CAPITULO 28💕💕

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El doctor terminó de revisar el informe de Candás una vez más antes de entregárselo a su superior. Era un documento extenso y detallado, resultado de meses de esfuerzo y lucha tanto por parte de los profesionales de la salud como de la propia Candás. Había sido un viaje largo y doloroso, pero finalmente estaban en un punto donde podían ver una luz al final del túnel.

Informe Médico (viejo):

Paciente: Candás Floomer
Edad: 18 años
Diagnóstico: Sarcoma de Ewing
Fecha de diagnóstico: [Fecha estimada hace 8-10 meses]

Inicio del historial de Tratamiento:

- Quimioterapia: Se administraron cuatro ciclos de quimioterapia intensiva desde el diagnóstico inicial. Estos ciclos fueron eficaces en reducir el tamaño del tumor primario, y afortunadamente, el tratamiento no causó una caída significativa del cabello, lo que ayudó a mantener el ánimo de la paciente.

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Final del informe médico (actual):

- Trasplante de Células Madre: Se realizó un trasplante autólogo de células madre, utilizando células donadas por Lenard Rodríguez, pareja de la paciente. Este procedimiento fue fundamental para evitar la diseminación del cáncer a otras partes del cuerpo.

- Cirugía: Se llevó a cabo una resección quirúrgica completa del tumor localizado, logrando márgenes limpios. Esta intervención fue crucial para asegurar la eliminación del tejido canceroso restante.

Pronóstico Actual:

El pronóstico para Candás Floomer es optimista, aunque condicionado. Si bien su cuerpo ha respondido bien a los tratamientos hasta el momento, el riesgo de recaída siempre está presente. Sin embargo, si continúa con el tratamiento y las revisiones periódicas, existe una probabilidad considerable de que pueda sanarse por completo. Dado que el sarcoma de Ewing fue detectado relativamente temprano, cuando la paciente tenía 18 años y fue tratado con las quimios necesarias, las probabilidades de una recuperación total son alentadoras.

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Fuera del hospital, la brisa cálida de la tarde envolvía a Candás mientras salía por las puertas que tantas veces había cruzado, tanto como paciente como guerrera. A su lado, Len, sus padres, y los padres de Len, todos se sentían aliviados, aunque una cierta tensión aún rondaba en el aire.

-¿Estás lista para una nueva etapa?- preguntó Len mientras caminaban hacia la salida. Su tono era suave, pero cargado de emoción.

Candás sonrió, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de agotamiento y determinación. -Bebe, estoy más que lista. Después de todo esto, creo que puedo con cualquier cosa-.

En la entrada del hospital, Violet y Ryan los esperaban, junto con Max, quien estaba ansioso por despedirse.

-Vaya, ¿la guerrera está libre al fin?" bromeó Violet, acercándose para darle un fuerte abrazo a Candás-. Me alegra tanto verte así. Ya no tienes que preocuparte por ese bicho en tu cuerpo-, dijo refiriendose a su sarcoma-.

Ryan asintió con una sonrisa. -Mi primo ya está con sus padres y pues Violet y yo nos vamos a tomar un tiempo para viajar. Queremos explorar algunos lugares nuevos antes de decidir dónde echaremos raíces. Pero sabes que siempre estaremos a una llamada de distancia-.

Candás asintió, devolviendo el abrazo. -Lo sé, y me alegra que estén juntos. Prometo visitarlos cuando pueda-.

Max, con su estilo despreocupado, también se acercó.

-Bueno, señorita rockera, yo también me despido. Las chicas de Los Ángeles me esperan, y ya sabes, no puedo hacerlas esperar demasiado-. dijo con una sonrisa pícara.

Len rió, dándole un golpe amistoso en el hombro. -Cuídate, Max. No te metas en demasiados líos-.

-Lo intentaré, pero no prometo nada-, respondió, dándole un guiño antes de alejarse con una pequeña reverencia. Oye primo, tienes que depositarme pronto el dinero que me robaste-. Soltó Max mientras caminaba.

Len se rasco la parte trasera de la cabeza, en un acto de disimulo.

Una vez las despedidas fueron hechas, Len, su madre, y los padres de Candás decidieron que era momento de moverse a un lugar más tranquilo.

-Tenemos una villa cerca de aquí-, mencionó la madre de Candás, con un tono de voz suave pero cargado de preocupación. -Podemos quedarnos allí por un tiempo. Será bueno para que te recuperes completamente-.

Candás asintió, aunque en su mente ya tenía otros planes. -Eso suena bien, mamá. Pero...-

Len levantó una ceja, anticipando que su novia estaba a punto de sugerir algo loco. -¿Pero?-

Candás sonrió con ese brillo rebelde en sus ojos. -Luego tengo un lugar a donde ir. No quiero quedarme quieta, Len. Ya me he pasado demasiado tiempo reposando-.

La verdad era que la chica aún no sabía dónde preparar lo que tenía planeado; pero antes estaba asegurando el permiso de sus padres para salir (si, ahora ellos como si Candás hubiese vuelto a tener 17, tenían el control de todo).

Sus padres intercambiaron miradas, claramente preocupados de que Candás estuviera empujando sus límites.

-Querida-, comenzó su madre, con un tono suave pero firme-, sé que estás emocionada de volver a tu vida normal, pero acabas de salir del hospital. Deberías tomarte un tiempo para descansar-.

Len se inclinó hacia ella, susurrando. -Quizás deberíamos esperar un poco más, ¿no crees? No quiero que te esfuerces demasiado-.

Candás negó con la cabeza. -Lo sé, y aprecio que todos se preocupen, pero necesito esto, Len. Necesito sentir que tengo el control de mi vida otra vez-, trato de soltar algo convincente.

Len suspiró, sabiendo que era inútil discutir cuando Candás había tomado una decisión. -Está bien, pero prométeme que no te excederás-.

Candás asintió, mirando a sus padres con una sonrisa. -Prometido. No haré nada que no pueda manejar-.

Sus padres finalmente cedieron, aunque no sin cierta reticencia. Estaban dispuestos a apoyar a su hija en lo que fuera necesario, siempre y cuando eso significara que ella estaría bien.

El viaje a la villa fue tranquilo, con todos sumidos en sus pensamientos. Candás observaba por la ventana del auto, sintiendo la brisa del mar que se acercaba. En su mente, planeaba el siguiente paso, sabiendo que con Len a su lado, nada era imposible.

Al llegar a la villa, el aire fresco y el sonido de las olas proporcionaron un alivio inmediato a la tensión que todos llevaban. Era un lugar perfecto para relajarse y recuperarse. Pero Candás tenía algo más en mente.

Mientras sus padres descargaban el equipaje y se instalaban, Candás tomó la mano de Len y lo llevó hacia el borde de un acantilado, donde se veía el mar en su máximo esplendor.

-Todavía no me has dicho qué es eso que falta por hacer-, dijo Len, mirándola con curiosidad.

Candás sonrió, apretando su mano. -Ya lo verás, dame una semana. Pero necesito que confíes en mí-.

Len suspiró, resignado pero con una sonrisa. -Siempre confío en ti,
pequeña. Pero, ¿puedes darme una pista al menos?-.

Candás soltó una pequeña risa, acercándose para besarle la mejilla.

-Solo ten paciencia, nene. Todo se revelará a su tiempo-.

Después de eso Candás le marco a Violet y empezó a armar lo que planeaba, saliendo todos los días por la tarde; con el objetivo de terminar antes del lunes.

~A pocos días, pocas cuerdas~ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora