CONTINUACIÓN📚🎸✨
Saliendo del vibrante y ecléctico "Mad Chicken," un pequeño comedor con una decoración estrambótica, llena de luces de neón y paredes cubiertas de grafitis, Candás no podía dejar de hablar sobre lo delicioso que había estado el pollo frito. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa genuina, y sus ojos brillaban con emoción mientras describía cada bocado, gesticulando con las manos mientras hablaba. Len caminaba a su lado, escuchándola con una sonrisa en el rostro, aunque su atención estaba más en ella que en cualquier otra cosa.
-¡No puedo creer lo crujiente que estaba!-exclamó Candás, casi saltando de entusiasmo. -Te lo digo, nunca había probado algo tan bueno. Creo que podría vivir a base de eso-añadió con una risa ligera.
-Lo sé, fue realmente bueno, tomamos la mejor elección de entrar al local-respondió Len, asintiendo mientras la observaba embelesado, completamente cautivado por su energía y alegría. La veía moverse con tanta vida, con una pasión que hacía que el mundo a su alrededor pareciera más brillante; si hubiera imaginado que para volverla a ver tan radiante, tendrían que haber entrado a ese comedor, la hubiese invitado a comer antes.
Caminaban juntos hacia la parada del autobús, riendo y disfrutando de la tarde que lentamente se desvanecía en un suave atardecer. El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados y rosados, mientras las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, preparándose para la noche.
Subieron al autobús casi vacío, encontrando un asiento en la parte trasera. El vehículo avanzaba lentamente por las calles, con un ritmo que se adaptaba a su conversación tranquila.
-Por cierto, nunca te lo pregunté-dijo Len, rompiendo el silencio que había caído entre ellos mientras observaban el paisaje urbano. -¿Cuál es tu nombre completo?
Candás lo miró con una sonrisa juguetona antes de responder: -Candás Floomer. ¿Y el tuyo?
-Lenard Rodríguez, pero prefiero Len-contestó, casi con timidez. -Es una costumbre.
-¿Lenard?-repitió ella, probando el nombre en sus labios como si lo estuviera evaluando. -Tiene un sonido fuerte, pero entiendo por qué prefieres Len. Es más sencillo, más directo. Me gusta más.
Candás rió suavemente antes de añadir: -Si fuera por mí, me llamaría Jinx. Suena a roquera rebelde, ¿no crees?
Len soltó una risa, imaginando a Candás con ese nombre y dándose cuenta de que le quedaba perfectamente. -Definitivamente. Jinx tiene ese toque misterioso y fuerte, como tú.
Candás sonrió, agradecida por el cumplido. El autobús continuó su trayecto, y mientras avanzaban, el sol comenzó a descender más allá del horizonte, bañando la ciudad en un cálido resplandor.
Cuando llegaron a la parada cercana al departamento de Candás, fueron los últimos en bajar. Caminaban juntos por las aceras, envueltos en la suave brisa de la tarde. Candás, sintiéndose más libre que nunca al Len llevar su guitarra, comenzó a correr por las aceras, riendo mientras se movía como una niña. Len la siguió, disfrutando del momento, hasta que finalmente llegaron a las escaleras que llevaban a su apartamento.
-Bueno, creo que aquí nos despedimos-dijo Len, entregándole la bolsa con la guitarra que había estado llevando.
-¿Irás al concierto esta noche?
Len la miró con una expresión suave, casi melancólica, mientras le entregaba la bolsa. -No puedo prometerlo. Tengo que estudiar-respondió, justificando su ausencia.
-Está bien, no te preocupes. Ya habrá más-dijo ella con una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos. Len no notó la tristeza en su voz, o quizás la ignoró, prefiriendo quedarse con la imagen de su alegría durante el día.
Len se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la parada del autobús, reflexionando sobre lo bien que la había pasado. Sin embargo, antes de alejarse demasiado, escuchó la voz de Candás llamándolo desde la distancia.
-¡Len!-gritó ella. Len se giró y la vio correr hacia él, sus pasos rápidos resonando en la acera. Cuando llegó a su lado, se lanzó a sus brazos, envolviéndolo en un abrazo fuerte, casi desesperado.
-Gracias-susurró Candás, su voz quebrándose ligeramente. -Gracias por regalarme un día tan hermoso.
Len la abrazó con fuerza, sorprendido por la intensidad del momento. Podía sentir la tristeza en su voz, pero no comprendía del todo su origen. A pesar de todo, la sostuvo con cariño, mientras el sol finalmente desaparecía detrás del horizonte, dejando solo el resplandor tenue de la noche.
Se quedaron así, abrazados en silencio, mientras el mundo a su alrededor seguía su curso. Sin palabras, pero entendiendo que aquel día había sido más que especial, no solo para Candás, sino también para él.
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~A pocos días, pocas cuerdas~ ©
RomanceCandás, una rockera, ha decidido vivir sin ataduras tras recibir un diagnóstico terminal. Su única prioridad es disfrutar de la música y el presente, alejándose de las expectativas tradicionales de la adolescencia y vivir sus últimos días bajo sus p...