con suavidad y encontró a Exekias sentado en la cama, frotándose los ojos con una expresión adormilada. Sus ojos marrones, aún pesados por el sueño, se encontraron con los de Evans.
—Buenos días —dijo Evans con una sonrisa amable—. ¿Cómo te sientes?
Exekias tardó un momento en responder, como si las palabras le resultaran difíciles de encontrar en su mente.
—Mejor, creo... aunque todavía estoy muy confundido.
Evans asintió, acercándose para sentarse en una silla junto a la cama.
—Eso es comprensible. Pasar por lo que has pasado debe ser abrumador. Pero estás a salvo aquí. Este es un lugar tranquilo, y mi familia y yo estamos dispuestos a ayudarte en lo que podamos.
Exekias bajó la mirada, sus manos se entrelazaron nerviosamente en su regazo.
—No sé si... si es correcto que esté aquí. Siento que... que hay algo que debería estar haciendo, algo importante que no puedo recordar.
Evans sintió una punzada en su corazón. Podía ver el conflicto interno en Exekias, la lucha entre querer recordar y temer lo que esos recuerdos podrían traer consigo.
—Quizás —dijo Evans con suavidad— lo mejor sea no forzarlo. Los recuerdos vendrán cuando estés listo. Mientras tanto, puedes quedarte aquí el tiempo que necesites. Este pueblo es pequeño, pero las personas son buenas, y no estás solo.
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El Legado Del Silencio Mágico
Random*Mini historia* En el tranquilo pueblo de Kaios, Evans, un joven panadero, encuentra a un misterioso forastero sin memoria en el borde del bosque. Lo que comienza como un simple acto de bondad, se transforma en un viaje lleno de magia, peligro y sen...