El sol brillaba con intensidad sobre Kaios, presagiando otro día lleno de promesas y desafíos. Exekias se despertó con el ánimo renovado después de la animada fiesta en la panadería. La sensación de pertenencia que había experimentado la noche anterior le ofreció una nueva perspectiva sobre su situación. A pesar de la incertidumbre que aún rodeaba su pasado, se sentía más decidido a seguir adelante y a integrarse en la comunidad.
Después de un desayuno ligero con Evans y su madre, Exekias se dirigió a la panadería para comenzar su jornada laboral. El bullicio habitual de la mañana estaba en pleno apogeo, y el aroma del pan recién horneado llenaba el aire. Evans, siempre sonriente y enérgico, trabajaba a su lado, y la atmósfera en la panadería estaba llena de una cálida familiaridad.
-Hoy parece ser un buen día -comentó Evans mientras preparaba una tanda de panecillos-. ¿Qué planes tienes para después del trabajo?
Exekias pensó por un momento antes de responder.
-No estoy seguro aún. Tal vez dé una vuelta por el pueblo o visite alguno de los lugares que Leandro me mostró. Me pareció un buen guía, y me gustaría conocer más sobre la vida en Kaios.
Evans asintió, pero su sonrisa se volvió un poco más reservada.
-Leandro parece ser una buena persona. Aunque, a veces, las primeras impresiones pueden no ser lo que parecen.
Exekias notó el cambio en el tono de Evans y levantó una ceja en señal de curiosidad.
-¿Te preocupa algo en particular sobre Leandro?
Evans se encogió de hombros ligeramente, sin querer parecer demasiado intrusivo.
-No es nada en específico. Solo que, a veces, la gente puede tener sus propios motivos para hacer las cosas. En fin, no quería que te preocuparas por eso. Disfruta tu día.
El comentario de Evans dejó a Exekias con una sensación de inquietud. Decidió dejarlo pasar por el momento y se concentró en el trabajo. La mañana transcurrió en una rutina productiva, con clientes llegando y saliendo de la panadería, y el aroma del pan llenando cada rincón.
A la tarde, cuando terminó su jornada, Exekias decidió hacer una visita al parque donde había encontrado a Leandro la última vez. Al llegar, vio a Leandro sentado en un banco, hojeando un libro. Exekias se acercó con una sonrisa.
-Hola, Leandro. ¿Qué tal?
Leandro levantó la vista y sonrió al ver a Exekias.
-¡Hola! Me alegra verte. ¿Cómo va tu día?
-Bastante bien. Acabo de terminar el trabajo y pensé en dar un paseo por aquí. ¿Te gustaría acompañarme?
Leandro asintió y se levantó del banco.
-Claro, me encantaría. Hay algo especial en caminar por el parque cuando el clima está tan agradable.
Mientras caminaban por los senderos del parque, conversaron sobre diversos temas. Leandro compartió algunas historias interesantes sobre su vida en Kaios, y Exekias se dio cuenta de que su nuevo amigo tenía una manera encantadora de contar anécdotas. Sin embargo, había algo en la manera en que Leandro hablaba que hacía que Exekias sintiera una ligera tensión, como si hubiera más en juego de lo que aparentaba.
-¿Te gustaría tomar un café en el lugar donde te llevé la última vez? -sugirió Leandro-. Es un buen sitio para relajarse y charlar.
Exekias aceptó la invitación, y juntos se dirigieron al café con terraza junto al río. Se sentaron en una mesa con vista al agua y pidieron sus bebidas. La conversación continuó fluyendo de manera relajada, pero Exekias no pudo evitar notar que la actitud de Leandro parecía cambiar sutilmente cuando mencionó a Evans.
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El Legado Del Silencio Mágico
Sonstiges*Mini historia* En el tranquilo pueblo de Kaios, Evans, un joven panadero, encuentra a un misterioso forastero sin memoria en el borde del bosque. Lo que comienza como un simple acto de bondad, se transforma en un viaje lleno de magia, peligro y sen...