La calma de Kaios era engañosa. Aunque el sol se alzaba en el horizonte, iluminando las calles con una luz dorada, una sombra se cernía sobre el pequeño pueblo. Nadie sospechaba que la verdadera tormenta se aproximaba, disfrazada de una figura que caminaba entre ellos como uno más. Venus, el hechicero supremo, había llegado.
Con una mirada calculadora y fría, Venus caminaba entre los habitantes de Kaios, su apariencia camuflada como la de un hombre común. Había aprendido a moverse sin ser notado, a ocultar su verdadera naturaleza bajo una fachada amable y tranquila. Sus ojos, oscuros como la noche, no revelaban nada de la malicia que albergaba en su interior. Sabía que no podía atacar directamente. Necesitaba tiempo y, sobre todo, el elemento sorpresa.
Mientras tanto, Exekias y Evans estaban disfrutando de un raro momento de paz. Habían pasado la mañana juntos, recorriendo el pueblo y hablando de lo que vendría a continuación. Aunque ambos sabían que el peligro aún los acechaba, en ese instante, Kaios parecía un refugio seguro, alejado del caos que había marcado sus vidas.
—¿Crees que alguna vez podremos dejar todo esto atrás? —preguntó Evans, su voz llena de esperanza mientras caminaban lado a lado.
Exekias lo miró con una sonrisa suave, pero sus ojos reflejaban una preocupación que no podía esconder.
—Quiero creer que sí, Evans. Pero hasta que no enfrentemos lo que viene, siempre habrá algo que nos persiga.
Evans asintió en silencio, aceptando la realidad de sus palabras. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una figura desconocida apareció en su camino. Era un hombre mayor, con una barba gris y una expresión amable, que los saludó con una inclinación de cabeza.
—Disculpen, jóvenes —dijo el hombre, su voz suave y reconfortante—. ¿Podrían indicarme dónde encontrar la panadería? Soy nuevo en el pueblo y me han dicho que es el mejor lugar para desayunar.
Evans, siempre dispuesto a ayudar, sonrió y comenzó a darle indicaciones, sin notar el brillo peligroso en los ojos del hombre. Exekias, por otro lado, sintió una punzada de desconfianza, como si algo en la presencia de aquel extraño no encajara. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Evans ya estaba caminando con el hombre, ofreciéndose a acompañarlo hasta la panadería.
—No te preocupes, Exekias, no tardaré. —Evans le lanzó una mirada tranquilizadora—. Vuelve a la casa y te alcanzaré en un momento.
Exekias asintió, aunque con cierta reticencia. Observó a Evans alejarse con el hombre, una sensación incómoda asentándose en su pecho. Pero decidió no darle más vueltas y se dirigió a la casa, pensando que tal vez solo era su imaginación.
Minutos más tarde, cuando llegó a la panadería, todo estaba en silencio. No había ni rastro de Evans ni del hombre con el que se había ido. La inquietud se convirtió en alarma. Exekias comenzó a buscar por todo el pueblo, preguntando a los vecinos si habían visto a Evans, pero nadie tenía respuestas. Era como si hubieran desaparecido sin dejar rastro.
El pánico se apoderó de él. Exekias sabía que algo terrible había ocurrido. Su instinto le decía que Evans estaba en peligro, y no podía quedarse de brazos cruzados.
—¡Evans! —gritó, corriendo hacia el bosque, donde sentía una presencia extraña. Sabía que algo lo llamaba, algo que él mismo no podía comprender. Y, entonces, lo sintió. La magia oscura que emanaba del bosque, una energía familiar que hacía eco en su mente.
No había tiempo que perder. Exekias se adentró en el bosque, su corazón latiendo con fuerza mientras se preparaba para lo peor. El silencio era opresivo, y cada sombra parecía estar al acecho. Caminó durante lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente llegó a un claro. Allí, atado a un árbol, estaba Evans. Su rostro mostraba miedo, pero al ver a Exekias, una chispa de esperanza apareció en sus ojos.
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El Legado Del Silencio Mágico
Random*Mini historia* En el tranquilo pueblo de Kaios, Evans, un joven panadero, encuentra a un misterioso forastero sin memoria en el borde del bosque. Lo que comienza como un simple acto de bondad, se transforma en un viaje lleno de magia, peligro y sen...