Ecos del Pasado Pt.2

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El sol se alzaba lentamente sobre el pueblo de Kaios, bañando sus calles y casas con una luz cálida y dorada. Sin embargo, para Exekias, el nuevo día trajo consigo una sensación de inquietud que no lograba sacudirse. La visita al parque con Leandro, la conversación críptica, y la advertencia de Evans habían dejado una marca en su mente. Había algo en la actitud de Leandro que no lograba descifrar, algo que lo hacía desconfiar, pero al mismo tiempo, no podía negar que el chico tenía un magnetismo que le resultaba difícil ignorar.

Después de desayunar en la panadería, Exekias decidió dar un paseo por el pueblo para despejarse. Caminó por las calles adoquinadas, observando a los habitantes de Kaios comenzar su día, saludándose unos a otros con familiaridad y calidez. Sin embargo, a medida que avanzaba, no podía evitar sentir que era observado. Miradas furtivas y susurros a su paso le hicieron preguntarse cuánto sabían los demás sobre él y su pasado. Después de todo, había llegado al pueblo de manera misteriosa, y su amnesia solo contribuía a aumentar el aura de misterio que lo rodeaba.

Al llegar a la plaza central, Exekias se detuvo frente a la fuente, observando cómo el agua cristalina caía en cascada sobre las piedras. El sonido relajante le permitió calmar sus pensamientos por un momento. Sin embargo, su tranquilidad fue interrumpida cuando vio a Leandro acercarse, una sonrisa fácil en su rostro.

-Buenos días, Exekias -saludó Leandro con su tono habitual-. Me alegra verte por aquí tan temprano.

-Hola, Leandro -respondió Exekias, tratando de sonar casual-. Decidí dar un paseo para despejarme un poco.

Leandro asintió y se acercó a la fuente, metiendo una mano en el agua para jugar con las gotas que caían.

-Es un buen lugar para reflexionar, ¿no? -dijo con una sonrisa-. Hay algo en el sonido del agua que siempre me ha ayudado a ordenar mis pensamientos.

Exekias lo observó por un momento, intentando descifrar si había alguna intención oculta detrás de sus palabras. Recordó la conversación que había tenido con Evans la noche anterior, cuando mencionó que Leandro podría tener motivos ocultos. Sin embargo, decidió no sacar conclusiones apresuradas.

-Sí, es un lugar agradable -respondió finalmente, evitando el tema que realmente rondaba su mente-. ¿Qué te trae por aquí tan temprano?

Leandro se encogió de hombros.

-Nada en particular. Solo pensé que podríamos pasar más tiempo juntos, ya que parece que nos estamos volviendo buenos amigos. Además, he estado pensando en lo que me dijiste sobre tu amnesia... y creo que podría haber una forma de ayudarte a recuperar algunos de tus recuerdos.

El corazón de Exekias dio un vuelco. No había esperado que Leandro mencionara algo tan relevante de manera tan casual.

-¿En serio? -preguntó, intentando disimular su sorpresa-. ¿Qué tienes en mente?

Leandro sonrió, pero esta vez su sonrisa no llegó a sus ojos.

-Hay un lugar no muy lejos de aquí, en las afueras del pueblo. Un viejo santuario que ha estado abandonado durante años. Los lugareños dicen que es un lugar con una energía especial, capaz de despertar recuerdos olvidados. Pensé que podríamos ir juntos a explorar. Tal vez te ayude a recordar algo.

Exekias se quedó en silencio por un momento, considerando la propuesta. Por un lado, la idea de recuperar sus recuerdos era tentadora. Pero por otro, no podía ignorar la advertencia de Evans sobre Leandro. Sin embargo, si había una posibilidad de descubrir más sobre su pasado, sentía que debía intentarlo.

-Está bien -dijo finalmente-. Vamos.

Leandro asintió, satisfecho, y juntos comenzaron a caminar hacia las afueras del pueblo. Mientras avanzaban, Exekias no pudo evitar notar que el ambiente a su alrededor cambiaba. Los caminos bien cuidados de Kaios dieron paso a senderos más salvajes, rodeados de árboles densos y sombras alargadas. El sonido de la civilización se desvaneció, reemplazado por el susurro del viento entre las hojas y el crujido de ramas bajo sus pies.

Finalmente, llegaron a un claro en medio del bosque, donde se erigía una estructura antigua y descuidada. El santuario estaba cubierto de musgo y enredaderas, y parecía haber estado abandonado durante siglos. Sin embargo, había algo en el aire, una energía palpable que hizo que la piel de Exekias se erizara.

