Ecos del Pasado Pt.1

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El sol se alzaba sobre Kaios con una claridad que prometía un día agradable. La luz dorada iluminaba las calles empedradas y las casas de ladrillo del pequeño pueblo, mientras el aire fresco de la mañana traía consigo el aroma del pan recién horneado. Exekias se despertó temprano, como si el sol mismo lo empujara a levantarse. Había pasado una noche tranquila en la panadería de Evans, aunque el sueño le había traído una serie de fragmentos de recuerdos confusos y borrosos.

Se levantó de la cama con cautela, intentando evitar hacer ruido para no despertar a Evans o a su madre. Con pasos suaves, se dirigió a la cocina, donde comenzó a prepararse un café. Mientras el aroma del café llenaba la habitación, Exekias se sentó en la mesa, reflexionando sobre su situación. A pesar de la amabilidad de Evans y su familia, sentía una creciente inquietud. La sensación de estar constantemente bajo una sombra oscura no se disipaba.

El café estaba listo, y Exekias se lo sirvió en una taza de cerámica con el logotipo de la panadería. Tomó un sorbo, dejándose llevar por el calor reconfortante de la bebida. El suave tintineo de una campana en la puerta principal de la panadería le indicó que ya había clientes llegando. Exekias sabía que Evans y su madre comenzarían a atender a los primeros clientes pronto.

Decidió aprovechar la tranquilidad de la mañana para dar una vuelta por el pueblo. Quizás una caminata le ayudaría a despejar la mente y a encontrar algo de claridad en medio de sus pensamientos desordenados. Salió de la panadería y se dirigió hacia el mercado local, que solía ser el corazón de la vida en Kaios.

El mercado estaba animado a esa hora, con vendedores montando sus puestos y clientes charlando animadamente. Exekias caminaba por entre las mesas, observando las frutas y verduras frescas, las artesanías locales y los productos caseros. Todo le resultaba fascinante y, al mismo tiempo, desconcertante. Cada rincón del mercado parecía ofrecer un pedazo de un rompecabezas que no podía completar.

Al pasar junto a un puesto de flores, Exekias se detuvo para admirar los coloridos arreglos. Las flores parecían vibrar con vida, y por un momento, la belleza del lugar le permitió relajarse. Sin embargo, al girar para continuar su paseo, sus ojos se encontraron con los de un joven que estaba frente a un puesto de libros usados. El joven lo miraba con una expresión de sorpresa y curiosidad.

-¿Eres nuevo en el pueblo? -preguntó el joven con una sonrisa amistosa.

Exekias sintió una oleada de nerviosismo al ser abordado, pero respondió con cortesía.

-Sí, acabo de llegar. Estoy tratando de conocer un poco más sobre este lugar.

-Soy Leandro -dijo el joven, extendiendo la mano-. Si necesitas alguna recomendación o ayuda para orientarte, no dudes en pedírmelo. Yo llevo tiempo viviendo aquí y conozco bastante bien el pueblo.

Exekias aceptó la mano de Leandro con una sonrisa agradecida.

-Soy Exekias. Muchas gracias, realmente aprecio la oferta.

Leandro asintió y, después de un momento de reflexión, agregó:

-¿Te gustaría que te mostrara algunos lugares interesantes en el pueblo? Siempre es más fácil explorar con alguien que conoce la zona.

Exekias aceptó encantado la oferta. Leandro lo guió por calles menos conocidas, mostrándole rincones ocultos de Kaios que no estaban en los mapas turísticos. Había una pequeña librería con estantes llenos de libros antiguos, una tienda de antigüedades con una colección ecléctica de objetos, y un café con una terraza encantadora que ofrecía vistas al río cercano.

Durante el recorrido, Exekias se sintió cada vez más a gusto con Leandro. La conversación fluía con naturalidad, y Leandro parecía tener un talento para hacer que las cosas se sintieran menos abrumadoras. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Exekias notó que Leandro a veces lo miraba con una intensidad que parecía indicar que había algo más en juego.

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