Me despierto con la sensación de besitos suaves en mi rostro, y al abrir los ojos lentamente, me encuentro con Antonio mirándome con una sonrisa traviesa. El sol se filtra por las cortinas, dandome en la cara.
En un segundo, mis mejillas se encienden al recordar lo que pasó la noche anterior, y sin poder evitarlo, me tapo con la sábana, ocultando mi rostro en un intento de esconderme.
—¿Por qué te escondes, chula? —dice Antonio, riendo suavemente mientras intenta destapar mi rostro con delicadeza.
—No sé... —respondo desde debajo de la sábana. —Ahorita no me siento tan valiente como anoche...
Antonio suelta una pequeña carcajada, y siento cómo se acerca más. Sus manos tiran un poco más de la sábana. —Mira quién está toda roja —bromea
—Ya, mami, no te apenes.
—Es que... no sé, esto fue muy rápido —murmuro, todavía sin querer asomarme, pero sus palabras me hacen sentir un poco más cómoda.
—¿Rápido? —responde, divertido. —Si supieras cuánto tiempo llevo pensando en esto... en nosotros.
Me siento tonta por haberme preocupado tanto. Lentamente, bajo la sábana, asomando solo mis ojos, y lo miro con incredulidad. —¿De verdad? —pregunto, mi voz apenas un susurro.
—Claro que sí. —Antonio me sonríe, y sus ojos tienen esa calidez que me derrite. —Pero no quería presionarte, solo dejar que todo fluyera. Y, bueno, mira dónde estamos ahora.
Le devuelvo una sonrisa tímida, sintiendo cómo mi corazón se acelera una vez más.
—Lo que pasó anoche... —empiezo a decir, pero él me interrumpe con un beso rápido en los labios.
—Fue perfecto —responde, con una seriedad que me sorprende. —Y no tienes que preocuparte por nada. Solo quiero que estés tranquila y que disfrutemos esto.
Asiento con la cabeza, aún avergonzada, y antes de que pueda reaccionar, Antonio quita la sábana por completo, dejándome expuesta a su mirada juguetona.
—Ya, mami, no te escondas —dice con una sonrisa mientras me acaricia el cabello. —No tienes nada de qué avergonzarte.
Siento mis mejillas arder nuevamente, pero poco a poco la incomodidad empieza a desvanecerse.
Él se ríe suavemente y acaricia mi mejilla. —Siempre tan complicada, ¿no? Te digo que no pienses tanto, solo... disfruta.
—Tienes razón —digo mirándolo con una sonrisa hasta que recuerdo que estoy desnuda con este hombre enfrente.
Salgo corriendo al baño envuelta en la sábana, con una mezcla de risas y nervios. Al cerrar la puerta, me apoyo contra ella, miro mi reflejo en el espejo, mis mejillas siguen rojas y mi cabello desordenado.
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Jueves 10 - Junior H
FanfictionLuanne y Antonio podrían volver a enamorarse como alguna vez lo hicieron en su adolescencia?