Meve Cedeño:
Comencé a caminar en dirección recta, pronto el pasto comenzó a desaparecer. Un campo de tulipanes estaba frente a nosotros, eran tulipanes blancos. El sitio era hermoso, en verdad lo era. Me llevé las manos a la cara en señal de asombro, en verdad estaba asombrada.
—Esto... esto... dios...
—Vaya, pareces Rapunzel saliendo de su torre.
Yo reí, nunca había escuchado a Mateo hacer un comentario gracioso—Eres un aguafiestas.
—Ya... ven.
Él me colocó una mano en la espalda, sentí un golpecito de electricidad recorrerme todo el cuerpo. ¿Por qué me comportaba así cuando él me tocaba? Ni idea, pero lo odio, en serio, lo odio. Comenzamos a caminar, pronto las flores fueron desapareciendo dejando de nuevo el césped verde debajo de mis zapatillas.
Nos acercamos a un sauce enorme que había plantado en el campo, aportaba una sombra bastante grande. Sobre la sombra, en el césped, había una manta de cuadros rojos y blancos, en una esquina había una cesta de picnic. El rubio se acercó a la sombra pasando por mi lado y... bueno, yo supuse que estaba esperando a que yo dijera algo.
—¿Emparedado? ¿Sandwich? ¿Fruta? ¿Jugo? —yo aún seguía mirándolo sin responder, con un claro signo de interrogación en la cara—. ¿Tan siquiera tienes hambre?
—¿Ah?
—¿¡Me estás escuchando!?
—Oh... si... ejem... si... ¿Qué has dicho?
—Quería saber si tenías hambre. Pero ahora que lo pienso, me da igual, come lo que quieras.
—Gilipollas egocéntrico...
—¿Cómo me has llamado?
—¿Eh? ¿Has oído?
—Pues claro que he oído —le dió un mordisco a su emparedado de...
—¿Qué es eso?
—¿Qué?
—Eso que comes...
—Pan y mantequilla de cacahuate —le dió otro mordisco para luego volver a su tono serio—. El punto es... —dió otro mordisco—, ... que no soy ningún gilipollas, y mucho menos un egocéntrico.
¡Oídlo! ¡Vaya, pobrecito! No deberíamos levantar esas calumnias contra él, Meve.
Le puse una cara de "me lo creo" pero con algo más de "si que lo eres". Miré a mi alrededor, el aire fresco me golpeó en la cara, era agradable. Miré al rubio, que seguía devorando el pan con mantequilla de cacahuate a todo velocidad. Me reí un poco, se podía decir, que hasta parecía buena persona mientras lo veías comer. Una sonrisita escapó de mis labios sin poder evitarlo mientras pensaba eso. Sí, él es un gilipollas. Sí, el es un egocéntrico. Pero quizás me caía bien así. No, la verdad no, no me cae bien así. Digamos... que solo sé soportarlo y eso... Que yo sepa... no es extraño odiar la forma de ser de una persona y eso y... eh... ejem... te guste su...
—¿En qué tanto piensas, chismosa?
Di un respingo, me había sorprendido su voz de repente. Había conseguido sacarme de mi... tormenta de ideas. Lo miré extrañada—¿Ah? ¿Ahora soy chismosa?
—Eres muchas cosas, Meve.
—¿Entonces soy muchas cosas?
—Entonces eres irritante —el se dió la vuelta, poniendo cara de fastidio y volviéndose a meter pan a la boca.
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El Destino, Una Puerta Que Nos Une [ Libro 1 ]
RandomUn simple comienzo en un lugar normal, una travesía indescriptible en busca de cumplir un sueño. Mateo Bianchi, un hombre frío y sin escrúpulos que odia jodidamente a todo y a todos. Una chica que se enamora del Rey de Hielo. Una historia complicada...