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Habían pasado varios días desde que Kenia había llegado a Culiacán. Su energía y alegría eran contagiosas, y me encontraba disfrutando más de las pequeñas cosas.


Nos encontrábamos en mi cuarto, rodeadas de ropa y maquillaje mientras nos preparábamos para una noche emocionante. Kenia me dijo íbamos a asistir al concierto de Peso Pluma, donde ella sería una invitada especial para cantar su colaboración con él. La emoción en el aire era palpable, y ambas estábamos llenas de adrenalina mientras elegíamos nuestros outfits para la noche.


—No puedo creer que voy a estar en un concierto de Peso Pluma contigo —dije, tratando de contener mi emoción mientras me ponía un vestido que había guardado para una ocasión especial.


Kenia, que estaba frente al espejo aplicándose un poco más de brillo labial, me miró con una sonrisa traviesa.


—¡Va a ser increíble, nena! Te lo dije, esta visita tenía que ser memorable —respondió, ajustándose los aretes—. Además, quiero que estés conmigo cuando suba al escenario. Es una noche importante, y tenerte allí significa mucho para mí.


Ver a Kenia brillar en el escenario, compartiendo ese momento, era algo que me hacía sentir más orgullosa que nunca.

—Voy a estar ahí, gritando más fuerte que nadie —le aseguré, sonriendo.


Kenia sonrió de oreja a oreja mientras terminaba de arreglarse.


—Eso es lo que me gusta escuchar. Ahora, ¡terminemos de arreglarnos y vayamos a romperla en ese concierto!


Terminamos de prepararnos, con música de fondo. Cuando finalmente estábamos listas, ambas nos miramos en el espejo, satisfechas con lo que veíamos.


Salimos de la casa con los nervios a flor de piel, pero sumamente emocionadas. Kenia, con su característico entusiasmo, no dejaba de sonreír, y yo me contagiaba de su energía mientras llegábamos al lugar del evento.


—¡No puedo creer que esté a punto de ver todo esto en vivo! —exclamé, tratando de contener la oleada de mariposas en mi estómago.


Kenia soltó una carcajada, dándome un pequeño empujón amistoso.


Llegamos al lugar del evento, y apenas bajamos del coche, un grupo de seguridad nos rodeó de inmediato, guiándonos hacia el camerino donde esperaríamos hasta que Kenia subiera al escenario. 

El ambiente era frenético, con gente moviéndose de un lado a otro, preparando los últimos detalles para el concierto.

Mientras caminábamos por los pasillos llenos de cables, luces y equipo de sonido, podía sentir la energía del lugar. Era como si cada rincón vibrara con anticipación, y la emoción en mi pecho solo crecía. 

Kenia, a mi lado, mantenía una actitud tranquila, aunque sabía que por dentro debía estar sintiendo la misma mezcla de nervios y emoción que yo.

Finalmente, llegamos al camerino. Era un espacio cómodo, con sofás, espejos iluminados y botellas de agua dispuestas sobre una mesa. Kenia se dejó caer en uno de los sofás, soltando un suspiro de alivio mientras se quitaba los tacones por un momento.

Jueves 10 - Junior HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora