Holii, holiii.
No se asusten, es una nota rápida.
Solo os quería decir que disfruteis del libro porque está llegando a su final, bueno, esto es todo.Besos, seguid leyendo ✨️.
No fui capaz de sostenerle la mirada. Llebaba un pantalón de tela costosa de color negro, la camisa era negra y le apretaba el abdomen marcado sus pectorales, estaba remangada hasta los hombros. Zapatos costosos, reloj costoso, en fin muy propio de Mateo Bianchi—Madre mía, si no encuentro otro punto al que mirar ahora mismo me va a dar algo.Miré su brazo derecho, estaba sujetando su casco, desvíe la mirada por detrás de él, curiosa, la moto se podía ver desde donde yo estaba y...
¡Podrías dejar de repasarlo de una maldita vez y decirle que entre!
—¿Puedo pasar?
—Yo...em...si‐si claro.
Me aparté de la puerta para que el entrara, y lo hizo, pude ver como me miraba la piernas y luego los labios. Tragué saliva, me sentía incómoda, nerviosa y desorientada, ya me había comenzado a sudar la nariz y la cara, mis manos estaban calientes y mi frente también, mis mejillas se tornaron carmín y mis labios estaban entre-abiertos. Yo...
—Te noto algo nerviosa.
Odio que me conozca tan descaradamente bien.
—No yo solo...
—Te suda la nariz y la cara, nena.
Mierda.
—No, solo son imaginaciones tuyas —el río como si acabara de oír un chiste—. Ven, pasa.
Los dos nos dirigimos al salón donde estaban los demás. Miré a Ivet, quien me miró con una sonrisilla antes de volverse hacia Thiaré para seguir cotilleando. Llevé a Mateo al sofá donde estábamos hace rato, pero Rosi ya no estaba, supongo que se ha ido a su habitación.
Mateo se acercó a Lucas con una confianza increíble que me dejó un poco desconcertada. Los dos empezaron a chocarse las palmas con una sonrisa de oreja a oreja, parecían estar contentos de verse. Ellos...ellos se conocían.
—Tío pero, ¿qué haces aquí?
—Mi novia es amiga de Meve, yo también, pero no tenía idea que la fiesta la había organizado ella.
—Pues que genial verte aquí.
Los dejé a los dos allí y me dirigí hacia donde estaban las chicas. Thiaré fue la primera en sonreírme apliamiente antes ofrecerme una piña colada—Sabes que tengo adicción con esas cosas, una vez que beba no pararé os lo advierto.
Ella rió—Pues si te vas a emborrachar no olvides que estás en tu casa, puedes destrozar lo que quieras.
No pude evitar reírme. Mientras me llevaba la bebida a los labios, todos vimos como Rosi bajaba por las escaleras, mareada, con la ropa hecha un asco, el pelo desorganizado, descalza y con cara de zombie.
—¿¡Pero qué...
—Ah vomitado —se apresuró a decir Thiaré—, pero que raro, solo se ha bebido tres copas.
Ivet soltó una risa burlona—Es una floja, no aguanta nada.
—Oye...
Rosi apareció por detrás de mi y comenzó a sujetarse de mis hombros para poder mantenerse en pie—Cuidado...
—¡Holaaaa! —canturreó ella.
Le pedí a Margarita que la ayudara a darse un baño y que luego la trajera otra vez, si ella quería.
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El Destino, Una Puerta Que Nos Une [ Libro 1 ]
RandomUn simple comienzo en un lugar normal, una travesía indescriptible en busca de cumplir un sueño. Mateo Bianchi, un hombre frío y sin escrúpulos que odia jodidamente a todo y a todos. Una chica que se enamora del Rey de Hielo. Una historia complicada...