CAPITULO 7✨✨

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CANDÁS FLOOMER Y LENARD RODRÍGUEZ 🎸📚✨

El estruendo de los aplausos llenaba el bar mientras Candás bajaba la guitarra, sudorosa pero exultante. Había algo electrizante en esos momentos, cuando la música se fundía con la energía del público, creando una experiencia que la hacía sentir viva, invencible. Los vítores, las sonrisas, los ojos llenos de admiración que la miraban desde abajo... Todo eso era su combustible, lo que la mantenía adelante a pesar de todo.

Miró a su alrededor, a sus compañeros de banda, quienes también disfrutaban de ese aplauso compartido. Violet saludaba al público con una gran sonrisa, mientras Eric y Nayel intercambiaban gestos de victoria. Trébol, como siempre, estaba más tranquilo, pero incluso él no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa.

—Buen trabajo, chicos —dijo Candás, aún con la respiración agitada mientras se acercaba a los demás.

—Siempre es un buen trabajo cuando la gente no para de aplaudir —respondió Violet con una risa, chasqueando sus baquetas antes de guardarlas.

El sonido de la multitud comenzaba a menguar, pero aún podía sentir esa vibración en su piel, el latido constante que la música dejaba en el aire. Para Candás, esos eran los momentos en los que podía olvidarse de todo lo demás, de los problemas, de las dudas, de las sombras que a veces se cernían sobre ella. En el escenario, ella era solo música.

Sin embargo, esa sensación de euforia no duraba para siempre. A medida que el público se dispersaba y las luces del escenario se apagaban, Candás sintió cómo la realidad volvía a instalarse lentamente. Recogió su guitarra y se preparó para guardarla, mientras los demás hacían lo mismo con sus instrumentos. Estaba a punto de irse al camerino cuando Eric se le acercó con una expresión animada.

—Oye, Candás, hay alguien que quiero que conozcas —dijo, señalando hacia la barra donde un par de figuras se destacaban entre la multitud que aún quedaba en el lugar.

—¿Ahora? —preguntó Candás, un poco cansada, pero Eric ya la estaba guiando hacia allá sin darle tiempo para protestar.

Max y Len estaban esperando cerca de la barra, con Max saludando a Eric con un gran gesto, como si fueran viejos amigos, lo cual, al parecer, no estaba lejos de la verdad.

—¡Eric, viejo amigo! —exclamó Max, dándole un fuerte abrazo a Eric—. Hace tiempo que no te veía. ¿Cómo va todo?

—Bien, bien —respondió Eric con una sonrisa—. Oye, te presento a Candás. Ella es la guitarrista y líder de la banda. Y Candás, él es Max, un amigo de los viejos tiempos.

Candás asintió cortésmente, sin demasiado entusiasmo, aunque había algo en la presencia de Max que irradiaba una energía amistosa. Pero fue la otra figura, Len, quien captó su atención por un instante. Sus ojos se encontraron y, por un segundo, Candás sintió una chispa extraña, una especie de reconocimiento que la tomó por sorpresa.

—Hola, soy Lenard, pero me puedes llamar Len —dijo él, extendiendo una mano con un gesto algo torpe.

Candás estrechó su mano brevemente, más por cortesía que por verdadero interés.

—Candás —respondió, su tono neutral, sin dar mucho más.

Len tragó saliva, intentando no parecer nervioso. Había algo en Candás, más allá de su evidente talento y belleza, que lo atraía de una manera que no podía explicar. No era solo su apariencia, era su actitud, su aire de misterio y el hecho de que parecía estar completamente en su propio mundo.

—Te veías… increíble allá arriba —dijo Len, tratando de iniciar una conversación.

Candás lo miró con una expresión que era casi imposible de leer. Aunque sabía que el comentario era un cumplido, no estaba de humor para charlas banales, especialmente con un extraño.

~A pocos días, pocas cuerdas~ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora