Capítulo 22
Segunda Parte.Él había detenido el auto, su semblante seguía estando serio. Sus manos estaban apretando el volante con deseos de romperlo, su mirada estaba clavada en la carretera, con rabia. Su mandíbula estaba apretanda y su pierna derecha se movía con ansiedad y desesperación.
Me encantaría saber que está pensado.
Miré su brazo de nuevo, los tatuajes en su piel pálida lo hacían ver muy atractivo. Había uno en especial, uno que me llamó la atención, uno que resaltaba más que todos los otros, pero sin embargo era el más pequeño de todos.
M . C....
¿M . C? ¿Qué coño significa M . C?
—Oye... ¿qué significa ese tatuaje? —bien, sigo orando para que Dios me ayude a sujetarme la lengua.
Él me miró, sentí mi piel herizarse cuando sus ojos azules estuvieron en cima de los míos. Más que incómodo, era intimidadante.
—¿Qué ha pasado hoy en la tarde?
—¿Hoy en la tarde?
—Si, hoy en el partido de baloncesto.
—Te veías muy sexy... —bromeé, subiéndo y bajando las cejas. Bien, en el fondo no era una broma.
—Venga ya... —él mostró una sonrisilla y yo levanté el mentón para mirarlo.
Amaba cada escasa vez que sonreía, y era algo especial ya que no lo hacía casi nunca. Se había convertido en algo así como mi momento favorito cuando estoy con él.
—¿No me dirás que significa el tatuaje?
—¿No me dirás que ha pasado esta tarde? —puse cara de ofendida al ver su jugada.
—No —y volteé la cara muy digna.
—No —dijo él refiriéndose al tatuaje y volviendo a poner la vista en la carretera.
Mateo volvió a arrancar el auto, yo solo me dediqué a mirar por la ventanilla. Se veía la ciudad. New York es un lugar hermoso de noche. Las luces, los edificios, las personas caminando en la ciudad... todo era maravillosamente bello. Sentí algo frío en mi pierna, miré impulsivamemte y vi mi móvil en mi muslo y la mano de Mateo retirándose lentamente y volviéndose a colocar en el volante.
—Te lo has dejado en la mochila de Ivet.
—Gracias... —lo tomé.
Llegamos a mi mansión, él se bajó del auto y apareció delante de mi puerta. La abrió y me extendió la mano para ayudarme a bajar. Me coloqué detrás suyo mientras él cerraba la puerta del auto. El aire frío me golpeó en la cara al instante.
Sentí como mi corazón bombeaba sangre de prisa. Mateo me tomó por el brazo y me recostó sobre el auto. Sus dos manos estaban al rededor de mi cabeza y apoyadas en el auto. No podía moverme ni aunque quisiera, además de que mi cuerpo estaba pretificado debido a su presencia tan cerca de mí, su cuerpo no me dejaba pasar ni moverme.
—¿Qué haces? —dije con una sonrisilla.
Él me miró con una expresión de decepción o algo así, solo que con algo de burla—Dejar de resistirme un poco, ¿no puedo?
—No, no puedes.
Él río con arrogancia, una arrogancia algo sexy... —Ya... ¿y desde cuando eso me ha detenido?
—Desde ahora —lo empujé.
Estúpida.
Si, ya me daré una bofetada yo misma.
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El Destino, Una Puerta Que Nos Une [ Libro 1 ]
RandomUn simple comienzo en un lugar normal, una travesía indescriptible en busca de cumplir un sueño. Mateo Bianchi, un hombre frío y sin escrúpulos que odia jodidamente a todo y a todos. Una chica que se enamora del Rey de Hielo. Una historia complicada...