-Este es el lugar -anunció Leandro, observando el santuario con una mezcla de respeto y temor-. Se dice que aquí es donde los brujos de antaño venían a meditar y a conectar con sus poderes. Tal vez sea justo lo que necesitas.

Exekias sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo familiar en el lugar, aunque no podía identificarlo con claridad. A medida que se acercaba, sintió una presión en su mente, como si algo intentara abrirse paso entre la neblina de su amnesia.

-Intenta relajarte -dijo Leandro en voz baja-. Deja que la energía del lugar te envuelva. No te resistas a lo que pueda venir.

Exekias asintió, cerrando los ojos y respirando profundamente. Se concentró en el sonido del viento, en la sensación del suelo bajo sus pies, en la presencia de Leandro a su lado. Poco a poco, comenzó a sentir una conexión con el lugar, como si su esencia estuviera entrelazada con las piedras antiguas que lo rodeaban.

De repente, una visión se apoderó de su mente. Se vio a sí mismo en el mismo lugar, pero en un tiempo diferente. El santuario estaba intacto, con luces brillando en su interior. Había figuras alrededor de él, figuras que le eran familiares, aunque no podía ver sus rostros. Estaban cantando, sus voces mezclándose en un cántico antiguo que resonaba en su alma.

Y entonces, la visión cambió. Se vio luchando, una batalla feroz contra una figura oscura y poderosa. Sentía el poder de la magia fluyendo a través de él, pero también sentía la desesperación y el miedo. La figura oscura lo superaba en fuerza, y a pesar de sus esfuerzos, fue derrotado, arrojado al suelo con una fuerza devastadora. La última cosa que vio antes de perder el conocimiento fue el cielo nocturno, y una voz susurrándole al oído: "Olvidarás... hasta que sea el momento".

Exekias abrió los ojos de golpe, jadeando. La visión lo había dejado aturdido, pero también le había dado un atisbo de su pasado. Sabía que había sido un brujo, uno poderoso, pero había sido derrotado. Alguien había querido que olvidara, y lo había conseguido.

-¿Estás bien? -preguntó Leandro, su voz cargada de preocupación.

Exekias asintió, aunque aún estaba procesando lo que había visto.

-Vi algo... sobre mi pasado -dijo, intentando ordenar sus pensamientos-. Creo que fui un brujo. Alguien poderoso. Pero fui derrotado, y me hicieron olvidar.

Leandro lo miró con una mezcla de sorpresa y comprensión.

-Eso explica muchas cosas -murmuró-. Pero también significa que quien sea que te hizo olvidar podría estar buscándote. Si recuperas tus recuerdos, podrías estar en peligro.

La advertencia de Leandro resonó en la mente de Exekias. No había considerado la posibilidad de que su amnesia fuera un mecanismo de defensa, una forma de protegerlo de algo o alguien. Pero ahora que sabía la verdad, no podía volver atrás.

-Necesito saber más -dijo con determinación-. Necesito recuperar todos mis recuerdos, sin importar el riesgo.

Leandro asintió, pero había una sombra de preocupación en sus ojos.

-Entonces, debemos ser cuidadosos. No sabemos quién podría estar vigilándote. Debemos encontrar una manera segura de hacerlo.

El regreso a Kaios fue silencioso, ambos sumidos en sus propios pensamientos. Sin embargo, cuando llegaron a las calles del pueblo, algo había cambiado. Había una sensación de tensión en el aire, y la gente murmuraba entre sí, mirando de reojo a Exekias y Leandro.

Evans estaba esperando en la entrada de la panadería cuando llegaron. Su expresión se oscureció al ver a Leandro, pero se suavizó ligeramente cuando vio a Exekias.

-¿Dónde has estado? -preguntó, tratando de mantener la calma, pero su tono estaba cargado de preocupación.

-Leandro me llevó a un lugar que podría ayudarme a recuperar mis recuerdos -respondió Exekias, sintiendo la necesidad de ser honesto con Evans-. Y funcionó, al menos en parte. Recuerdo que fui un brujo... uno poderoso, pero alguien me hizo olvidar todo, y ahora entiendo que ese alguien podría estar siguiéndome. Debo recuperar mis recuerdos, Evans, para saber quién soy y por qué me hicieron esto.

Evans miró a Exekias con preocupación, sintiendo la gravedad de la situación. Sabía que lo que Exekias decía era verdad, pero también sabía que el camino para recuperar esos recuerdos no sería fácil, ni seguro. Había más en juego de lo que ninguno de ellos podía imaginar.

El Legado Del Silencio Mágico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora